22 noviembre, 2024

Siempre te esperaré…

“Nena no te pongas mal, sabes que esto cambiará, yo luché tanto tiempo por lograr lo que ahora tengo. Es muy grande la ciudad si no estás bien convencido, que quieres llegar bien alto aunque sea duro el camino…”

Siempre te esperaré…

Escuché hace años esta canción por sugerencia de mi hija Lidia, cuando ella era una pequeña niña. Desde esa ocasión cada vez que la escucho, mínimo, un par de lágrimas no dudan en salir de mis ojos. En aquella ocasión me di cuenta que algún día mi hija se marcharía de mi lado. Tal como yo me fui un día del lado de mi mamá. La ley natural de la vida. Pero las partidas no son solo entre padres, madres e hijos. Parece que estamos destinados a un continuo despedir lo que queremos. Lo que causa dolor, dolor que debemos transformar en esperanza.

Es muy bello lo que dicen los Enanitos Verdes en esta melodía, y muy real también. La vida es un continuo decir adiós. Nos percatamos de eso cuando nos toca despedir, por poco o mucho tiempo a las personas que amamos. Más, aunque se van de nuestro lado y por increíble que parezca ese amor es el que nos sostiene. Esos recuerdos, esos momentos, esas sonrisas, esas miradas…nada supera al amor. Ni siquiera la distancia, ni la distancia física en este mundo, ni la espiritual si hablamos de la muerte.

La amistad, los lazos filiales, el amor, todo aquello que de verdad importa y que le da el sentido real a nuestra vida no puede interrumpirse jamás por estar lejos. Entre las personas se tejen lazos invisibles de afecto que mantienen las uniones más impredecibles e incompresibles también. Sabemos con quien contamos y con quién no. Sabemos quién siente verdadero cariño por nosotros y quien no, rara vez el instinto falla en materia de sentimientos. Somos conscientes de la incondicionalidad de nuestros incondicionales.

Por eso acudimos a aquella alma que nuestra alma busca, para despojarnos de la angustia y recargarnos de felicidad. Yo también te busco alma mía…

“Por favor no tengas miedo, vos me vas a sostener, y cuando todo sea adverso pensando en vos voy a estar muy bien, para cargar sobre mis hombros a este mundo que al fin, reza por la envidia y el odio de la gente que no puede ser feliz…”

La esperanza es sin duda aquella que fortalece al amor, la que le da ánimos para seguir y no decaer. Y el amor, es el que nos sostiene en la fe.

Un día estamos todos juntos, y al otro, la casa estará vacía.

Al momento del adiós… más que adiós hay que cantar y con alegría, quizás solo decir…”Que te vaya bien mi amor, yo te espero, siempre te esperaré”.

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