Pido perdón a los fieles seguidores de esta serie, por la falla de la semana pasada. Se traspapeló la poesía y por eso, se publicó dos días luego de la fecha. Siguiendo la línea de la semana pasada, tengo que poner a continuación la hermosa defensa de la mujer, hecha por Sor Juana Inés de la Cruz, en su redondilla.
Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana (¿será descendiente del Marqués de Santillana?), nacida en Nepantla, Ciudad de México, México en 1651, fue una religiosa y escritora de la Nueva España del Siglo de Oro. Cultivó la poesía lírica, el autosacramental, el teatro y la prosa. Mujer de verso fácil y agradable. Por la importancia de su obra, recibió los sobrenombres de “la Fénix de América” y “la Décima Musa Mexicana”. Siendo de noble familia, a los 16 años (1667) ingresó a la vida religiosa a fin de consagrarse por completo a Dios y a la literatura. Su obra dramática incluye lo religioso y lo profano. Sus obras más brillantes en este género son “amor es más laberinto”, “Los empeños de una casa” y una serie de autos sacramentales diseñados para representarse en la Corte. Desde niña destacó por su afán de conocimiento. Se cuenta que en la escuela, si no aprendía bien una lección, cortaba un pedazo de su propio cabello. Siendo prohibido en su época que las mujeres fueran a la Universidad, intentó vanamente convencer a su madre que le permita estudiar vestida como hombre. A los ocho años ganó un libro por una loa compuesta en honor del Santísimo Sacramento.
Disfrutemos de Sor Juana los argumentos irrefutables con los que defiende la actuación de la mujer en el amor:
REDONDILLAS
Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis
para prentendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.Opinión, ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende?,
si la que es ingrata ofende,
y la que es fácil enfada.Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?¿O cuál es de más culpar,
aunque cualquiera mal haga;
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?¿Pues, para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
Siga escribiendo, los temas son interesantisimos! Lo seguiremos leyendo!
Saludos