En el mundo de hoy es común pensar que el aprovecharse del más débil o del ingenuo, o el hacer que la cuerda se rompa por el lado más delgado, no es deshonesto. Lo que importa es ganar, sin importar la forma como lo hagas. El fin (ganar) justifica los medios.
En lo ocurrido con el escándalo de los telegramas privados de la diplomacia americana, de acuerdo con los Gobiernos acusados y el americano, no es el que se haya procedido en mala forma, sino el que eso se haya divulgado y que ahora lo sepa el mundo, lo que es grave. Es decir, no es malo el haberlo hecho, sino que se sepa, y se procede a perseguir a quien delata lo ocurrido. ¿Qué es lo que se quiere demostrar con esto? Que proceder deshonestamente no está mal. Lo malo, lo que debe ser castigado, es que se divulgue mi mal proceder.
Ahora vemos que en Libia, Egipto y otros países de esa zona, el pueblo se levanta para luchar contra Dictaduras que han soportado durante años. ¿Quién llevó al país a ese estado? Su propio pueblo. Lo que ocurre en Venezuela y otros países americanos, es similar. Los pueblos van poco a poco adentrándose más y más en gobiernos totalitarios y luego luchan contra ellos. Es el destino de los pueblos. Francia pasó de una monarquía, luego de una revolución de ideales puros de Libertad, Igualdad, Fraternidad, en la que los mismos auspiciadores murieron casi todos en la guillotina creada por ellos, a pasar a ser un Imperio, es decir cambiar de un tipo de monarquía a otro. Como acertadamente anota Khalil Gibrán en sus “Nueve desdichas: “Desdichada la nación que espera para rebelarse hasta que su cuello está bajo el filo de la espada. Desdichada la nación cuya política es sutileza, cuya filosofía es prestidigitación, cuya industria es remiendos. Desdichada la nación que recibe a un conquistador con pífanos y tambores y luego lo abuchea para recibir a otro conquistador con cantos y trompetas. Desdichada la nación en que cada tribu afirma ser una nación.” Ghandi sabiamente nos recuerda los siete pecados sociales: “1) Política sin principios, 2) Comercio sin moralidad, 3) Riqueza sin trabajo, 4) Ciencia sin humanidad, 5) Educación sin carácter 6) Culto sin sacrificio 7) Placer sin conciencia”.
¿Qué clase de mundo queremos dejar a nuestros descendientes? ¿El hedonismo, el “dolce far niente”, la vida fácil, el aprovecharse de los demás, es lo que vale? ¿Es que acaso en este mundo no se puede proceder limpia y honestamente? ¿Es que ser “sapo”, sacar provecho del otro es lo que tiene valor? ¿Hasta cuándo vamos a aceptar este tipo de proceder? La guerra sin cuartel desatada contra el fundador de Wikileaks, perseguido por haber revelado el espionaje americano, no hace más que ratificar la forma como los poderosos quieren ver el mundo: Mi actuación es buena aunque yo proceda mal, y si alguien se atreve a desenmascararme ese desgraciado debe desaparecer. Yo tengo el poder y eso es lo que importa.