El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad – Ernest Hemingway –
Tenemos que reconocer que a nivel macro el mundo no está en su mejor momento en el aspecto económico, ni en su apogeo en la parte social. El concepto de familia con el tiempo ha ido decayendo crónicamente. En nuestro país es imposible no darnos cuenta de los abusos de unos ecuatorianos hacia otros; y esto desde hace muchísimos años. La falta de humildad se muestra en que queremos ser el centro de atención en las conversaciones, molesta que a otra persona la aprecien o alaben más que a nosotros, etc. Alguien de mucho dinero y fama dijo en broma: Si tan sólo tuviera un poquito de humildad, sería perfecto.
Todo esto debe hacernos reflexionar y buscar la raíz del problema. Y al hacerlo nos daremos cuenta que el egoísmo siempre ha estado con nosotros, pero algo mas nos atormenta: la falta de humildad.
Conocedores de que el orgullo divide la sociedad, mientras que la humildad nos une no podemos hacernos sordos a este mensaje. En palabras de John Maxwell: Un hombre debe ser lo suficientemente grande como para admitir sus errores, lo suficientemente inteligente como para aprovecharlos y lo suficientemente fuerte para corregirlos.
El hombre humilde no aspira a la grandeza personal que la gente común admira porque ha descubierto que otras cosas son superiores. No está en competencia. Tiene una visión correcta de la realidad. Lo que es bueno y lo que es malo.
Cuando no actuamos con humildad empezamos a buscar ser superiores. Y parecemos al necio – del cual todos tenemos un poco- que se jura indispensable en su cargo, puesto o posición.
No podemos corregir las cosas que podríamos descubrir como malas en nuestra vida. Con la humildad nace un nuevo concepto de familia, amigos y personas en general. No se busca un trato especial. Mas bien se trata de dar un trato especial a los demás. La humildad es capaz de transformar cualquier ambiente.
Pero para ser humildes debemos conocernos a nosotros mismos con nuestras fortalezas y debilidades. No es fácil conocernos porque siempre la falta de humildad nos quiere confundir. Pero es necesario conocernos para aceptarnos como somos. Aceptarnos no es lo mismo que resignarnos. Al aceptarnos debemos entender nuestras debilidades para luchar contra ellas. Al aceptarnos nos lograremos amar. Y esa es la base de la humildad. Porque una vez que estamos en ese punto podemos dejar de ponernos en primer lugar al dejar de pensar demasiado en nosotros mismos, una despreocupación responsable; y sabiendo lo que valemos no tenemos que demostrar nada. Con esto pondremos las necesidades de los demás primero.
Pero la gran ventaja del humilde es que experimenta mayor alegría, gozo, y una felicidad interior, desconocida para el egoísta y el orgulloso, capaz de transformar incluso lo feo en hermoso.
Muy aleccionador. Gracias, me ha servido leerlo.