Exclusivamente la inversión en salud preventiva puede disputar la importancia en prioridad que la inversión en educación especializada y de alta calidad tiene en el futuro de los países en vías de desarrollo, entre los que se incluye Ecuador. Las demandas y exigencias de la globalización y los anhelos que el gobierno Correísta tiene de insertar soberanamente al Ecuador en la vorágine de desarrollo del siglo XXI, únicamente podrá ser viable mediante el mejoramiento del nivel académico de los profesionales llamados a contribuir con el desarrollo de nuestra patria.
Un gran acierto social del presidente Correa se materializa en un programa relativo a la educación. El Presidente anunció hace pocas semanas la decisión de su gobierno de ampliar el número de becas disponibles para estudiantes de excelencia que aspiren a educarse en Universidades de primer orden a nivel mundial. Inicialmente, se anunció este beneficio para quienes basados en sus capacidades y talentos académicos deseen realizar estudios de cuarto y quinto nivel en el exterior. La extraordinaria oferta se ha extendido a los alumnos bachilleres mejores puntuados en los exámenes ahora requeridos para ingreso a las Universidades públicas del país. Es decir, la oferta de becas actual, incorpora también a estudiantes candidatos a cursar el tercer nivel de educación. Lo que traducido a un lenguaje más simple, significa que existen becas disponibles para carreras universitarias, estudios especializado o de maestrías y, obtención de doctorados o PhD.
Oficialmente, y con dineros del pueblo ecuatoriano, se abre una de las más importantes e inalcanzables puertas para casi la totalidad de nuestros estudiantes: la posibilidad de una educación de élite mundial. Posibilidad, que de acuerdo a las estadísticas, ha sido bastante reducida y mayoritariamente aprovechada por estudiantes y profesionales de la Sierra. Esperemos que esta nueva oportunidad sirva para equilibrar las intenciones de estudios superiores de los estudiantes de la Costa, especialmente de Guayaquil, la todavía más populosa ciudad del país y con el mayor índice de estudiantes, de industria y negocios privados.
La educación de excelencia, especialmente la de élite mundial, generalmente es exorbitantemente costosa o de muy difícil acceso, en especial, para los estudiantes extranjeros que adicional a los costos del programa educativo, deben incluir los gastos de pasajes, impuestos, alimentación, hospedaje, seguros médicos, transporte, comunicaciones, etc. que incrementan superlativamente los valores necesarios para la sustentación del estudiante. El elevado monto de inversión necesario, convierte este anhelo en imposible sin la ayuda de becas, medias becas, préstamos estudiantiles y cualquier facilidad o ayuda económica. También es importante considerar los profundos sacrificios de carácter personal, que en muchas ocasiones incluye la necesidad de trabajar y de horas interminables de estudio para dominar idiomas que generalmente no son nuestra lengua materna.
Este extraordinario proyecto de inversión pública abre las puertas a un sueño que antes solamente podía ser cristalizado por una selectísima minoría. Bien por el gobierno, que apoyando este programa invierte inteligentemente en capital humano a mediano y largo plazo para el beneficio y desarrollo del país.
Solo falta que el señor Presidente instruya al funcionario líder del Servicio de Rentas Internas sobre los grandes esfuerzos económicos que le significan al estado la creación de establecimientos del milenio, los sueldos a profesores, el mantenimiento y equipamientos de las instituciones educativas en general y los elevadísimos montos que el estado necesita invertir por cada estudiante de una institución pública. Seguramente, esa explicación permitirá que se piense dos veces antes de ignorar los esfuerzos económicos que hacen muchos padres ecuatorianos al enviar a sus hijos a colegios y universidades privadas; aliviando considerablemente la carga al estado. Los gastos en educación, al igual que los gastos en salud, deberían ser totalmente deducibles de la fracción grabable, solamente así la política tributaria se alinearía con la inteligente política del gobierno en relación a temas educativos. Política tributaria, que por ahora ignora las grandes inversiones que hace el estado y desecha injustamente el esfuerzo económico de los padres de familia en la educación de sus hijos.
El progreso de nuestro país demanda continuos incentivos y desarrollo de proyectos en beneficio de la educación. El Estado, debe también incentivar a los padres que hacen esfuerzos y sacrificios por priorizar la educación de sus hijos en planteles privados que, en muchos casos, todavía brindan mejores condiciones que las instituciones públicas y que restan presión estatal para cubrir con mayores recursos las demandas educativas de una población estudiantil creciente. Por ahora, la inversión en educación de niveles superiores ejecutada por el gobierno, es un gran acierto, que merece ser reconocido.
Bravo!!!