Las Cámaras de los sectores productivos del país están tan apagadas como un foco quemado durante los racionamientos de energía de hace unos años. Están prácticamente de más. No están cumpliendo su función y se han dejado silenciar y pisotear.
Las Cámaras siempre deben estar ayudando y defendiendo a su sector y a las personas que laboran en este. Hacer que la industria y el mercado tengan cada vez más oportunidades, trabajo y productos más económicos. Y en un gobierno socialista, como el actual, las Cámaras son los centros más importantes de defensa por medio de ideas, cooperación y acción, para que las empresas y el país no se detengan y dejen inmóvil a toda la nación.
A excepción de unas cuantas personas, pero muy pocas y de pocas Cámaras, el resto ha hecho poco o nada para mejorar a su sector. Y entre lo poco hecho esto ha sido, en mi opinión, de una manera muy débil. Han dejado solo al alcalde de Guayaquil para proteger el sistema de progreso de la costa en general.
Sea por falta de creatividad, por intereses creados, por falta de valentía, lo cierto es que las Cámaras de hoy no se parecen ni remotamente a las de hace unos diez años para atrás. La última vez que las Cámaras estuvieron unidas, en una protesta masiva, fue en 1999 en la época del presidente Jamil Mahuad. Ahora, en cambio, el Gobierno las ha ido desmantelando, poco a poco pero de manera planificada y estas no han ni chistado.
En vista de esto, es necesario que las Cámaras estén lo suficientemente unidas para lograr los avances y apoyo que el Estado ecuatoriano requiere. Ahora es cuando más se las necesita porque antes no había amenazas socialistas ni intentos de eliminar la propiedad privada.
¡Despierten Cámaras de la Producción del país! Y no sólo los presidentes de estas, sino todos los directores. Despierten y generen ideas que permitan al Gobierno estar tranquilo mientras sus afiliados se ven beneficiados. Siempre hay una mejor manera de ver y hacer las cosas, mientras que la indiferencia esclaviza a la persona a los antojos de los apasionados, que son quienes terminan dirigiendo el destino de la sociedad. Si las cámaras mueren, las empresas del sector caerán tras ellas. ¡Levántense!
En toda la historia del Ecuador, este es el momento en que más se las necesita. Recordemos que un hombre no planta un árbol para sí mismo; lo planta para la posteridad.
Continuemos sembrando para que nuestros hijos cosechen un mejor Ecuador.
No solo las Cámaras, todas las Intituciones Guayaquileñas