Indiscutiblemente hay una nueva civilización de mujeres, que a pesar de todos los avances de la técnica y la ciencia, sociológicamente tiene enfrentamientos, que tres o cuatro décadas atrás no los habíamos previstos.
Sin embargo de los logros jurídicos, políticos, económicos y sociales, como de igualdad de género, alcanzados por la mujer paradójicamente, está siendo más agraviada que nunca en el derecho de respeto a su dignidad humana, desde niña, joven y adulta, violentadas en su integridad física y moral.
Todo parte del deprecio en que ha caído el amor como resultado de la libertad sexual que se enseñorea, hasta prostituir a la maternidad, el derecho noble y sagrado de la mujer.
Quienes trabajamos para dejar sentado, a más de lo jurídico, la parte humana de la mujer, para que no se la considere un objeto sexual; por vivir tanto nos ha tocado ver que la transformación que aspirábamos no se dio y hoy, está más devaluada, que antes.
Fue en 1985 la Conferencia de Nairobi-África-que marcó hitos para la reivindicación de la mujer, como uno de las faenas más grande del siglo XX, en la que reafirmamos los principios de la igualdad jurídica, desarrollo y paz.
Me cupo el honor de participar en esa Conferencia mundial representando a la mujer ecuatoriana y el haber presentado uno de los proyectos de resolución del Ecuador, el cual fue aprobado por los 165 países asistentes, cuyo texto fue el siguiente:
1.- “Sobre la Utilización de la imagen femenina”
“Ante la agresión moral de que está siendo víctima la mujer, especialmente, en la segunda mitad del decenio por los medios de publicidad colectiva en la mayoría de los países:
a.- Con el uso de su imagen como objeto sexual
b.- Con el uso de su imagen como elemento estimulante para el consumo de tabaco y alcohol”
“Insto a los gobiernos del mundo a establecer medidas determinantes a fin de erradicar de la publicidad, las propagandas nocivas que lesionan la dignidad de la mujer, ofenden a los niños e incitan a los jóvenes al consumo de alcohol y tabaco…”
Lo frustrante es que el hombre se ha entronizando sobre un nuevo cautiverio de la mujer, aupado por ella misma, quien en un alarde de ser “dueña de su cuerpo, con el que puede hacer lo que le da la gana” comete en ese libertinaje, la acción sacrílega de engendrar vidas, que conforman los millones de niños que deambulan por las calles del mundo, hijos de maternidad irresponsable, en soltería.
De ahí mi llamado, a las mujeres del presente, para hacer un alto a repensar, con aquellas que no han caído en “la trampa”: que sobre la igualdad jurídica con el varón, a la que tenemos derecho y tantos deberes que cumplir, por las dos partes; está el de preservar su dignidad, que en la vorágine del triunfo está siendo vulnerada y desechada.
Mi alerta coincide en parte con Silvina Bullrich en su libro “La mujer postergada” –pág.11
“Cuando una clase oprimida da un paso hacia adelante, luego dos, luego el tercero, cobra tanta confianza en sí misma que ni siquiera repara en que ya los opresores empiezan a temer su avance y han apostado sus cañones para detenerla… Las mujeres somos fáciles de engañar.”
“Estamos tan deslumbradas al haber superado la época de la esclavitud, -no llevar más grillos en los pies-ni estar sometidas a una obediencia sin límites, que tardamos años en advertir que hemos desandado camino en menos tiempo del que hemos tardado en llegar a una cumbre, de la cual lentamente, pero con mano firme, nos están haciendo bajar…”(¿?)