La arena política de los Estados Unidos se encuentra sumida en encarnecida lucha por
conquistar el más importante cargo de elección democrática, posiblemente del mundo,
entre dos políticos tan marcadamente diferentes, que no sería desacertado afirmar que
representan las dos caras de una moneda. Pero esta elección, que no solamente afecta
a los ciudadanos de dicho país, genera expectativas y hasta cierto grado de ansiedad, a
quienes desde otras latitudes del planeta, somos lejanos expectantes de colosal combate.
Lamentablemente, la política exterior no es un tema de debate abierto para los candidatos
presidenciales norteamericanos. Nunca ha formado parte de la agenda electoral, y
esta situación nos resulta realmente desalentadora a quienes percibimos que tanto
el pueblo norteamericano, la tan prestigiosa academia de dicho país, y a los mismos
imperios mediáticos estadounidenses, no les interesa establecer como tópico esencial un
intercambio abierto de propuestas políticas estrictamente relativo a materia internacional.
Mas allá del simple hecho de emitir opiniones personales o puntos de vista superficiales,
no se acostumbra a que los candidatos debatan seria y específicamente sobre temas que
arrastran a los Estados Unidos a involucrarse en situaciones que trascienden las fronteras
de su territorio y de sus intereses internos.
Supongo que gran parte de esta carencia de discusión, se debe al poco interés que
el público norteamericano le otorga a tan importante asunto. Consistiendo este
quemeimportismo de los mandantes en el antecedente substancial para que la política
internacional de dicho país sea exclusivamente diseñada y manejada por una poderosa
burocracia en el Departamento de Estado, cuyo poder en la práctica, está sobre la altura
de mandatarios democráticamente electos de la gran mayoría de países del mundo. Es
todavía común escuchar en ruedas de prensa a oficiales del Departamento de Estado,
emitir opiniones, advertencias y juicios sobre política interna de los países de nuestra
región.
Es que en esta nueva Latinoamérica, donde gran parte de sus mandatarios
democráticamente elegidos, manifiestan en nombre de sus pueblos a su poderoso vecino
del norte estar hartos de ser masticados por esa arrogante burocracia, para luego ser
expelidos hacia fuera sin que se hayan tomado el tiempo necesario para entender sus
realidades y necesidades como naciones soberanas, espera finalmente ser parte de una
agenda que trascienda el problema de drogas que asfixia a los Estados Unidos, pero mata
a mucha gente al sur de sus fronteras.
En estas épocas de tantos cambios en el mundo, cuando la realidad nos demuestra que
las crisis económicas, políticas y sociales, no son exclusividad de la historia de nuestra
región, es necesario estar seguros que los candidatos del país más poderoso de nuestro
continente, perciben que sus vecinos del sur no son corporaciones o simple fichas de
ajedrez que se pueden mover en un tablero a cuyo rival solamente se le han concedido un
par de peones para su defensa.
Estados Unidos sigue siendo el principal socio comercial de la región, sin embargo,
esta estadística está rápidamente cambiando y el sector modificando su política
comercial para permitir a la gigantesca China ya disputarle a los Estados Unidos el
primer lugar en algunos países del sur del continente. La inversión extranjera directa
recibida por América Latina, de acuerdo a reciente publicación de la CELAC, solamente
tiene un componente cercano al 18% del total proveniente de capitales con intereses
norteamericanos, y sorprendentemente, de acuerdo al reporte de Inversión Extranjera
directa de la UNCTAD 2011, los países emergentes de Asia se convirtieron en los
principales compradores de firmas de América Latina y del Caribe en el 2010.
Sería interesante conocer si los candidatos finalistas tienen noción de esta realidad, más
allá de solamente considerar que el gran problema que presentan sus vecinos del sur tiene
el sello de estupefaciente e inmigración indeseada. Lastimosamente todo indica, que en
esta campaña electoral, nuevamente Latinoamérica, será solamente un debate imposible.
TENEMOS QUE TENER CONCIENCIA QUE ECUADOR ES PARTE DEL 3ER MUNDO LATINOAMERICANO, NO SOLO POR LA CARENCIA DE COSAS BASICAS EN UNA SOCIEDAD TRATANDO DE SUPERARSE SINO, SOBRETODO, POR LA IDIOSINCRACIA Y MENTALIDAD DE QUIENES NOS HAN GOBERNADO, A TODO NIVEL (CON LA EXCEPCION DE GUAYAQUIL Y A LO MEJOR, 2 O 3 PROVINCIAS MAS)! enn otras palabras «no hay como pedirle peras al olmo»