21 noviembre, 2024

Ley para escritores

Después de ser aprobada la “Ley para Escritores”, el 4 de octubre de 1933, Hitler se sentía contento con “su prensa”, como solía decir.

“La confección del contenido intelectual de los periódicos y revistas políticas, publicadas en el territorio del Reich, ejercida como profesión principal o en plan de colaboración aisladas, es un deber público cuyas obligaciones y derechos profesionales determinará el Estado con esta ley. Los portadores de este deber público se llaman redactores. Quien no reúna las exigencias establecidas en la presente ley, no puede ser admitido como redactor”. Esto decía el párrafo 1º de la “Ley de Escritores”, mediante la cual los redactores, que a partir de ese entonces eran los responsables del contenido de los diferentes periódicos, por un lado se libraron de la influencia de los editores, pero por otro quedaron expuestos a la influencia mucho más rigurosa del partido. El redactor, que ocupaba una posición parecida a la de un funcionario, ya no se debía sentir, como hasta ese momento, un colaborador del periódico y un empleado del editor, sino un portavoz del Gobierno de Hitler, que estaba llamado a conducir al pueblo hacia los fines deseados por el partido y por el Führer. “En la persona del redactor así lo formuló Goebbels, o sea, en el trabajador intelectual, empieza la nueva organización…Su idea base es la transformación de la prensa en un instrumento público y su incorporación legal e intelectual al Estado. El trabajo del redactor es una función pública, ya por su naturaleza es uno de los factores más importantes de enseñanza y educación”.

Goebbels, como Ministro de Propaganda determinó el “camino a seguir” de la radiodifusión, según el “principio del Führer”. Él decidía lo que la radio alemana debía emitir, cómo, cuándo y, finalmente, dónde lo emitirían (incluyendo órdenes para el uso de cadenas de emisoras).

Goebbels, Ministro de propaganda, escribió el 31 de diciembre de 1944, en el semanario Das Reich: “Hitler es la más grande entre las personalidades que hoy hacen historia; a todos ellos los supera en la previsión de las cosas que están sucediendo. El los supera no sólo en genio e instinto político, sino también en saber, carácter y fuerza de voluntad. Jamás sale una palabra de falsedad o un sentimiento bajo de su boca. El es la verdad en persona. El tiene sexto sentido, o sea el carisma, de ver lo que para los ojos de otros seres humanos es invisible… El es el milagro de los alemanes; sólo él es lo inexplicable, el secreto, y el mito de nuestro pueblo. El gran revolucionario contra un mundo mentiroso y enemigo, contra un mundo de frases y de falsa apariencia, avanza bajo los truenos de las batallas hacia la perfección de su obra histórica”.

Esto ya es historia, historia trágica; ¿pero al mismo tiempo no nos suena familiar y actualizada en nuestro país?

Los ecuatorianos, esto no queremos para nuestra patria; por eso es importante que todos los ciudadanos que amamos la libertad, defendamos nuestros legítimos derechos; el de pensar y expresarnos libremente, respetando la opinión de los demás ciudadanos, es uno de los principios básicos y fundamentales de la democracia; sólo en los regímenes totalitarios no se los respeta.

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