Luego de que la prensa mundial nos permitiera testificar mediante unas horrendas
imágenes como la crueldad de la guerra política, que se alimenta de odios e
intolerancia, no conoce sobre compasión o respeto hacia los seres que consideramos
como lo más puro y valioso de la sociedad humana. Luego de que las desgarradoras
imágenes de pequeños inocentes con los ojos abiertos e inexpresivos, como mirando
sorprendidos como se les escapaban sus ángeles, nos arrancaran suspiros y hasta
lágrimas. Y, posteriormente a escuchar al pequeño Alí el-Sayed de 11 años de edad,
sobreviviente de un crimen que marcará su destino y que sellará con sangre la
historia de su patria, no he logrado superar la sensación de desconcierto que el
lamentable voto de abstención de nuestra representación en la ONU, condenando
el uso excesivo de fuerza contra la población civil en Siria me ha ocasionado, y que
estoy seguro, ha decepcionado también a muchos de nuestros compatriotas.
No logro concebir como nuestro país, en el que podemos presumir de una
constitución garantista de los derechos humanos, haya perdido la oportunidad
de defender, no a un gobierno, ni a una tendencia ideológica, militar o religiosa
específica, pero si al ejercicio del derecho más importante decretado en todos los
textos sagrados o en la declaración universal de derechos humanos: el derecho a la
vida, seguridad y libertad de las personas. Peor aún, cuando hablamos de pequeños
inocentes, de espíritu limpio y ajenos todavía a la infección de las bajas pasiones que
han secuestrado y enfermado a los más adultos de su sociedad.
Luego de concebir necesario hace menos de dos años solicitar apoyo internacional
para que se investigue y se condene el nefasto incidente de Septiembre 30 de 2010;
en el que lamentablemente tuvimos que llorar a un pequeño número de caídos,
pero que cinceló una profunda herida en nuestro tránsito hacia la institucionalidad
democrática, sin considerar los daños ocasionados a nuestro orgullo como pueblo
civilizado, no me resulta fácil entender como nuestro gobierno pudo emitir un
sufragio con tan ambiguo mensaje.
He esperado con ansias durante varios días algún tipo de explicación por parte de la
Cancillería sobre el lamentable voto ecuatoriano con respecto a Siria en el Consejo
de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas.
Seguramente, el hecho de que por las venas de mis hijos circula una minúscula
cantidad de sangre siria, no solo me inclina naturalmente a desear lo mejor para
ese conflictivo y atormentado pueblo, pero me exige solicitar de mi gobierno una
explicación sobre la decisión y razonamiento de su voto en el máximo organismo
internacional.
No importa en el análisis objetivo que se debe imprimir a este caso quienes hayan
votado a favor o en contra de la moción de condena sobre tan indefendible matanza.
No importa, quienes en esta ocasión, hayan votado igual que nosotros, ni cuales
sean sus particulares intereses en el ejercicio de su decisión. Lo que realmente nos
debe interesar, es el mensaje que tristemente, creo yo, recibimos los ciudadanos
ecuatorianos y que al mismo tiempo abiertamente enviamos hacia los ciudadanos
del resto del mundo.
Me confieso partícipe de la idea de que los pueblos deben soberanamente
determinar su suerte como nación, y que se les debe otorgar la autonomía que la
ética política demanda de quienes nos confesamos sinceramente demócratas.
Sin embargo y a pesar de esa autonomía, el régimen de Assad, ni el de nadie, merece
un solo muerto adicional a los 13.000 que ya calculan activistas y organismos
envueltos en tratar de aminorar los desgarradores efectos de la no declarada guerra
civil en Siria.
Espero que la única explicación a tan lamentable sufragio se fundamente en un error
o apresuramiento de quienes fueron los encargados de trasmitir la decisión de voto.
Así no fuere ese el caso, a muchos ecuatorianos nos gustaría escuchar la explicación
que al respecto nos adeuda el Canciller. Después de todo, si en esa institución, al
igual que en todas las instituciones, se cometen fallas operativas, bien podemos
anhelar que este sufragio solamente sea un error adicional.
Me alegra ver que eres imparcial. Te tenia «catalogado» como «Correista-extremo» Estoy de acuerdo contigo con la inexplicable abstención del Ecuador en la ONU. No esperes explicación, pues NO EXISTE!
Sigue escribiendo, que por lo menos un lector tienes.
así da vergüenza ser Ecuatoriano….estos que estan de turno NO me representan a mi….muy buen articulo.
les sugiero que pongan un icono de facebook para poder compartir automaticamente en esa pagina y se multiplicaran por 100 la gente que los lee