Hace algún tiempo escribí sobre la nacionalidad ecuatoriana y la semana pasada en las clases que dicto en la Universidad Católica de Guayaquil varios alumnos me preguntaron porque con tanta facilidad en el Ecuador se concede nuestra nacionalidad a los futbolistas extranjeros. Al respecto realice las siguientes reflexiones que las quiero compartir con ustedes:
El tratadista ecuatoriano Juan Larrea Holguín, sostenía que “La nacionalidad es un vínculo jurídico y político que relaciona las personas con un Estado, de tal modo que origina un estatuto que les distingue de la situación de las demás personas que, por contraposición se llaman extranjeros”. Por otro lado, el ex presidente del Ecuador Doctor Carlos Arroyo del Rio decía poéticamente que la nacionalidad es algo que “Palpita y que barbota” en cada persona.
Por otra parte, la Constitución ecuatoriana en su artículo 7 señala quienes son ecuatorianos y ecuatorianas por nacimiento.
Asimismo, es importante anotar, que el artículo 8 de la Constitución actual determina quiénes son ecuatorianas y ecuatorianos por naturalización y en su numeral 5 menciona: “Las que obtengan la nacionalidad ecuatoriana por haber prestado servicios relevantes al país con su talento o esfuerzo individual”.
Con relación a los extranjeros que han prestado servicios relevantes al país, en Ecuador se ha concedido este tipo de nacionalidad entre otros a Paúl Rivert un destacado arqueólogo de nacionalidad francesa y a Monseñor Domingo Comín de nacionalidad italiana entre otros.
Lamentablemente, en los últimos años este honor ha sido concedido sólo a los futbolistas, desvirtuando el concepto para el que fue creado, lo peor es que a los que se les otorgó este privilegio se fueron del país a jugar en equipos extranjeros. Un ejemplo de lo que afirmo son los siguientes casos:
Wilson Simoes de Souza, Ariel Graziani Lentini, Carlos Alberto Juárez, Julio Marcelo Fleitas, Carlos Alejandro Alfaro Moreno entre otros.
A todo esto se suma, que la falta de precisión en el principio constitucional referente a la nacionalidad de honor ha provocado que se caiga en el abuso y mal uso de ella, olvidándose que debería entendérsela como el más alto honor que se le puede dar a un extranjero.
Se esgrime el argumento por algunas personas que se deben nacionalizar deportistas extranjeros para que puedan integrar la selección nacional en diversas disciplinas. Se olviden que se ha dejado carta abierta para que se tergiverse esta figura. En consecuencia, hoy asombrosamente se solicita la nacionalidad de honor para disminuir la cuota extranjera que tienen los clubes o equipos nacionales.
La triste realidad es que los servicios relevantes al Ecuador que debieron realizarse antes de concederse la nacionalidad de honor no guarda relación con el caso de los futbolistas que posterior a que se les entregue la carta de naturalización recién se disponen a tratar de realizar los servicios distinguidos al país en el caso que los realicen.
En fin de fines, espero que estas pequeñas reflexiones sirvan que se actué con mayor criterio ya que entregar indiscriminadamente este reconocimiento a un extranjero hace perder su verdadero valor.
Es una pena como los valores nacionales se desperdician, no se los desarrolla y se opta por lo mas facil, el traer deportistas ya formados, pero que vienen con sus manas adquiridas y una vision de superioridad con respecto a lo ecuatoriano.
Es ademas una pena que en nuestro pais se de tanta importancia a lo futbolistico y no a lo cientifico – cultural. Estos son los individuos que se necesitan en nuestro pais para su desarrollo.
Menos tiempo dedicado a la vanalidad del futbol y mas tiempo al trabajo y los estudios.