Para el tiempo en que Verdi estrenó Un ballo in maschera, la Unificación de Italia estaba a dos años de ocurrir. Entre 1848 y 1858 el resentimiento, los disturbios y abierto desafío a las autoridades Austríacas fueron en constante incremento en Parma, la provincia nativa de Verdi y en la cercana ciudad de Piacenza. Después de 1848, muchos de los más radicales nacionalistas italianos se habían radicado en Turín enrolados en el ejército del Piamonte, mientras que otros se habían ocultado dedicados a “acciones subversivas”. Recalquemos que el Emperador Habsburgo era también el rey de Lombardía (Milán) y también del Véneto (Venecia). Debemos recordar también que parientes de los Habsburgo reinaban en Toscana y Módena. Así como las actividades subversivas se incrementaba en el territorio Italiano controlado por Austria, muchas fuerzas políticas legales se estaban alineando en contra de los austríacos. También recordemos que el único reinado independiente era el de Piamonte con Vittorio Emanuele II, hijo de Carlo Alberto quien había abdicado en 1849 en favor de su hijo.
Este Reino de Piamonte (Números 1 y 2 en el plano) que agrupaba una región desde Niza (ahora Francia) hasta Milán era conocido como el Reino de Cerdeña ya que también incluía la isla. La familia reinante, Carlo Alberto y Vittorio Emanuele pertenecían a la Casa de Saboya, lo que nos lleva al personaje principal en la unificación de Italia: Conde Camilo Cavour. Si Garibaldi fue el líder militar inspirador de extraordinario carisma, Cavour fue era el diplomático y político de extraordinaria inteligencia, gran visión y gran pasión de ideales. El fue la fuerza política detrás del rey Vittorio Emanuele y más que ninguna otra persona el responsable de la unificación de Italia bajo el Reinado de Cerdeña de la Casa de Saboya.
Camillo Cavour nació en Turín en 1810 (tres años mayor que Verdi) en el seno de una noble familia piamontesa. Entró al ejército pero se vio obligado a retirarse a los 21 años por sus “tendencias revolucionarias”. Se dedicó entonces a estudiar Ciencia Política, Agricultura Experimental y a viajar. En 1847, durante los meses anteriores a la revolución de 1848, Cavour fundó un periódico que llamó Il Risorgimento. La política editorial liberal y muy popular del periódico ayudó a que el Rey Carlo Alberto proclame una constitución para su pueblo y declare la guerra a Austria en 1848-1849 en apoyo a los movimientos revolucionarios de Lombardía y Véneto.
Cuando los austríacos derrotaron a Carlo Alberto, su figura se eclipsó, mientras que Cavour no sufrió lo mismo. Se mantuvo como una prominente figura en el reino de Cerdeña. En 1850 fue nombrado Ministro de Agricultura y Comercio; en 1851 Ministro de Finanzas y en 1852 Primer Ministro. Cavour se enfrascó en un programa urgente de reformas reorganizando el gobierno, la milicia, los sistemas legales y financieros y la industria. Con ello convirtió al Piamonte en el estado más avanzado de Italia. Además le dio estatura internacional aliándose a Francia e Inglaterra en la Guerra de Crimen en contra de Rusia. Según Joseph Wechsberg: “Cavour era un idealista muy realista y se convirtió en un grane estadista y un gran Europeo. Sus cartas prueban que no tenía gran admiración por la Casa de Saboya, pero era claro que no había otra forma posible de hacer una “Italia”. Los admiradores de Cavour en Europa muchas veces entendieron esto mejor que sus enemigos en Italia, tanto entre los republicanos como entre los aristócratas, quienes consideraban al noble líder anti-clerical de Turín como un traidor a su clase social. Cavour quería una “libre iglesia en una libre nación”, lo que lo tornaba en un hereje para el Vaticano. El actuó siempre con paciencia y mucho sentido político pero siempre como un estadista”
