Maya Vidal es una joven de 19 años que cuenta su historia. En este caso, me la contó a mí, y logró desencadenar una serie de emociones, vivencias y recuerdos de mi propia vida, que fueron apareciendo mientras Maya relataba su vivencia.
Lo que quiero decir, y para hacerlo en términos de una crítica literaria formal, es que el contexto de la autora, Isabel Allende, encajó por completo en el contexto del receptor, Karyna Arteaga. También quiero decir, que la función del lenguaje utilizado fue cabalmente cumplida, el personaje principal, Maya Vidal, me habló a mí, desde el principio y me atrapó de tal manera en su relato, que cuando debía dejar de leer, para dedicarme a otras actividades, esperaba con ansías poder reunirme otra vez con ella, para que me siga contando sobre su vida.
En El cuaderno de Maya, quien narra la historia es ella, Maya Vidal, la protagonista, y lo hace en primera persona. La estructura del texto es convergente. Todos los elementos convergen, los personajes convergen, los hechos convergen, en la conclusión. Cuando, al final del libro, esos personajes que han ido apareciendo en la vida de Maya, se reúnen en torno a una cena familiar, haciendo aparecer en mí la última emoción, muy sentida, cuando Manuel Arias, se atragantó con un pedazo de cordero y los demás comensales se quedaron con sus tenedores en el aire. Yo reaccione con una risa cómplice.
En cuanto a la forma de este libro, he dicho ya algunas cosas. El lenguaje, sencillo, claro, no tan conciso, lo que es normal en Isabel Allende. Sus escritos no son periodísticos, como el estilo Hemingway o García Márquez. Tampoco son exactos como los de Tomás Mann. Pero son escritos que, sin saber cómo, te tocan el alma, más bien, te la punzan con una lanza y te empujan a un abismo de sensaciones.
La frase más bella que encontré en el Cuaderno de Maya es esta: “Por la misma apertura que entra el amor, se cuela el miedo. Lo que te quiero decir es que si eres capaz de amar mucho, también vas a sufrir mucho”. Pág. 410. Manuel Arias le dijo estas palabras a Maya Vidal, porque el mismo ya las había vivido. Amó mucho, sufrió mucho y después tuvo miedo de volver a abrir su corazón, aunque al final, no de su vida, sino de su vivencia en el Cuaderno de Maya, la vida misma lo reúne, sin haberlo previsto, con aquellas personas dueñas de ese gran amor.
A lo largo del relato de Maya, esta Maya, yo sentía que iba desapareciendo, haciéndose pequeña e iba apareciendo en su lugar, la misma Isabel Allende. Llegó un momento en que ya no era Maya Vidal la protagonista principal, sino Isabel misma. Es muy fácil darse cuenta de la estrecha relación del personaje y de la historia en sí, con la misma Isabel Allende y la historia de su vida. Quien ha leído La casa de los Espíritus y Paula (para mí, su obra maestra) sabrá reconocer la presencia de la autora en este texto.
La historia de Maya Vidal, en apariencia, es la historia de una chica norteamericana de nuestra época. Pero quien ha vivido un poco más de 25 años, se dará cuenta, que puede ser la historia de cualquier chica de 18 o 19 años, de cualquier parte del mundo, que responde a la realidad de su propio entorno. Quiero decir, que las circunstancias nos pueden llevar a actuar de maneras insospechadas. Nos pueden llevar a aceptar compañías inimaginables y nos pueden llevar a hacer cosas que jamás estuvieron en nuestros planes hacer.
Me encanta que se relaten las historias sin dar juicios, pero sí dando elementos que contribuyen a formar criterios acertados. En el cuaderno de Maya, sufrimos con Maya, reímos con Maya y nos enteramos de muchas cosas que el olvido quiere dejar pasar. Revivimos, con la Maya-Isabel, los horrores de la dictadura militar a la vez que nos asombramos con la intensidad del amor. Todo en un mismo esqueleto. Y es que al fin esa es la vida.
Cuando Isabel Allende toca esa parte que ella vivió en 1973, me toca un poco el fondo del alma. Yo era muy pequeña y vivía con mis padres y mi hermana Manena en Lima, mi papá es marxista y mamá en esa época, creo, era lo que él dispusiera que fuera. Los dos había viajado a Santiago de Chile, y cuando estaban de regreso, viajando en bus, sucedió lo de la caída de Allende, y la toma del palacio de la Moneda. Todo barbudo con fachas de intelectual era considerado comunista y por tanto un ser peligroso para el nuevo régimen y para la humanidad entera. Mi papá era un barbudo con fachas de intelectual y además comunista. Los apresaron, a él y a mi mami, por días interminables en la frontera entre Chile y Perú. Mi hermana Manena, Bercelia, nuestra nana y yo, seguíamos en Lima, sin noticias, sin dinero y sin esperanzas. Gracias a Dios y a la pericia de mi mamá, salvaron sus vidas y regresaron. Yo viví intensamente esas páginas del Cuaderno de Maya. Pero también viví intensamente todas las demás páginas. Como Maya Vidal también he llegado al fondo de algunos abismos, como Maya Vidal también viví mi primera infancia envuelta en el amor de mis abuelos, como Maya Vidal, ella al ser que más ha amado en este mundo es a su abuelo a quien llama Popo. Yo igual, al ser al que más he amado en este mundo es a mi abuelo a quien siempre he llamado Papapa.
Como Maya Vidal, mi vida ha peligrado y si me he salvado debe ser porque Dios quiere de mi algo que aún no entiendo. Como Maya Vidal viví entre mis 18 y mis 19 años en medio de un fango del que salí gracias a mis seres queridos.
Escuché a alguien decir, acerca del libro Paula, “que Bruta esta mujer, cómo pudo escribir algo semejante” EL “bruta” se refería a qué espectacular, que decidida, que bestia, ¡¡¡que sinceridad del alma!!!
Así es, para llegar al lector hay que ser un bruto, hay que ser bestialmente sincero. Por eso me encantó esta obra de Isabel Allende. Es tan buen libro, que espero no se queden sin leerlo.
Me encanto el libro, muy bueno el analisis!..
creo que maya, en cierta forma, es todas nosotras, todos encontraremos algo que nos identifique de ella..