21 noviembre, 2024

Entre el Sida y el Cáncer – El desenlace final (1)

En las anteriores entregas sobre las elecciones peruanas, publicadas en Abril 19, 20 y 26, analizamos lo sucedido en primera vuelta. Hace poco más de una semana se dio la segunda vuelta y el ganador fue el candidato de la línea de izquierda aunque en justicia se le debe conceder por ahora, el beneficio de la duda en cuanto a la línea que seguirá, si la chavista y retrógrada del “socialismo del siglo XXI” o si más bien se adhiere a la más actualizada línea brasileña de Lula y Roussef, parecida en temas de política económica y social internos a la de los socialistas modernos como los españoles, chilenos y uruguayos. Para tener una visión clara habrá que esperar los primeros nombramientos y a mediano plazo habrá que esperar algunos meses, quizás incluso un año, para poder tener alguna certeza sobre el rumbo real que el nuevo Gobierno adoptará.

Como comentábamos en el artículo del 19 de Abril, la antipolítica llegó al Perú mucho antes que a otros países; algunos sostienen que acá los partidos tradicionales desaparecieron o comenzaron a desaparecer mucho antes que en otros países, incluido el nuestro, y viendo las cosas objetivamente, hay que reconocer que así es y así lo demuestra la segunda vuelta del año 1990 entre Vargas Llosa y Fujimori padre, representantes ambos de sus respectivos “movimientos” ajenos a los partidos tradicionales.

Mirando en retrospectiva, resulta más que claro que las 4 candidaturas perdedoras cometieron muchos y muy graves errores estratégicos y tácticos. La improvisación campeó en la derecha representada por un candidato y en el centro-derecha representado por 3 candidaturas. El resultado responde a la estricta lógica: el único candidato que hizo las cosas bien, teniendo buenos asesores a los que escuchó, y que tuvo suficiente dinero para afrontar la ardua carga de una campaña de dos vueltas, es el que ha resultado ganador.

Fuentes bien informadas aseguran que el grupo de Humala enfocaba inicialmente esta campaña como un paso obligado para la del año 2016 y que en cierta forma esta victoria se “la encontró” gracias a los errores de sus oponentes y a la luz de los hechos hay que aceptar que quizás esto sea cierto. Su encuentro en Brasil con Lula a principios de Febrero, le permitió recibir de inmediato el apoyo de dos asesores de imagen y campaña cuya participación resultó determinante para relanzar una candidatura que hasta ésas fechas no caminaba muy bien. Habrá que ver si Lula logró convencerlo realmente de alejarse del Chavismo o si tal actitud es una pantomima para engañar a los crédulos. En todo caso no hay que olvidar que el ex – presidente brasileño manejó una política de “dos caras”: en lo interno y económico fue muy centrado y progresista sin atentar contra el sistema, pero en materia internacional, fiel a su condición de fundador del Foro de Sao Paolo, muchas veces se alineó con todos los sátrapas tercermundistas que se le cruzaron en el camino, incluyendo por supuesto las alabanzas a Chávez, (“…el mejor gobierno venezolano de los últimos 100 años…”), y los acercamientos con el Irán de Ahmadinejad.

En primer lugar, hay que repetir lo que ya se mencionó anteriormente en el sentido de que 4 candidaturas de una tendencia contra una de la otra gran tendencia, resultó simplemente un “hara kiri” político. Adicionalmente todas las candidaturas adolecieron de graves fallas y defectos estructurales, incluso personales, lo que a estas alturas permite cuestionar incluso su viabilidad inicial.

Era evidente que el país y los tiempos en general en América Latina ya no están para una opción de derecha y por ende la candidatura de Kuczinsky no tenía nada que hacer y menos apareciendo tan tardíamente. En el campo del centro – derecha, también resultó indiscutible que la candidatura del ex – Alcalde de Lima, Castañeda, no tuvo nunca una real posibilidad de despegar y por ende sólo significó una inútil dispersión de votos aunque curiosamente las encuestas de aquél entonces revelaban que de llegar a la segunda vuelta, hubiera tenido superiores posibilidades. Los conocedores de los interiores de esta campaña comentan que su organización fue por decir lo menos inexistente y con una estructura muy vertical en la que el candidato decidía todo y era muy poco proclive a escuchar asesores y estrategas.

En el caso de la candidata Fujimori, si bien tuvo una mejor organización, tampoco se notó nunca la mano de un asesor real y al que se lo escuche como cabe esperar que suceda en cualquier campaña moderna. Ella entró a la segunda vuelta catapultada básicamente por el “voto duro” de su padre, que es alrededor del 20% del electorado nacional y de no mediar el rechazo del resto del electorado a ésa misma figura de su padre, debió haber captado fácilmente la totalidad o casi de los votos de sus contendores de la misma tendencia, (Toledo, Castañeda y Kuczinsky), lo cual finalmente no logró. Visto también retrospectivamente, el bajo “techo” que tenía desde el principio demostraría que esta candidatura tampoco era viable y que terminó siendo también no una inútil dispersión de votos, sino lo que es peor, fue la causante de que la tendencia mayoritaria del país pierda las elecciones finales. Cometió el error de no renovar suficientemente su entorno, permitiendo que aparecieran figuras vinculadas a las peores facetas del gobierno de su padre, con lo cual asumió plenamente los pasivos que éste le heredó pero curiosamente no supo o no quiso invocar los activos, que también existieron, como fueron los éxitos de dicho gobierno en el manejo económico, la derrota del terrorismo, (tema delicado por las implicaciones en las violaciones de los derechos humanos que finalmente llevaron al ex – presidente a la cárcel), e incluso en materia internacional como por ej. la solución definitiva al secular problema con Ecuador. Su cierre de campaña también evidenció una falta total de sentido político al reunir en su tarima a un “Club de Perdedores”, encabezados por el mismo Kuczinsky, que dieron un mensaje claramente derechista que era todo lo contrario de lo que necesitaba presentar en ése momento.

Finalmente, Toledo, igualmente según fuentes cercanas a dicha candidatura, tuvo una mejor organización de campaña pero pecó de soberbio, egocéntrico y terco y aparentemente también careció de una real asesoría profesional que le impida cometer los varios errores que cometió y que finalmente le hicieron perder el primer lugar que por un largo tiempo mantuvo en las encuestas y que por mucho tiempo lo mantuvieron como el gran favorito para terminar luego en un triste y casi insignificante cuarto puesto.

Curiosamente en estas elecciones peruanas, todavía no se han utilizado, por lo menos a nivel masivo, herramientas tecnológicas modernas que ya se han usado en otros países, incluso mucho más chicos como Panamá, como es por ej. la difusión de tesis e ideas vía internet, (twitter, facebook), y telefonía celular, (mensajes sms). Adicionalmente la tardía organización de las campañas, dio lugar a muchas improvisaciones que en su momento fueron pesando y terminaron determinando el resultado final. Una campaña no se organiza en 6 meses, una cosa es postergar en lo posible la exposición de un candidato para evitar desgastes innecesarios y otra es trabajar en planificación y logística con la anticipación que una tarea tan compleja como esta demanda. Y en el caso de un candidato como Kuczinsky, poco conocido fuera de Lima, era indispensable darse a conocer con más anticipación, aún a riesgo de sufrir un cierto desgaste. Posiblemente en este caso y visto como terminó esta candidatura los beneficios que hubiera obtenido hubieran justificado los riesgos de anticipar el inicio de su campaña.

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