Entrevista a Dallyana

Audaz

Por tres miembros de mi familia. Yo sabía que no iba a ser del agrado de todos, es sin duda muy polémico. Sin embargo y sin creer ser egoísta, no quisiera dejar de hacer las cosas que me gustan, que considero correctas o positivas para mi carrera, porque algunas personas no estén de acuerdo. Respeto el trabajo de los demás y la forma en la que manejan sus vidas y espero reciprocidad. Mi estrategia para no desviarme de mi deseo o para evitar que alguien lo mate, es no contar lo que voy a hacer sino hasta que está hecho.

Hace 10 años formo parte de la televisión nacional, de un mundo donde la estética tiene un valor alto, tal vez demasiado. Sin embargo, no ha sido un arma que he utilizado para alcanzar mis metas, ha sido un complemento de mi carácter y personalidad.

Siento un amor tan grande por mi país y por su gente, que a veces me dan ganas de emplear todas mis fuerzas, relevancia social y rebeldía, en dedicar mi vida a ser parte de un cambio. Hay un sentimiento de lucha dentro de mi que como un magneto me jala hacia ese lado. Me encantaría que los jóvenes dejen de ser invisibles y levanten sus voces para ser escuchados como sin duda ocurría en la época de mi padre y de mi abuelo. Lamentablemente, para gran parte de mi generación, los gobiernos con los que crecimos no nos han provocado más cosa que dejarlos en el olvido y alejarnos lo más posible de sus retorcidas y avergonzantes prácticas.

La vida me ha enseñado que la clave es ser 50/50. Hacer todo por pasión me ha llevado a impulsos de los que he salido airosa pero de los que habría podido acortar camino. Y hacer todo mental me ha llevado a desconectarme del corazón y a tomar decisiones que termino por arrancar de mi vida. Creo que actúo con pasión, desde la razón.

No lo sé, no lo había notado. Será porque no estaba pensando en lo que mis “admiradores” esperaban ver, sino en lo que yo quería transmitir. En la foto de la portada donde percibo que sucede esto, lo asocio con el distanciamiento; ese distanciamiento que limito con las manos en símbolo de rechazo. La foto de “la bañera de la furia” es la que más ha gustado según la opinión de mucha gente, y no por la piel, sino por el sentimiento que llevo impregnado en mi rostro. Son diferentes mensajes y supongo que la mirada; entre los nervios, mi auto-presión por lo quiero comunicar, el frío, el equipo de trabajo, el esfuerzo corporal… se me pierde.

No es un tema vencido, soy tímida. No soy una mujer que anda haciendo amigos en cada esquina ni que puede dirigirse hacia un hombre y entablar una conversación de la nada. Soy algo introspectiva y me cuesta sentirme parte de un grupo si no conozco a las personas. Pero no lo considero un problema, me gusta ser así.

Mi texto de SoHo es una crítica que hace a la televisión, alguien que trabaja en ella. Mi crítica no está dirigida a los productores que hacen televisión, sino que es una invitación al televidente a ser más exigente con los contenidos para que dejemos de ser subestimados. Nunca me he sentido parte de la mala televisión – como lo menciono en mi texto – “esa que se burla de los pobres, de los débiles, de las minorías”. No soporto ese lugar común, ese chiste fácil de burlarse de los estereotipos del homosexual, el negro, la india, los montubios, la mujer, las gordas, las locas, etc. Me avergüenza a veces la televisión nacional, creo que los ecuatorianos somos mucho más que eso. Así es como prevalecen los complejos y perdemos identidad. Me parece además, que es el derecho y el deber de toda persona mirarse hacia adentro. Desde la introspección pueden salir pensamientos muy válidos. Específicamente críticas. Si mis cuestionamientos hacen a la gente replantearse ciertas cosas y si mis cuestionamientos hace que la televisión mejore sus prácticas y contenidos; habremos ganado todos.

Mis manos, pies y ojos. Creo que sobre ellos recae el peso de mi vida y son mis cables a tierra. Siempre se encuentran los tres descansando sobre la arena sumergida en mi existencialismo. Me fascinan de verdad, son poderosamente energéticos.

