23 noviembre, 2024

Me quedo aquí

Anoche estuve en la premiere del Documental sobre la migración de italianos a Ecuador, “Yo me quedo aquí” del director italiano Carlo Tozzi ; un extraordinario trabajo profesional de este joven cineasta que además ama al Ecuador.

Desde niña conocí a amigos de mis padres y de mis hermanos mayores con apellidos italianos. Algunos de ellos muy queridos y muy cercanos. Tenían ese aire de extranjeros que los ecuatorianos vemos con admiración. Yo creía que eran más simpáticos, definitivamente más acomodados – eso creía yo – usaban productos extranjeros, su lenguaje y acento sonaban sofisticados y conocían lugares fascinantes.

Viendo el documental,recordé a una de las mejores amigas de mi hermana mayor, Giulliana Bigalli y su esposo Eduardo Sbarbaro. Me acuerdo que viajaban mucho a Europa y otros países del mundo y que tenían un estilo de vida muy natural , muy generoso. Siempre recibían personas en su casa , donde además se comía muy rico. Eran muy sencillos , aunque siempre tenían productos importados de gran calidad. Otra cosa que ahora veo con más admiración aún era el gusto por la comida ecuatoriana, por los cangrejos para ser exactos. A Eduardo le encantaban y era un experto con el martillo. Los recuerdo generosos, muy generosos y muy orgullosos de su herencia familiar y del legado de sus padres italianos. Una fábrica de sombreros, primero de paja y luego de lana en Quito eran la empresa familiar en la que los nietos adultos se desarrollaron laboralmente.

Durante mi vida estudiantil y profesional conocí a varios descendientes de italianos y siempre me gustó su natural alegría, su autenticidad, su disposición para el trabajo y para la parranda. Pensé que se parecían a nosotros y que por eso estaban tan a gusto en mi patria. Cuando estudié historia comprendí por qué emigraron de su país buscando mejor suerte y porqué se les había hecho tan fácil desarrollarse en este país en el que todo está por hacer.

El documental proyectado ayer nos mostró a unos italianos valientes y aventureros que ante la adversidad de la guerra y la crisis posterior en su país tuvieron que buscar nuevos horizontes en Latinoamérica. Encontraron en Guayaquil un encanto especial: “el puerto con sus casitas de madera y sus bellas mujeres de ojos negros y vestidos blancos”. Aunque hubiesen llegado sin referencias, “sin un centavo en el bolsillo” o “con cincuenta dólares falsos“ fueron recibidos con cariño. Encontraron nuestros brazos abiertos y nuestra mejor hospitalidad. Estaban dispuestos a trabajar duro y por ello muchos hicieron fortuna. Algunos llegaron como misioneros religiosos, otros como simples aventureros que en la deliciosa cocina italiana encontraron un medio para vivir y para triunfar, otros desde su formación profesional aportaron al ámbito de la construcción, del desarrollo industrial y artístico., en fin todos sabían que el trabajo es digno y un medio para la superación personal.

El documental también da cuenta de ecuatorianos generosos y acogedores y otros con visión, como mi bisabuelo José Abel Castillo quien trajo el primer avión, El Telégrafo I con su piloto italiano Elia Liut para hacer el epopéyico cruce aéreo de los Andes ecuatorianos y más adelante trae al artista Luciano Pacciani para que hiciera una escultura junto a la tumba de su hija fallecida.

Los italianos forman parte del progreso de este país. Se muestran muy orgullosos de su herencia pero también “muy ecuatorianos”, expresando su identificación con los miles de migrantes ecuatorianos que no son bien recibidos en muchos países del mundo, pidiendo a sus compatriotas recibirnos con los brazos abiertos. También declaran su decisión de pasar el resto de sus vidas en este país. Reconocen al Ecuador como un país en el que se puede vivir con tranquilidad, con una mejor calidad de vida, con mejores y más oportunidades para competir y hasta hacer fortuna.

Brindo por la unión entre todas las razas y naciones, porque aprendamos a vencer nuestras limitaciones, a romper fronteras entre países y entre clases sociales. Porque seamos más humanos y más hermanos. Brindo por los amigos italianos y ahora ecuatorianos y porque juntos hagamos de este, un país mejor.

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Estudiar para obtener un título que permita trabajar y mantenerse en niveles considerados apropiados por la doctrina del buen vivir, es el ideal de las personas especialmente de los jóvenes de todos los niveles y estratos económicos. La mayor o menor preocupación por tener una vida mejor es directamente proporcional a la angustia por entrar a la carrera escogida, como la forma de vida que este joven anhela tener. Sin sustentarme en estudios estadísticos, tenía la apreciación equivocada que la carrera de medicina no era muy ambicionada por el profundo sacrificio y por los bajos sueldos de estos profesionales.

Un médico con especialización se toma 10 años en formarse Con pensum académico reformado. Cinco de universidad, uno de practica rotativa, uno de rural y tres años mínimo de una especialización en medicina interna, en traumatología, etc, y si deriva a cardiología, neurología o alguna cirugía especializada deberá añadir otros tres o cuatro años. Existen las profesiones intermedias que contemplan, enfermería, nutrición, primeros auxilios, etc. Que toman de dos a tres años de estudios.

No hay comentarios

  1. Me alegro que Ud. escribiera sobre la migracion de los italianos al Ecuador, porque esa migracion nos ha traido tantas buenas cosas v.g. la ESPOL, la opera, variedad en la cultura y la deliciosa cocina italiana.
    Saludos y CARINO A LOS SBARBARO y muchos otros amigos italianos

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