El gobierno que nos merecemos.

La principal responsabilidad de todo gobierno es la paz social. Cuando la intervención del estado es democrática, debe garantizar la legítima facultad que tiene cada hombre para ejercer libremente sus derechos.

Nadie puede reclamar un derecho para sí mismo, sin reconocer ese mismo derecho para los demás. El deber es una necesidad moral; el derecho es un poder moral.

La libertad es el poder que tenemos para ejercer ese derecho, pero dando a los demás el mismo poder para ejercer su propio derecho. El mayor respeto de un gobernante hacia sus gobernados, es su convencimiento de que el hombre debe ser sagrado para el hombre.

El hombre en sí mismo es un fin y no un medio. El individuo es inviolable en su esencia, así como también es inviolable en su accionar.

La libertad es el derecho soberano que tenemos para decidir nuestras acciones. Los derechos de un individuo, no pueden suprimir los derechos de otros individuos. El derecho de un hombre debe ser el consenso de las libertades de todos los hombres.

La razón del poder es el equilibrio social. El gobernante debe ser el primer gestor de este propósito. El que quiere el fin, quiere los medios. El que quiere la paz,en la paz tiene los medios.

No podemos concebir una patria en armonía, si el medio para conseguir esa paz se basa en la discordia generada desde el centro del poder.

Jamás se debe manipular al hombre. No se lo debe manosear en sus resentimientos para generarle disconformidades que dividan a sus propios hermanos para llegar a una agresividad que los aniquile a todos. La manipulación solo fragmenta y provoca luchas sangrientas. La libertad de un hombre, es la suma de la libertad de todos los hombres.

El gobernante que abusa de su derecho en perjuicio del derecho de otro; no está en su derecho.

La paz es un derecho natural que deriva de la misma naturaleza del hombre. Existe por sí misma en la intimidad de cada ser, aunque no esté escrita en ninguna ley del hombre.

La libertad religiosa es intocable. La relación entre el hombre y Dios, solo depende de su conciencia. Los derechos se fundamentan en las libertades.

Estas son resultado del consenso de todas las ideologías para garantizar el libre albedrío de nuestras acciones. No existe poder que pueda abolir o limitar esta independencia. Quien la suprima o la limite es un tirano que nos quiere esclavisar. La libertad no puede ser prisionera de una ley impuesta que nos diga como pensar, como actuar, que creer. Eso es una tiranía disfrazada con ropaje democrático.

La libertad es una postura frente a la vida y una actitud ante a la muerte. Nadie te la puede otorgar, ni nadie te la puede quitar. Es un regalo que te haces a ti mismo con el privilegio de tomar tus propias decisiónes. Debes defenderla con tu vida, pues perderla te quitaría la vida. No tengas miedo de luchar por ella. Debes decirte a tí mismo…el único miedo que tengo es el miedo a tener miedo y ese miedo nunca lo tendré.

Un mandatario que sea respetado es un patriota. Un mandatario que sea temido es un tirano. El gobernante está obligado a ser tolerante con los que no piensen como él. Sus opositores deben ser los más respetados en su accionar. En la tolerancia a la discrepancia está la paz y ésta solo se consigue cuando desde la cabeza se irradia esa paz.

El respeto a la independencia de poderes es indispensable para la convivencia trasparente de un estado. Este es el balance democrático que impide el abuso del poder. Constituye la esencia del propio control para que nadie se sobrepase en el ejercicio de la función para la que fue electo. De esta manera la sociedad se asegura que nadie pueda abusar y acaparar el poder para su propio beneficio y así acumular más poder.

El gobernante debe fomentar la productividad como uno de los pilares más sólidos de la política estatal. El lograr que cada ecuatoriano cubra con su trabajo sus propias necesidades, es un fin y no un medio.

No podemos concebir un estado que mediante un subsidio vergonzoso genere más mendigos; cuando debería crear más fuentes de trabajo para que puedan trabajar.

Debemos vivir en un país donde el respeto a la libertad sea una cuestión de vida o muerte, la tolerancia para permitir que cada ser exprese libremente lo que piensa, es la mayor demostración democrática del equilibrio social logrado por un gobernante maduro, que piensa más en los que no piensan como él; que en él.

La muerte para los tiranos ha sido el precio que a través de la historia han tenido que pagar aquellos que pretendieron serlo. El autoritarismo solo lleva al exterminio de los pueblos. No hay tirano que dure toda la vida, ni déspota al que le dure para siempre un adulón.

Necesitamos un Ecuador diferente.

Debemos vivir en un país donde el respeto a nuestras diferencias, sea la mayor muestra de convivencia pacífica. Nos merecemos un gobierno que nos garantice la libertad que heredamos. Debemos lograr una república donde el cuidado a la vida sea más importante que la resignación a la muerte.

Debemos crear un país de oportunidades.

Si tenemos que morir para vivir de esta manera, derramemos nuestra sangre para refundar una nación libre, rebelde y sin tiranos.