Todos tenemos afinidad, resistencia o desprecio por otras personas, por situaciones o por determinadas experiencias de la vida. Sin duda la frase “no soy un billete de cien dólares” le calza a cada quien en algún momento de la vida. Lo que quiere decir que no siempre seremos queridos o aceptados de la mejor manera, como sí lo sería, en todo caso, un billete de cien.
Intento explicar que todos tenemos aspectos positivos y aspectos negativos, físicos y espirituales. Mentales y conductuales. A veces agradamos y a veces no. Lo que veo negativo es insistir en aquello que nos daña y daña a otros. Lo que ya está probado y reprobado por la sociedad humana, un ejemplo: la violencia. Ser violentos una y otra vez nos hace mal y perjudica a toda la sociedad. Violento no es solo el que grita y vocifera; el que altera el orden, el que insulta, atesta un golpe o el que dispara un arma. Violento es también el que calumnia, el que insiste con bromas de mala intención, el que difunde lo que altera la paz. Lo que incluye también a la prensa. No podemos esperar que la responsabilidad de difundir la violencia recaiga solo sobre los gobernantes, los grupos de oposición, los terroristas, o cuanto ser violento exista en este mundo.
Con mucho malestar he visto imágenes publicadas, de gente que intentó, sin lograr su propósito, alterar la magnitud del encuentro de la juventud con el Santo Padre. Si hay mil imágenes que invitan a la calma y a las acciones positivas, me pregunto, para qué seleccionar y publicar imágenes que solo causan morbo y distorsionan la visión de niños y jóvenes. Es una lástima y eso no me gusta. Nos ponemos a batallar cada día y cada uno desde su trinchera, por la justicia, por la seguridad, por la libertad. ¿Pero quién batalla por los valores? Quién apuesta por difundir la ética y la moral del comportamiento humano, desde una visión global pero coherente. Sin marginaciones ni intolerancias pero no solo a las minorías, sino también a la mayoría de la gente.
Violento es el que provoca a que se generen situaciones violentas. Debemos de intentar medirnos. Todos y no solo uno. Es algo que cuesta sin duda alguna. Pretendemos siempre tener la razón. Hay que aprender a ser observadores para poder ver con claridad. Observando se aprende. Y el que aprende adquiere elementos que le llevan a actuar. Sería bueno que logremos enseñar cosas buenas, para que aquellos que nos están observando, las aprendan también. Deberá llegar un momento en que la arenga pública sea conciliatoria; sea en calma, busque la paz. En medio de un mar agitado nada se consigue. Los oleajes que golpean la playa solo causan destrucción. Cuan distinta es la mar en calma.
Comparto el deseo de que cada ecuatoriano pudiera iniciar la búsqueda de la reconciliación. Consigo y con los demás. Sería provechoso. Construir un presente y proyectar un futuro en medio del atraco diario, entre los delincuentes, los insurgentes y lo deprimente de un país con miedo, no tiene sentido. Un Ecuador privilegiado es lo que tenemos y es lo que debemos cuidar y aprovechar.
Existe una ley ancestral e inagotable: solo el amor disipa el odio. En cualquier posibilidad de la vida, esa es la ley que vale. No pretendamos disipar el odio con odio. La vida es corta para pasar peleando unos con otros. Es un enfrentamiento sin sentido.
Encendamos una luz en el silencio. ¿Quién gobierna nuestra vida? ¿Quién puede someternos? ¿Acaso no somos algo más que un simple esqueleto en movimiento? ¿Tenemos o no una mente y la capacidad de pensar? Cada quien es dueño de su destino. Impregnados de odio, ¿hasta dónde llegaremos?
Hay que vencer primero a la oscuridad de nuestro interior. Esa es la luz en el silencio. Tenemos que desprendernos del ego de la bestia, y luego, en uso de la virtud y con plena conciencia, salir a luchar para clarear la patria.
Es lindo lo que dice. Celebro y me uno a su deseo, compartamos esto que nos llevará, sin duda, a algo mejor.
En abstracto,mi estimada senora,estoy de acuerdo con Ud.,pero y que hacemos con quienes pretenden esclavizarnos ,robarnos ,amordazarnos,silenciarnos ?.Como idea suena bien y ya quisiera yo poder creer que si tan solo me desarmo y permito que se me de la acostumbrada cachetada ,debo insistir y poner la otra mejilla. Creame si le digo que respeto su opinion, aun cuando no la comparta. La vida,por desgracia,se ha encargado de ensenarme que yo no escojo tener enemigos ,no,ellos solitos se presentan con las manos listas para darme la primera bofetada dura y sonora.No es mi naturaleza buscar camorra pero ,tampoco lo es ,sin embargo , el creer que todos los hombres son buenos y que tan solo con un poco mas de amor estaran listos para combertirse al buen vivir.Repito,admiro profundamente los valores que defiende y le deseo de buena fe ,que no los pierda.
Saludos, Doña Karyna: Muy espiritual su mensaje, lleno de amor, ternura, buenos sentimientos, y otras manifestaciones que deberíamos todos aplicar, especialmente aquellos que han tenido loa oportunidad de contar y obtener títulos, diplomas y reconocimientos de su cultura e instrucción.
Sin embargo, no es así. Son ellos precisamente quienes ejercen una política de revanchas, odios y en muchos casos, de una supina brutalidad, aunque los pobres brutos (los animalitos)son más inocentes e ingenuos que estos iluminados.
Frente a ello, frente a estas odiosas personas, similares a fieras, debe existir un ente, un organismo, un ser rector que se convierta en un regulador en estas insanas conductas.
En la sociedad, en un Estado, quien debe proceder así, es el Gobernante, nos guste o nos disguste. El tiene la potestad, ya que es electo por la mayoría, quien vele por todos nosotros, con afectos y desafectos.
Le sugiero enviar una copia de esta nota a sus colegas del Diario, ya que muchos de ellos necesitan leer unas 100 veces seguidas su artículo.
Atentamente,
Napoleón Sotomayor