Hacer un parangón entre Hitler y el excelentísimo, no es descabellado.Son vanidosos que se creyeron predestinados para cambiar la historia de sus pueblos.
La desquiciada aventura de Hitler conmocionó al mundo y la descocada revolución del sobrevalorado ha dividido a nuestra sociedad.
De una forma perversa, Hitler le dio a su gente una nueva concepción para vivir. Aunque parezca irónico, también le dio una nueva forma de vivir al resto de la humanidad.
A causa de su locura, el mundo tuvo que unirse en la cordura para luchar en su contra. Por ello, la segunda guerra mundial tuvo algo de sensata.
Fue lógica en lo que se refiere a la unión de los aliados, precisamente porque el nazismo encarnaba al desquicio que atentaba contra la humanidad. Cuando Hitler simbolizó la capacidad demoníaca del terror, el asesinato masivo, la atrocidad y la bestialidad, paradójicamente también redimió al resto del mundo, pues le devolvió la sensatez a los seres democráticos cuando hiso que el resto de países luchara contra su enajenación.
Hicieron falta Auschwitz y Belsen para que los estados libres entendieran el significado de la maldad personificada en un tirano.
Debieron existir los campos de concentración, para que los ciudadanos soberanos vieran las cosas perversas que nos podían hacer con el abuso de poder y por ello sintiéramos el deseo de repudiarlas.
La guerra contra el Tercer Reich se convirtió en una cruzada a nombre de la humanidad y la civilización. En esa época, el dictador nazi confirió un nuevo concepto de supremacía racial a su engañado pueblo. Para el resto del mundo no había duda sobre donde estaba la maldad. Era maldad; no un error involuntario, peor estupidez.
La locura que el mundo vivió, adquirió forma al encarnarse en Hitler y solo cuando estuvo dotada de esa apariencia, fue posible oponerse a ella para derrotarla. La victoria contra esa demencia recuperó para el mundo una jerarquía de valores que se habían desaparecido.
Con su majestad pasa lo mismo a menor escala. La personalidad del uno tiene rasgos similares a la del otro. Nuestro rey criollo abusa, intimida, persigue.
Como el nazi, mediante la constante y planificada información difundida por sus medios, trata de crear un mito al endiosar su personalidad. El mensaje subliminal de todo esto radica en que su popularidad es imbatible y también de que todos estamos contentos por la forma como maneja a la patria.
Pero aquí en nuestro país; los políticos de la oposición no han aprendido la lección que debieron asimilar.
Al señalar al supremo como un dictador abusivo, acaparador y beligerante, no han reconocido ni admitido las insatisfechas causas sociales que engendraron su vigencia y que han sido explotadas al máximo por el ungido y su camarilla de nuevos ricos.
La partidocracia sigue sin percatarse de esa realidad y tampoco le importa terminar con soluciones prácticas y no demagógicas; esas necesidades.
Hasta ahora no se ha hecho un verdadero intento para enfrentar nuestros problemas con honradez y patriotismo.
En consecuencia; para que todo siga igual es preciso que algo cambie. El supuesto cambio que vivimos hoy, es lo mismo que odiamos desde siempre. Nuestro detestado pasado es igual al presente corrupto que nos gobierna hoy.
La revolución ciudadana es el ejemplo de lo irracional derivado de una mente irracional. Como resultado de esto, nuestro pueblo desconfía en lo que proviene de lo disparatado y lo repudia en todas sus manifestaciones.
Con su incoherente accionar, el totalitario ha demostrado ser un falso líder, por lo que nuestra gente ya no cree en lo que proviene de él.
Si nos decidimos a enfrentarlo ahora; todavía podemos recuperar los principios que marcaron nuestra identidad como un pueblo pacífico cuyo mayor patrimonio estaba radicado en el respeto al pensamiento ajeno.
Cuando se termine la locura del Narciso, igual que en la derrota del tercer Reich, estos valores perdidos reaparecerán junto a la esperanza. Necesitamos un equilibrio social en conjunción con la decencia, la libertad de expresión y sobretodo con el respeto al derecho ajeno.
Con su majestad fuera del poder; el país volverá a ser una isla de paz. Seremos una nación donde no exista el miedo, ni el atropello a los derechos ciudadanos. Nuestra forma de vida será diferente. Tendremos que dar soluciones prácticas a los problemas sociales de la gente marginada. Viviremos de una manera alegre y normal.
Debemos lograr una igualdad de oportunidades para todos. Necesitamos recuperar la fe. En la práctica todo se reduce a una mera garantía de parte del estado, para respetar nuestros sagrados derechos constitucionales.
Dr. Palacios que bueno que reconozca al pasado y a la partidocracia que fracasaron y ud manifiesta que el presente tambien es asi y ahora? Donde estan los lideres que cambiaran al pais, donde estan los grupos de poder economico que supuestamente luchan por la igualdad y por el pais? Puede usted liderar esta cruzada? Pues hagalo embestido de todas sus frotalezas pero no olvide sus debilidades por la que antes lucho.
Todo lo que el editorialista cree que vamos a ganar cuando el Presidente Correa ya no este al mando del Gobierno Ecuatoriano , ya lo tenemos ahora , y no lo teniamos antes , asì que para que volver al pasado que tanto añora……
Excelente como siempre Dr. Palacios. Yo estoy aquí gracias a Ud y sus escritos, y me quedé.
Sacar al chiflado del puesto no va a ser simple, recuerde que es él quien cuenta los votos. Cuando se ríe como un desvariado diciendo que su reinado durara eternamente, lo dice en serio. Hasta en eso somos atrasados, los ideólogos revolucionarios datan de la vieja escuela soviética son quienes lo acolitan.
Echarle la culpa a los tiempos pasados es fácil. Teníamos un país imperfecto, pero no teníamos el crimen y las mafias extranjeras que tenemos ahora. Tampoco la gente vivía con el miedo que se vive ahora. Pues estos revolucionarios de los años treinta creen que deben meterse en cada segmento de nuestras vidas.
En lo que sí tiene razón es en decir que los burros de la oposición siguen viviendo en un país de fantasía. No se han dado cuenta del peligro, y el país les importa un carajo. Primero esta su ego y sus ganancias personales, por eso veremos diez candidatos y otro tanto nuecero de partidos ocasionales.
Admiro su entereza para seguir adelante.
Me parece una analogía correcta en el actual presidente y el actual Ecuador.