En 1858, Cavour hizo una jugada maestra. En un Convenio firmado en Plombières, el Emperador Napoleón III de Francia, preocupado siempre de minar el poder e influencia de los Habsburgo se comprometió a luchar junto al Piamonte en caso de guerra en Austria. En 1859, contraviniendo todas las disposiciones del tratado con Austria de 1849, Cavour movilizó al ejército. Austria le dio un ultimátum de 72 horas para desmovilizar sus fuerzas y desmantelar el ejército. Cavour contestó que “Italia se desarmaría cuando Austria evacúe Piacenza”. Austria replicó “Si los italianos quieren Piacenza que la tomen con las armas” El 29 de abril de 1859 Austria invadió al Piamonte. Al enterarse del hecho, Cavour se emocionó a tal nivel que según lo que cuenta el poeta Giovanni Prati, testigo del hecho, corrió a la ventana de su oficina, la abrió de par en par y comenzó a cantar las primeras líneas de “Di quella pira” el increíble llamado a las armas de Manrico en el Acto III de Il Trovatore de Verdi
Para el asombro de todos, inclusive Verdi, Francia hizo honor a su compromiso. A las dos semanas de la declaración de guerra Napoleón III intervino con 100.000 hombres y seis semanas después de desatadas las hostilidades, los austríacos tuvieron que retirarse en derrota. A todo lo largo de Italia los patriotas nacionalistas estaban ebrios de alegría, especialmente un compositor de opera de 46 años que vivía recluido en Sant’Agata en el Ducado de Parma. Verdi personalmente inició una colecta para atender a los heridos, donando él 550 francos. Las siguientes contribuciones vinieron de Giuseppina Strepponi (esposa de Verdi) (88) y de Carlo Verdi (22); un gran número de los granjeros de sus propiedades donaron 5 francos cada uno. Con relación a la intervención Francesa y el retiro austríaco, Verdi escribió a Clarina Maffei:
“¡Finalmente, estos malditos Austríacos se han ido! ¡O por lo menos se han retirado! ¡Quiera nuestra buena suerte que se sigan alejando hasta que empujados más allá de Los Alpes, disfruten de su propio clima, su propio cielo, el cual, espero, sea más bello, más claro y más esplendoroso que el nuestro!
¡Cuantos maravillosos sucesos en tan pocos días! No parece real. En cuanto a mi confieso que digo mea culpa, mea grandísima culpa. Soy tremendamente culpable por creer que los franceses no acudirían en nuestra ayuda, a nuestra tierra a derramar su sangre por nosotros. Solo me queda esperar y rezar que Napoleón no retrocederá en su compromiso. Si es así lo adoraré más de lo que adoro a George Washington, y, bendiciendo a la gran nación francesa, gustosamente soportaré su “blague”, sus tonterías, su insolente “politesse” y el desdén que sienten por todo aquello que no sea Francés”
Verdi no tenía que preocuparse de tener que ubicar a Napoleón a la altura de Washington ni de soportar a los franceses. Luego del retiro austríaco de Italia, Napoleón III firmó un tratado de paz con Austria que entregó la Lombardía a Francia y permitió que el Véneto se quede bajo el poder de Austria. Los italianos habían sido traicionados y la indignación subió de tono.
Pero Cavour seguía en acción, en 1860 negoció con Francia entregar Niza y Saboya (la región Alpina de lo que ahora es el sur de Francia – Número 2 en el plano) a cambio de que los franceses dejen Lombardía (Número 3 en el plano) y Roma. Mientras este convenio se concretaba, las provincias de Toscana, Parma, Módena, Marcas y la Romana (Parte norte de número 4 en el plano) votaron por la anexión al reino de Piamonte de Cavour y Vittorio Emanuele. Cavour entonces organizó una invasión exitosa a los Estados Papales y con la excepción de Lacio y su capital Roma, se anexó estos Estados Papales al reino de Piamonte (El Papa disgustado por esta perdida, rápidamente excomulgó a Cavour y a Vittorio Emanuele).
