Recién graduado de bachiller, allá por el lejano año de 1.959, mi espíritu bohemio precario deambulaba por esas frías noches quiteñas, junto a los amigos inolvidables de aquellas épocas. La bohemia sin trago no es bohemia, y la bohemia sin lánguidos pasillos tampoco lo era. Benítez y Valencia endulzaban la embriaguez post adolescente, aquella que te hace sentir dueño del mundo y amo de la tristeza como prueba irrefutable del amor fallido. Los sándwich de Don Soto eran de consumo obligatorio para un bohemio que se apreciaba de serlo. Era el Quito de antaño. En la Avenida Amazonas, a continuación del Colegio Santo Domingo, había un heladería menos rústica que otras, donde trataban muy bien la mora y el taxo, dos frutos exóticos que combinan. Ya era tradicional pasar por ahí los domingos al salir de la Iglesia de Santa Teresita, donde el padre Alberto Luna Tobar daba sus sermones de las once de la mañana, fustigando los pecadillos de la sociedad curuchupa que en ese entonces caracterizaba a la Capital. Por allí, y felizmente a pie todos y todas, podías coquetear, suspirar o mendigar una mirada. Pocos autos transitaban, entre ellos el Cadillac descapotable de la Margarita Ponce, hija del Camilo, presidente de la República. La solía acompañar Cecilia, la hija del vicepresidente, y otras muy selectas compañeras. Era una pincelada de colores verlas pasar con aire democrático, de ese que ahora tanta falta nos hace. ¡Como quisiera que Correa se traslade en un descapotable y sin ochocientos escoltas!
Ese era el ambiente que reinaba cuando el diario vespertino “Las Últimas Noticias” impulsó la idea dar una serenata a la ciudad por motivo de su fundación. Se trataba de resucitar aquello de los albazos quiteños, que los daban las bandas militares, e impulsar a la vez la música nacional. Cada barrio se organizó a su manera y la idea fue tímidamente prendiendo conforme cada quien aportaba de acuerdo al humor de sus vecinos y de sus ocurrencias por cierto.
Para el año siguiente ya se había inaugurado la plaza Monumental de Toros, y en cartelera se anunciaba a Manolo Cadena Torres, quiteño, y Paco Camino, Diego Puertas y como rejoneador Bernardino Landete. Eso nos dio viada a los quiteños para sentirnos importantes mundialmente, con lo cual la serenata del 5 de diciembre tomó aires de grandeza. Julio Moreno se iniciaba como alcalde y dio más impulsos todavía para que el vespertino Últimas Noticias, acompañado de su hermano mayor, diario El Comercio, desparramen entusiasmo. Otro personaje clave resultó Paco Salvador, empresario que soltó al mercado un trago barato bautizado PAICO, que era como lo llamaban sus amigos. Decidió auspiciar las Fiestas de Quito y logró gran éxito con sus ventas. Vaya aguardiente para bravo, al que culpo de mi única borrachera total y absoluta. Total que la fiesta nació como una conjunción de música, trago, toros y un grito mancomunado de !Viva Quito!. Salía la gente a la calle con su botella de aguardiente y todos se abrazaban con todos y se ofendían sino alguien rechazaba beber a pico de la botella ajena. La embriaguez estuvo garantizada desde siempre. Felizmente el grado de alcohol desinfectaba las salivas entremezcladas irremediablemente en medio de abrazos fraternos.
Guillermo García Navarro, hermano de don Thomas García Jaén, padre de Manolo mi amigo de siempre, puso un bonito restaurante español en la Avenida Colon, que se llamó “El mesón Andaluz” donde terminaban los toreros y los encopetados quiteños ya vestidos adefesiosamente. Y así se incorporó eso del uso del lenguaje taurino, el acento enrarecido ya que de pronto desaparecían las eses arrastradas para paso a un entonar madrileño o sevillano. Así la jornada taurina se fue extendiendo en horario hasta tomarse el día completo, y con el tiempo se comenzó a celebrar las fiestas de Quito la víspera de la víspera y así sucesivamente no se cuantas vísperas más que ya pocos saben cuando empiezan o terminan. Solo las corridas quedaban de referente y estan a punto de ser abolidas.
Aquella noche del 5 de diciembre de 1.961, difícil de olvidar, decidimos tomar prestado el lujoso piano de cola de doña América Briz de Valdivieso, severa ella que era con su hijo Paco y con nosotros sus inquietos amigotes. Vivían en una enorme villa ubicada sobre una ligera colina que daba a la avenida Seis de Diciembre. Sacar ese enorme instrumento musical resultó fácil gracias al entusiasmo que generaba la idea y lo logramos trepar en un camión alquilado para ir a dar serenatas a nuestras reales o supuestos amores. Patricio León era el pianista que tocaba todo lo que a viva voz se le pedía y esa noche le pedimos cien canciones distintas. También nuestro pianista era un singular humorista lleno de sal quiteña. La devolución del piano si fue un verdadero desastre, pues estábamos borrachos y ya tino ni silencio tuvimos en ese ya amanecer del seis de Diciembre de 1.961. Entre esfuerzos desordenados estábamos a no pocos centímetros de apoyar el pesado instrumento sobre el suelo en su descenso del tosco camión utilizado. Preocupado Paco, el dueño del piano y en hálito de responsabilidad y preocupación exclamó; ”un poco más” que era lo que faltaba para asegurar un firme punto de apoyo. Patricio, ocurrido que era, soltó la porción de piano que le correspondía y poniendo su manos arriba del tecleado, entonó el bolero de “Un poco más” que estaba tan en boga. La risa desactivó las fuerzas de todos y el piano sufrió terribles consecuencias, la mejor de las cuales son ahora estos recuerdos.
