La vida es un carnaval a donde pasa de todo. Estando prevenidos en ese sentido debemos procurar disfrutarlo. Se trata el tema de la amistad y de aprender a ponernos de acuerdo como lo hacen los buenos amigos en las épocas en que todo resulta des-complicado. Si revisamos la historia de la vida, los amigos cuando chicos, se ponen de acuerdo fácilmente para realizar cualquier actividad o efectivizar cualquier propósito. Esto ocurre porque lo que motiva el acuerdo es el deseo de pasarla bien y de disfrutar. No importa cuán importante sea el proyecto o cuán difícil. En la niñez y en la juventud, las metas entre amigos siempre están aseguradas. Pocos son los que andan con rodeos o los que piensan egoístamente solo en sí.
Algún fenómeno debe ocurrir cuando se madura, aparentemente, con el paso de los años, porque ponerse de acuerdo resulta cada vez más difícil. Cada uno quiere salirse con la suya, imponer su criterio y “ganar” en una partida que al fin y al cabo no le pertenece a nadie.
Entonces surgen los problemas, las enemistades y se empiezan a vivir los sinsabores de malos ratos. Alejamos a la gente y nos alejemos y vamos reemplazando a unos con otros. Cuando en realidad no debería ser así. La gente que está a nuestro lado en el caminar de la vida, por alguna razón está y debemos descubrir eso.
En el carnaval de la vida, que no nos engañen las máscaras ni los disfraces. Ni la cara ni la manera aparente de ser. Busquemos más allá en cada individuo, aprendamos a descubrir lo bueno y valioso que hay dentro de cada ser humano. Que no nos pase como al payaso del poema, que metido en sí, “ensimismado” solo veía el dolor y estaba sumido en una depresión sin salida, aún así haciendo reír a los demás, cuando se ponía su disfraz de payaso, pero sin encontrar para él, el remedio a su tristeza y a su soledad, lo que lleva a decir al autor de aquel poema: “El carnaval del mundo engaña tanto, que la vida son breves mascaradas, aquí se aprende a reír con llanto y también a llorar con carcajadas”. Que eso no suceda en nuestras vidas, y a que a pesar de que el aprendizaje forzoso al que nos lleva el dolor, no ciegue la vista a la luz de lo bueno, lo positivo y a todo aquello que nos da felicidad.