El año que pasó

Se lo puede analizar de distintas maneras. Debemos evaluar si estanos mejor o peor que antes. La respuesta cae por su propio peso: Las condiciones no han mejorado. Hemos llegado con desparpajo a una nueva corrupción disfrazada de revolución, que sigue siendo la misma corrupción.

La inmunidad para los corruptos es política de estado. Se han encontrado a funcionarios corruptos en fragrantes actos, que no han sido fiscalizados ni están presos y por el contrario se los ha solapado para dejarlos descaradamente en la impunidad.

El otro día recibí la foto de un yate que fue comprado por un alto funcionario, que antes estaba quebrado.

A nombre de una revolución que solo es un enunciado publicitario, se ha roto la institucionalidad del estado. El autoritarismo es la norma vigente de una dictadura con ropaje democrático.

La metida de garras en la justicia no puede ser más evidente.

Los opositores del gobierno han sido enjuiciados en procesos parcializados. Las sentencias fueron hechas por magistrados que no podían hacerlo y cuyas providencias representaban los intereses de los acusadores. Las mismas fueron preconcebidas fuera del lugar donde debían hacerse, bajo la sumisa aceptación de quienes eran ordenados para decir que fueron ellos los que las hicieron.

A la cabeza de todo esto ha estado el más grande mal tratador femenino de la historia. El principalísimo insultador no ha escatimado epítetos y frases soeces de las más bajas condiciones, para ofender la honra de cualquier mujer de turno.

Qué decir de las ofensas masculinas proferidas contra todo el que ha caído bajo su desgracia. Ataques sin misericordia hechos por odio o simplemente por burlarse para sacar risas de una caterva de adulones que pululan a su alrededor.

En mi profesión se sabe que sicológicamente el mecanismo de proyección es aquel que se utiliza para endilgar a otro lo que en el fondo uno mismo lo es. Todos los epítetos, insultos e incluso roles personales no muy bien definidos y dudosos, se exteriorizan hacia quienes son insultados, pero revelan lo que quien insulta lo es.

En psiquiatría hay una entidad patológica que se llama la estupidez relativa. Esta se define como la condición de un grupo de mediocres, donde un estúpido que sobresale, siempre tiene a varios estúpidos relativos que lo aplauden.

Por otra parte, que decir de las violaciones permanentes a una constitución hecha por ellos para privilegiar sus intereses y cuando no lo hacen; la violan.

Otra canallada son los abusos de poder a base de intimidaciones, amenazas e incluso encarcelaciones. Esta es una práctica común de todo funcionario contra el que se les oponga.

Vivimos una dictadura enrumbada a la tiranía.

Por parte de esta gente no ha existido la capacidad de reflexión sobre los errores cometidos. Por el contrario, con una megalomanía omnímoda, se han creído predestinados para hacer los cambios que están destrozando a la sociedad. Están poseídos de la convicción íntima y tozuda de que el precio de ese cambio, incluye derramamientos de sangre, encarcelamientos, muerte o lo que haya que hacer para que se den.

Son tan engreídos que tienen el convencimiento que arrasando el orden social establecido, están generando una nueva sociedad, donde solo ellos saben lo que necesitamos y el resto somos unos brutos que no sabemos nada.

Estos “valientes patriotas”, sin el poder no son nada. Antes de tener su cuarto de hora, eran unos fracasados que tenían el resentimiento propio del que nunca fue nada. Ahora se creen intocables y piensan que lo hecho por otros ha sido perverso. Desconocen los méritos de los hombres anteriores y no existe más dios que aquel que adulonamente lambonean. Han proyectado sus resentimientos a todo lo que han podido. Si fueron capaces de sacar a dios de la constitución son capaces de todo. Si fueron capaces de utilizar a la religión como medio para llegar a un fin, no tienen escrúpulos.

La honorabilidad y los valores de quienes nos pretenden controlar, son solo sentimientos elásticos que como un gran chicle se estiran a la conveniencia de lo que en el momento sea necesario para que se justifique sus acciones.

Así, los que eran sus enemigos, hoy son unos patriotas y los patriotas son sus enemigos. Están tan embrutecidos por el autoritarismo, que han perdido la noción de las circunstancias que rodean el ejercicio de esta mal habida autoridad. Se han convertido en todo lo que odiaban. Antes achacaban a los que abusaban del poder.Hoy hacen exactamente lo mismo. Los amarres, las prácticas sucias y sobre todo el estar dispuestos a hacer lo que sea para conservar lo que tienen, son los anti valores que practican a nombre de esta nueva era.

El que quiere el fin quiere los medios. El que quiere como fin perennizarse en el poder, utiliza todos los medios para conseguirlo. Estamos viviendo una degeneración de valores morales.

Se nos pretende imponer nuevas conductas a base de la separación y el miedo. Quieren ponernos de rodillas con el terror y la persecución.

Son unas gárgolas carroñeras de la ética.

La prepotencia junto a la mentira bien comunicada, son la base estructural de los nuevos anti valores del escuálido ciudadano de este tiempo.

Ya no hay religión, escrúpulos o ley que los contenga. Vivimos bajo un desenfrenado y lascivo morbo placer que los obliga a dañar a quién se les antoje.

Los héroes patrios solo fueron individuos que no hicieron nada por la patria.

El año que viene es incierto y sangriento. Igual que los vampiros; cuando chupan por primera vez la sangre, siempre quieren más sangre. La voracidad por tener el poder los llevará a mantenerse en el mismo a costa de hacer lo que sea. Todo esto a nombre de la sagrada patria que hoy depredan y mancillan