Han pasado los años y uno se evapora con ellos. Nunca me gustó el espectáculo toros, pero ahora que veo como se ha manipulado esto de las corridas de sangre en una Consulta Popular adefesiosa y observo la manera como el alcalde de Quito ha remendado con gran hipocresía el resultado de la misma, me asaltan los recuerdos inocentes de una ciudad que ya no es la misma como tampoco lo somos nosotros, mucho más puros e inocentes que éramos respecto a los actuales revolucionarios que piensan que deben cambiarlo todo para complacer sus vanidades y su falta de grandeza.
He disfrutado mucho de su relato y me sumo a su conclusión.
Gracias.
Que como siempre en mis esporádicos encuentro con Henry, no puedo menos que disfrutar de su buena conversación y de sus bien puestos comentarios…que en lo referente a la «falta de grandeza» son desafortunadamente ciertos. Un abarzo al amigo. ¿Todo bien?…espero que sí
Otro gran articulo! Adelante Henry que te seguiremos.
BONITOS RECUERDOS HENRY, REFRESCANTES YLA ULTIMA PARTE ME GUSTO TAMBIEN SOBRE LOS REVOLUCIONARIOS ADEFESIOSOS QUE DIGO YO, MAL O BIEN HAN HECHO COSAS QUE OTROS NO HICIERON Y QUE EL PUEBLO NECESITABA VER EN SU HUMILDAD Y DESOLADA ESPERANZA!
Hermosos tiempos aquellos!!!
Muy buena la anecdota
Excelente publicación (para los que dicen llamarse ahora, Quiteños…)
Me gusta como escribe, lo hace con gran elocuencia. Gracias por compartir este ricón de su memoria con nosotros.
Gracias,
Mónica
Henry, felicitaciones que buenos recuerdos, yo, tambien guardo buenos momentos de aquellas memorables fiestas de diciembre, cuando en mi juventud con un grupo de amigos guayaquilenios nos uniamos al pueblo quitenio para celebrar desde la vispera de las visperas a esa querida, calida y muy ciudad de San Francisco de Quito.
Viva Quito carajo!!!!!
Lo peor de Quito es el simplote y lambon de alcalde que no se como lo eligieron. Este hombre es digno ejemplar para sacristan de una iglesia de pueblo. Que le pasa a los quitenos, acaso se les termino esa salsa fabulosa que tenian? Acaso esta falsa revolucion los tiene aturdidos?
SI…VIVA QUITO Y GUAYAQUIL CARAJO Y VAYAMOS PREPARANDONOS! QUE SALGAN LOS MAS FUERTES, CAPACES Y MUY HABILES PARA QUE EN PROXIMAS ELECCIONES NOS SALGA OTRO CORREA EN LO QUE SE REFIERE A SU FUERZA DE TRABAJO INAGOTABLE PERO, NO A SU FUERZA DE PELEA CALLEJERA Y DE BRONQUERO! DEBEMOS PREOCUPARNOS YA DE BUSCAR AL QUE EL ECUADOR SE MERECE COMO PRESIDENTE PARA LOS PROXIMOS 5 ANOS SIGUIENTES, PORQUE ESTE PRESIDENTE CREO QUE NO CAMBIARA Y EN SU PREPOTENTE MENTALIDAD EL HA DE CREER QUE «DESPUES DE EL EL DILUVIO» Y SI NO ENCONTRAMOS UN BUEN REEMPLAZO, ASI PODRIA SER!
no soy de quito, no soy ecuatoriana. me gusta tanto leer las historias de tiempos pasados del hermoso pais hermano. con atencion y transportandome, me hizo vivir lo escrito por ud. me gusta su prosa.
zaelia
Muy interesante y muy bien escrito. Escrito con elegancia y con estilo bien agradable. Felicitaciones calurosas Henry Raad. Me encanta leer tus crónicas.
ESTIMADO GIOVANNI, EFECTIVAMENTE EL ALCALDE DE QUITO NO ESTA A LA ALTURA DE LOS SENORES DE ANTES PORQUE DEBES RECORDAR QUE 15 ANOS LES TOMO A LAS CLASES BAJAS EMPOLTRONARSE EN EL PODER OBLIGANDO A LOS BOBOS DEL ECUADOR A ACEPTAR OTRO HIMNO PATRIO, OTRAS GENTES CON SUS COSTUMBRES Y SOBRETODO HACERLE LA GENUFLEXION A CASTRO, CHAVEZ Y CORREA! QUE EN HONOR A LA VERDAD ESTE HA TRABAJADO BASTANTE, ES INCANSABLE, OJALA TAMBIEN LO FUERA PARA UNIRNOS ENTRE HERMANOS, EL NOS TERMINO POR SEPARAR!
Norma Echeverría, no estoy en contra de las clases altas, pero me parece un comentario poco cristiano y decepcionante que alguien pueda pensar que solo los que son como «los señores de antes» tienen dercho de llegar al poder. A que se refiere Ud.? a las personas que por generaciones tuvieron dinero y por tanto mas oportunidades para llegar a puestos muy altos?? Creo que si alguien de «las clases bajas» según sus palabras llega a tener poder, debe ser aplaudido y respetado, por que le ha costado mucho mas esfuerzo instruirse y escalar posiciones.
Lo que no se justifica es que alguien de cualquier clase que llegue al poder, abuse y sea corrupto y que protagonice situaciones vergonzozas ante sus compatriotas y ante los ojos del mundo.