Una de las principales dificultades que existen en medicina, está relacionadas con la cadena de frío. Hay varias medicinas que deben conservarse a una temperatura determinada y si salen de ese rango por un período relativamente corto de tiempo, se dañan o dejan de actuar. Si se lee la caja de muchos medicamentos de los que se consumen diariamente, leemos “Consérvese a menos de 30º C”. Si damos en el invierno una vuelta por las boticas del barrio en una ciudad de la costa, veremos que esos productos están en una vitrina contra la que da el sol y que a las 3 PM están a una temperatura bastante superior.
Hay ciertas medicinas en las que esto es mucho más crítico. Como los anticancerosos y las vacunas, por eso en SOLCA, en los Hospitales de la Junta y en los consultorios de varios Médicos, los refrigeradores y congeladores tienen termómetros que de acuerdo con la exigencia del producto que se guarda, llegan incluso a marcar la temperatura en registro diario.
Entre los productos de uso común que más problemas pueden tener, están las vacunas, sobre todo las vacunas con agentes vivos atenuados. Hace algunos años, con propósito de una vacunación masiva con la vacuna oral de polio, yo cuestionaba la vacunación que se hacía en Guayaquil, donde el Ministerio de salud tenía puestos de vacunación en la calle y recuerdo que al pasar por uno en la plaza de San Francisco al medio día, pude comprobar que los frascos de vacuna multidosis que debían mantenerse el congelación, nadaban en un recipiente de “espuma fon” con agua tibia.
La vacuna de sarampión, por ejemplo, debe mantenerse a una temperatura de no menos de 2º C, ni más de 8º C. Si la vacuna se sale de esos rangos, el virus atenuado de la vacuna muere y la vacuna no protege. Uno de los problemas en los que creo que el Gobierno debe intervenir, es en chequear que en las distribuidoras de medicamentos y vacunas sensibles a los cambios de temperatura, mantengan un chequeo de la temperatura de los sitios donde las almacenan, y sobre todo, exigir que tengan planta eléctrica de emergencia para cuando se va la luz, pues el problema puede ser grave. Recuerdo un producto para el cáncer que tenía que inyectarle a mi esposa y que me resultaba más cómodo y económico ponérselo en casa, pero preferí ponérselo en SOLCA, donde el control de temperatura de estos medicamentos es certificado, que comprarlo en la calle donde no tenía seguridad de la temperatura a la que había estado y en esa época la luz se iba a cada rato.
El mismo control debe y tiene que haber en los sitios donde se está vacunando masivamente a los niños, de otra manera no servirá de nada la campaña.