Giuseppe Garibaldi había regresado de los Estados Unidos y con un ejército privado que organizó conquisto el llamado “Reino de las dos Sicilias”, (Parte sur del número 4 en el plano) la Isla de Sicilia y Nápoles. Cavour convenció a Garibaldi y los Reinos de Sicilia y Nápoles se anexaron también al Piamonte. Era 1860, y en muy poco tiempo Italia, con excepción del Véneto (seguiría bajo el control Austríaco hasta 1866, 6 años después de la creación de la nación Italiana – Número 5 en el plano) se encontraba unida bajo el reino de Piamonte y el rey Vittorio Emanuele de la Casa de Saboya y su brillante Primer Ministro, Conde Camilo Cavour. Con relación a Giuseppe Garibaldi y el general piamontés Enrico Cialdini, Verdi escribió: “¡Esos son compositores! ¡Que operas! ¡Que finales! ¡Al sonido de los cañones!”. En 1870, aprovechando el derrumbamiento de Napoleón III se incorporó al reino Lacio y la ciudad e Roma (Número 6 en el plano)
La Casa de Saboya siguió reinando en Italia hasta 1946, cuando, luego de la Segunda Guerra Mundial, fueron depuestos e Italia se convirtió en una República. Verdi, un republicano convencido desde el principio, hubiera estado emocionado de ver ese último paso de la revolución Italiana, una revolución que él ayudó inspirándola con su música. Cavour decidió convocar a elecciones para el nuevo Parlamento Nacional en enero de 1861. Personalmente convenció a Verdi de que corra por su región argumentando que su prestigio y popularidad daría una tremenda legitimidad al nuevo cuerpo legislativo. Verdi a regañadientes no le quedo más que aceptar y escribió esta maravillosa carta a su oponente, un abogado llamado Giovanni – Minghelli-Vanni:
“No he realizado campaña y no lo haré ni tomaré acción alguna para asegurar mi elección. Serviré en el Parlamento con gran sacrificio de mi parte si soy elegido, y usted sabe porque tengo que hacerlo. Sin embargo, estoy decidido a renunciar apenas pueda hacerlo. Pero si usted triunfa en su afán de ser elegido y me libera de este deber, no creo encontrar suficientes palabras para agradecerle por el gran servicio que me haría. Usted también estaría haciendo un gran servicio al Parlamento, un servicio a usted mismo, y proporcionaría un extraordinario placer a……G. Verdi.”
¡Que les parece señores esta carta! ¡Como se parece esta caballerosidad y desprendimiento a la de nuestros actuales políticos! ¿No es cierto? Verdi triunfó con 339 votos contra 206 y lo asombroso de su victoria es que hayan votado contra él 206 ciudadanos de Buseto (probablemente los curuchupas seguidores del sacerdote aquel que cuento en otro lado).
Verdi y Giuseppina fueron a Turín para la posesión y la primera sesión del nuevo Parlamento Italiano el 18 de febrero de 1861. Madame Verdi le dijo a Antonio Baressi que miró la primera sesión “desde una muy buena posición armada con mis binoculares” (Parece que Giuseppina pensaba en esta sesión del Parlamento como otro exitoso estreno de Verdi). Aprovechemos para contar una anécdota especial: Estando en Turín, Verdi y Giuseppina asistieron al Teatro Regio a ver la opera La favorita de Donizetti. Fueron a un palco cerrado y como siempre Verdi esperaba que nadie lo reconozca. Sus esperanzas fueron en vano, a fines del Acto II se corrió el rumos que el gran Verdi estaba en el teatro. Giuseppina describe lo que ocurrió en carta a Barezzi:
La gente comenzó a gritar ¡Viva Verdi! ¡Y toda la gente de los palcos y de la orquesta se paró a aplaudir al gran compositor de La Roncole! Si ellos solo supieran lo bien que él prepara el risotto alla milanese para nuestra cena, ¡Dios sabe cuánto mayor nutrida sería la ovación! Le he contado todo esto, excelente Signor Antonio, porque sé que las ovaciones a Verdi siempre lo han hecho llorar a usted. ¡Saque su pañuelo, porque estoy seguro que usted está llorando en este momento!”
