Aparentemente derivada del latín “vacans”, vacaciones significa: estar libre, desocupado, vacante. Disfrutar de unas vacaciones, de unos días al año no de no hacer nada, sino de hacer lo que se quiere, es beneficioso para la salud, evita el estrés y proporciona descanso.
Las vacaciones son necesarias no solo para los chicos, también para los grandes, en sí, para todo el mundo. A veces pienso que por eso morimos en este mundo, porque llega el momento de tomar unas largas vacaciones. Siempre necesarias. Si no paramos nosotros, alguien, la vida misma, nos para. ¡Hasta aquí! Nos dicen. ¡Ahora a descansar!
Como dije al inicio, vacacionar no es pasar vagando día tras día. La vida hay que aprovecharla y justo en esos días de no tener las responsabilidades rutinarias se puede aprovechar para buscar nuevos horizontes. Algunas personas han encontrado actividades que luego han incorporado a su vida, a partir de prácticas vacacionales.
Es costumbre de hace algunos años, que a los niños se los envié a campamentos, se los ponga en cursos vacacionales, en actividades deportivas y además que la familia salga de viaje. Todo eso es bueno, solo que vale la pena detenernos a pensar que es lo que le va mejor a cada uno, recordando la máxima: lo que es bueno para uno no siempre es bueno para todos. Son las vacaciones y no debemos transformarlas en época de tortura. Recordemos que hay actividades para todos los gustos. Lo importante, recalco es evitar estar sin hacer nada y más aún, evitar muchas horas frente al televisor o usando los equipos de alta tecnología que hoy están al alcance de niños y adultos. Algo que da buenos resultados es combinar actividades deportivas e intelectuales y por supuesto, de acuerdo al alcance de cada bolsillo, cambiar de ambiente, así sea por pocos días. Gracias a Dios en nuestro país tenemos diversos lugares, paisajes, comida, clima, en fin, una diversidad increíble para todos los gustos. Costa, sierra, oriente y región insular. Se puede planificar alguna escapada a cualquiera de estas regiones y disfrutar de ese momento en familia. Darle importancia a eso, al momento en familia, dejando los compromisos con amigos, no precisamente a un lado, pero si en un segundo plano. Aprovechar para enterarnos más y mejor acerca de lo que a cada miembro de la familia le ocurre, conversar, analizar, proponer ideas para mejorar la convivencia. En fin, las vacaciones sirven para mucho. Estar “vacante”. También propongo unas vacaciones mentales, dejar de pensar tanto y en tantas cosas, incluyendo dejar de pensar en el fin del mundo, y aprovechar para vivir sintiendo la alegría de cada gesto de Dios en la naturaleza y en nuestras propias vidas.