La democracia no sólo es la participación ciudadana en elecciones cada cuatro años, democracia es la permanente consulta al soberano en cuanto a la toma de decisiones en temas de trascendencia, especialmente con relación al futuro del país.
Cierto es que en nuestra patria se han vivido períodos históricos difíciles y de gran confrontación, no obstante, hemos sido capaces de superarlos; el pueblo ha sido consultado de vez en cuando, pero siempre sus decisiones han sido burladas.
Es esencial en este desarrollo la participación de los ciudadanos en las decisiones relacionados con su barrio, su parroquia, su ciudad, su provincia y su país. El estado de la civilización de un país se caracteriza por la capacidad que tenga la sociedad de crear caminos tanto institucionales como espirituales que permitan que se manifieste con naturalidad la práctica cotidiana y permanente de la democracia.
Sin duda los procesos electorales son una parte de la democracia, pero no son suficientes. La elección de autoridades en Ecuador, que se realizan normalmente cada cuatro años, constituye sólo el germen de la participación ciudadana.
El mundo evoluciona a formas de democracia directa que son cada vez más frecuentes. En muchos países existe el plebiscito como forma de consulta tanto a nivel regional, como nacional; igual se recurre a la iniciativa popular para proponer modificaciones a la ley o a la constitución; también se ha avanzado en la práctica de la revocatoria de autoridades elegidas, que permite removerlas de sus cargos cuando los ciudadanos no están satisfechos de su gestión. Estos recursos legales que puede utilizar la ciudadanía en el nuestro país, están consagrados en la Constitución vigente.
Suiza es un buen ejemplo, un ciudadano a los 40 años de edad ha sido consultado en cientos de temas. Esta participación permite que las personas se desarrollen cívicamente, vivan dentro de un sistema de respeto a las leyes que conocen y que han contribuido a crearlas, de esta forma tienen una actitud positiva y natural frente al acatamiento del orden jurídico y ante las decisiones adoptadas democráticamente. En nuestro país a los 40 años de edad, un ciudadano, apenas ha sido consultado unas 15 veces y al no existir sistemas institucionalizados para canalizar el pensamiento y la opinión de la gente, se produce un distanciamiento entre el Estado, el individuo y la dirigencia política y como consecuencia de esto, un alejamiento y apatía ciudadana y lógicamente el desprestigio de la política y de los políticos. De este modo se favorecen procedimientos autoritarios de decisión que se toman a espaldas del pueblo y sólo favorecen a los grupos de poder. La próxima consulta popular a la que hemos sido convocados está plagada de ilegalidades y envés de consolidarse la democracia en nuestro país hay el fundado temor que estaríamos fortaleciendo a un gobierno totalitario, de esos que se están derrumbando al norte de África.