Verdi asistió religiosamente a las sesiones del Parlamento al principio y siempre votó junto a Cavour diciendo que “¡en esa manera estoy absolutamente seguro que no estoy cometiendo un error!”
Cavour vivió apenas lo suficiente como para ver su gran sueño cumplido cuando en abril de 1861 se proclamó el Reino de Italia bajo el Rey Vittorio Emanuele II. Cavour murió el 6 de junio de 1861, y Verdi, como tantos en la nueva nación italiana atónitos por el acontecimiento, lloraron la repentina muerte. Verdi le dijo a su amigo, Opprandino Arrivabene, diputado por Mantua, que no tenía la fuerza y el coraje para asistir al entierro de Cavour. Verdi organizó un servicio funerario en Buseto, en donde, según sus propias palabras “lloré como una criatura. ¡Pobre Cavour! ¡Pobre de nosotros!” Desde ese momento Verdi se retiró de la actividad política. A pesar de que siguió con su cargo en el parlamento por dos años más, raramente asistió a las sesiones. A pesar de dejar su cargo político, Verdi era “una animal político” que leía innumerables periódicos todos los días y continuó expresando opiniones políticas que en ocasiones eran sorprendentemente precisas. Por ejemplo, Verdi nunca perdonó a los franceses por la traición de 1859 (Tratado de paz entre Napoleón III y Austria). Pero reconocía que Francia y la cultura francesa constituían el corazón de la cultura Europea y más aun, reconocía que solo Francia podía balancear y controlar el creciente espectro del militarismo Prusiano y el expansionismo Alemán en el continente. En 1870 escribió a su amigo Cesare De Sanctis:
“He vivido lo suficiente en Francia como para comprender perfectamente como los franceses se tornan insoportables e insufribles con su insolencia, pero cualquiera que se considere italiano de verdad debe superar estos prejuicios y las impertinencias gálicas. Debemos recordar que Prusia ha declarado que “el mar de Venecia y Trieste pertenece a Alemania” y sin Francia, no hay quien controle a estos alemanes”
Luego de la victoria militar de Alemania sobre Francia en 1870, a la conclusión de la llamada Guerra Franco-Prusiana, Verdi escribió a su amigo Opprandino Arrivabene a Mantua que “Ya no se puede evitar una Guerra Europea”. Adicionalmente escribió a Clarina Maffei en 1870:
“Francia dio libertad y civilización al mundo moderno. Si ella cae, no nos engañemos; toda nuestra civilización y libertad caerá con ella. En las venas de los conquistadores Alemanes aún corre la sangre de los antiguos godos. Estos hombres son monstruosamente orgullosos, duros, intolerantes, despectivos contra todo aquello que no sea germano y voraces sin ningún límite. Hombres con un gran cerebro pero ningún corazón; una raza muy fuerte pero no civilizada. No vamos a poder evitar una Guerra Europea, y nosotros seremos devorados. No será mañana, pero llegará.”
Verdi, por supuesto estuvo correcto no solo una, sino dos veces, en 1914 y 1939. Durante la Segunda Guerra Mundial, Italia casi fue devorada.
Las actividades políticas de Verdi entre 1858 hasta 1861 consumieron todo el tiempo que podría entregar a la creación artística. Fue durante este tiempo que Giuseppina escribió a Cesare De Sanctis: “Me temo que mi esposo ha olvidado todo lo que sabía sobre la música”. Sobre lo mismo, Verdi en una carta a De Sanctis confiesa que desde Un Ballo in Maschera en Roma: “No he escrito más música, no he visto más música. No he pensado más sobre música. ….Por lo tanto, dile a Zarlatti, empresario del Teatro San Carlos de Nápoles que ya no sé cómo tomar mi pluma para escribir notas musicales”
Nicolás: excelente e ilustrador artículo; solo quisiera indicar que el nombre del aristocrata piamontes era Camillo Benso conde de Cavour, hijo del marques Mixol Benso de Cavour y de la dama de la nobleza suiza Adelle de Sellón.
Saludos, A.Rossi A.