El general de la Fuerza Aérea Hafez Al-Assad (1930-2000), asume el poder de Siria en 1970, mediante un golpe de estado; sometió a su país a sangre y fuego durante casi 30 años, fue responsable de represiones brutales como la “masacre de Hama” de 1982, que ha sido descrita como “el acto más brutal hecho por ningún gobierno árabe contra su propio pueblo en el Oriente Medio moderno”; amén de ejecuciones extrajudiciales que ordenó contra los opositores de su régimen. Nadie podía estar seguro, bastaba una simple denuncia para ser encarcelado y torturado; para esto, funcionaba una eficaz red de informantes de la policía y sus agentes. Renovó su poder a través de reelecciones “libres” en 1971, 1978, 1985, 1991, todas con una abrumadora mayoría del 99,98%, era el candidato del partido único.
Al morir Hafez Al-Assad, que gobernó Siria con mano de hierro; le sucedió, como si fuese una dinastía, su hijo Bashar (1965); en realidad el sucesor natural era su hijo Basil, designado como tal en 1994. Basil murió en un accidente, este hecho permitió que Bashar sea entronizado en el poder, de inmediato fue “ascendido” a general del Estado Mayor y Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas; nombrado candidato único, como su padre, por el Partido Baath Árabe Socialista; fue elegido Presidente, mediante referéndum amañado, el 10 de julio de 2000. Su mandato planteó un esperanzador cambio democrático, pero sólo fue un espejismo; en realidad, el gobierno de Bashar fue el segundo tomo de la brutal dictadura de su padre. Miles de opositores han sido arrestados, torturados y asesinados desde el inicio de su mandato; su hermano Maher sería el responsable de la represión, ya que es el comandante de las fuerzas especiales sirias; además, ejerce el control de las temidas milicias denominadas Shabbiha. Se dice que la “Shabbiha no son más que bandas de criminales compuesta por matones y delincuentes afines al régimen dictatorial sirio”.
La primavera árabe que libró de sus sátrapas a Túnez, Egipto y Libia, tuvo repercusiones en el pueblo sirio; tras el estallido del proceso revolucionario de marzo de 2011, la represión al pueblo sirio ha sido más despiadada. En días pasados el Consejo de los Derechos Humanos de la ONU adoptó una nueva resolución que “condena las violaciones cada vez más graves de los derechos humanos en Siria y pide al régimen de Bashar Al Assad autorizar un ‘acceso sin obstáculos’ para las agencias humanitarias”.
De los Estados miembros del Consejo, 37 votaron a favor, 3 se pronunciaron en contra (Rusia, China y Cuba) y 3 se abstuvieron (Ecuador, India y Filipinas).
A más de la mayoría de países de occidente, casi todos los países Árabes condenan la brutal represión del gobierno sirio; el parlamento de Kuwait, aprobó una resolución no vinculante para el gobierno llamando a armar a la oposición siria y a romper relaciones diplomáticas, al igual que el primer ministro de Qatar dijo ser favorable a la entrega de armas a la oposición.
Claramente vemos quienes son los amigos de la feroz dictadura que impera en Siria, desde hace 4 décadas.