La embajadora Heather Hodges se despide del Ecuador diciéndonos entrelíneas que no guarda resentimientos, que son gajes del oficio, que se lleva gratos recuerdos y la mejor de las impresiones del país y de su gente, que somos “un pueblo que quiere trabajar y mejorar su futuro, que ha tenido contacto con muchas personas maravillosas que continúan buscando hacer de su vecindario, de su ciudad, de su país y este mundo, un poquito mejor que antes”. Nos anima e indica que “desde los propietarios de los pequeños negocios que trabajan largas horas para mejorar la vida de sus hijos, pasando por los muchos funcionarios leales, en todos los niveles que buscan formular e implementar un cambio positivo para su gente, hasta los periodistas y los medios de comunicación que saben que su trabajo es mantener a los ciudadanos informados y proporcionar vías para las vibrantes y diversas opiniones que hacen una democracia saludable y fuerte”.
Agradecemos sus buenos deseos para un mejor futuro. Esperemos que los informes de su misión minimicen, para el bien del Ecuador, la magnitud del grave error de nuestro Gobierno que, al haber reaccionado en forma precipitada y con una drasticidad innecesaria, no dejó espacio a la contraparte para ofrecer explicaciones ni resolver inteligentemente este impasse.
Me niego a creer que la decisión de expulsar a la embajadora haya sido un acto premeditado para mejorar las posibilidades en el próximo proceso electoral. Igual, que en los informes sustraídos ilegalmente, hubo la más leve intención de desprestigiar o desinformar. Eran parte del trabajo cotidiano de toda misión, que recoge versiones y procura mantener debidamente informado al Gobierno de su representación.
Pretender justificar la expulsión aduciendo que esta vale mucho más que el bienestar de los ecuatorianos o los cientos de miles de puestos de trabajo que se han puesto en peligro, solo significa que no tienen idea de lo que es gobernar, a pesar de sus más de cuatro años en el poder. Ofrecer compensaciones tributarias o la apertura de nuevos mercados con países de la Unión Europea, Unasur, de la Alba, Kuwait, Irán o Rusia no producirá resultados tangibles ni permitirá reemplazar cuantiosas exportaciones que estamos en riesgo de perder con los Estados Unidos.
Lamentable que suceda con quien siempre hemos mantenido excelentes relaciones e inmejorables vínculos comerciales. El Consulado de los Estados Unidos en Guayaquil es la representación diplomática más antigua de América Latina y un testimonio de amistad desde 1824. El ferrocarril, el combate de plagas y enfermedades, miles de estudiantes becados, cientos de miles de ecuatorianos que residen en los Estados Unidos, el uso de su moneda como unidad de valor, son manifestaciones de lo anterior.
Todo se explica en el desdén de este Gobierno por nuestros diplomáticos de carrera que han sido subordinados y postergados, por improvisados funcionarios que más de una vez, nos han puesto en apuros innecesarios.
Tomado de http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/carta-de-la-embajadora-469995.html
Estamos viviendo epocas realmente dificiles incluso para los paises lllamados del primer mundo. Es la epoca de saber escoger a nuestros aliados y de mantenernos con nuestros discursos de dignidad sumamente controlados, quiza tomando anti sicoticos para aquellos que lo necesiten y teniendo nuestras metas claramente definidas.
Ya lo vemos, como Colombia procede a mantenerse alineado a los acuerdos de comercio con Norte America y Europa, declaran la paz con Venezuela y compiten con nuestros productos en calidad,precios,aranceles. Acaso podriamos aprender un poco de los paises que intentan dar ese salto a la verdadera integracion?