Me lo habían dicho antes sabes… Siempre quise tomar un taller de escritura para desarrollar esta habilidad pero me metí a estudiar actuación que también me apasiona y por cuestiones de tiempo, ya llegará su momento. Mientras tanto, practico escribiendo cosas muy personales y este texto que aceptó publicar SoHo (lo cual me llena de ilusión por sus plumas de lujo), ha sido una revelación para mi. Y te cuento por qué… El texto en primera instancia, no debía escribirlo yo. Debía escribirlo un gran escritor a partir de sus impresiones de la sesión fotográfica, pero me falló. Mi inspiración nació de un momento de dolor y de tener la experiencia vivida a flor de piel, se conjugaron bien ambas cosas. Pero todo pasa siempre por algo! Esta necesidad y presión me sirvió para darme cuenta de lo que soy capaz de lograr. Y sin querer, fui la primera mujer de portada SoHo que además escribía y publicaba su propia historia.

Todo tiene una historia. Es una flor originaria de América y Africa llamada “Hibiscus”. Para mi, es una de las flores más exóticas del mundo y me recuerda siempre la frescura del mar y la belleza de la vida. Me la tatué a mis 23 años en Boca Ratón, sobre un primer tatuaje que me hiciera a mis 19. El artista logró hacer algo que yo creía imposible: convertir a un dragón en una flor. Amé la metáfora.

Tan sólo un profundo agradecimiento por permitirme conocer sentimientos que mi ser provoca. Pasa por un tema espiritual, me siento un alma receptiva a emociones sinceras, reales, normales que no hay por qué esconder. Nada valoro más que quitarse las máscaras y llegar a SER sin importarnos nada más que nuestra propia felicidad. Y por supuesto, sin hacerle daños a terceros. Gracias a ti Henry, por haberme dado el honor de ser la protagonista por un instante, de tu mágica pluma.

Tenía muy claro todo lo que iba a desencadenar, mis únicas palabras de negociación fueron “va a ser la portada más vendida, vamos a hacer historia, impriman más ejemplares de lo normal”. Yo siempre lo tuve muy claro, mi aporte al curso de la revista en el país, sería inmenso. Más allá de la remuneración económica que a mi no me mueve ni un pelo, no sólo porque no me haga falta, sino porque a mi no me mueve el dinero; mi condición principal era tener completo poder sobre el concepto de la fotografía, el equipo de trabajo, la producción, dirección y contenido del artículo. Esta producción como pudiste ver, se sale de la línea estética y editorial de las demás. Me lo permitieron todo, porque confiaron. Quise aprovechar este espacio (tabú de por sí para nuestra sociedad) para hacer una declaración contestataria y contracultural, poner una bomba en escena de la que nadie se olvide jamás. No mostrar carne por carne, sino que mi imagen sea un medio para dar el mensaje. Pero, como ya se sabe: el medio es el mensaje. Si criticaba a la tv haciendo yoga en el parque, nadie se hubiese volteado ni a ver. Quise hacer algo polémico que sembrara la semilla del debate sobre algunos temas; desde la desnudez, hasta el contenido de la tv. Lograr lo que me propongo me satisface y me engrandece el espíritu… no la cantidad de dólares, ni malas críticas, ni de ovaciones. Era sacudir cabezas, crear reacciones para bien o para mal… sentar un precedente.

Por supuesto y gracias a Dios que sí. Mi generación no mantiene lo que yo considero “malas costumbres aún en práctica” de generaciones anteriores. Desde cosas muy sencillas como que en una comida entre amigos ningún hombre se sienta a esperar que las mujeres cocinen, que les sirvan o que laven los platos… todos hacemos todo. Cosas como, que las mujeres con las que yo frecuento de mi generación son profesionales, autosuficientes, independientes y muchas veces, sostén de su hogar. A las mujeres de mi generación las siento más seguras, alegres, libres, capaces, soñadoras y guerreras.

No soy feminista activista, simplemente llevo una vida de feminista. Sin embargo, cada día a través de mi espacio en televisión me uno a apoyar causas contra el discrimen en beneficio del acceso a la igualdad de derecho de las mujeres.

En lo absoluto. Creo que eres consecuente con tus emociones. Al viejo verde le tengo asco y lo desprecio por la energía que me transmite. Por otro lado están los caballeros, esos hombres maduros eternamente románticos que mantienen una preciada, exquisita e íntegra percepción de la belleza.

No he encontrado sentimiento más cálido en la vida que ser la añoranza de alguien. Ser inyección de vida, ser inspiración, atraer los mejores y más felices recuerdos de un ser humano, es un regalo que el universo me ha hecho llegar en más de una ocasión y me completa, en silencio. Me completa porque además de provocar un sentimiento tan noble y codiciado como la libertad, me permite reconocer que la vida no se termina donde algunos piensan… nunca se acaban las cosas por hacer, mientras haya un mañana.