“La ola del mar que cae y se funde. No ha pasado nada. Nosotros aparecemos y luego
desaparecemos, como la ola del mar. Es la ley de la no permanencia”. Vera Schiller de
Khon
Llegó al Ecuador en 1939.
Cuando la conocí personalmente en el año 2010, en el estudio de su casa en
la ciudad de Quito, una mezcla de temor y alegría palpitaba en mi corazón.
Acudí a ella luego de dos años de pensar en ir a verla, por sugerencia de una
amiga. Primero leí su libro sobre terapia iniciática, hacía el núcleo sagrado.
Leí también “Zen en el arte del tiro con arco”, libro que la inspiró y que
recomienda en su libro, del autor Eugen Herrigel.
Como insistente buscadora, de las respuestas necesarias a las preguntas
de la vida, fui en su busca a Quito, en compañía de dos amigas del yoga,
Pacífica Valdés y Lorena de Game. Armé el viaje y el grupo en un santiamén.
Ninguna de las tres imaginó cuan intensos iban a ser esos escasos tres días
en la ciudad capital. Intensos e inolvidables y para mí llenos de una sanación
indescriptible, en la cual y gracias a Vera pude sacar de mí y enterrar en un
papel la pérdida y el dolor guardados por años. La técnica del psicografismo
dio sus frutos y pude comprobar que es de extraordinaria ayuda para vencer
traumas, romper mitos y albergar esperanza.
Una anciana imponente, inteligente y llena de sabiduría, es lo que pensé
apenas la tuve ante mis ojos. Esperaba ansiosa ese momento. Como no
había turnos para citas particulares, ya que su agenda estaba llena debimos
conformarnos, mis amigas y yo, con la primera sesión en grupo. Un grupo
bastante heterogéneo formado por gente que no conocíamos pero con
las compartiríamos el siguiente día en el Centro de Desarrollo Integral en
Tumbaco.
Dos jóvenes amigos, chica y chico, un ejecutivo, una paquistaní, unas
brasileras, y otros más junto a nosotras, las tres monas guayaquileñas,
formábamos el grupo. Vera me miró con sus celestes y profundos ojos, que
parecían no mirar. Parecían estar concentrados en otro lugar, en un más allá,
que solo quienes sienten la indescriptible soledad de la esquizofrenia pueden
llegar a entender. Tú- me dijo- ¡siéntate aquí! Y me señaló un lugar al lado
de ella. Desde el inicio de la sesión estuvo muy atenta a mis movimientos, a
todo lo que yo pudiera expresar. Todos hablaban de sus dibujos, y Vera sabía
la respuesta. Directa y clara, casi cruel, decía a cada uno cuál era su mal y
que debía hacer para mejorar en la vida. Yo me reservaba el comentario de
mis dibujos y casi la hice salir de casillas, al no querer hablar. ¡Ya hablarás me
dijo! Has venido desde lejos hasta aquí para curarte, no te vas a ir con eso
que tienes guardado, ¡lo tienes que sacar!
¡Y lo hice! Pero fue después, en una sesión particular, que logré obtener
gracias a que soy audaz cuando necesito serlo.
Al día siguiente de la primera sesión grupal fuimos a Tumbaco. Nos reunimos
con Vera en su casa. La esperamos muy temprano, a las siete de la mañana
en su sala. Observamos y sentimos lo acogedor de su residencia. Desde las
letras grabadas en la puerta de entrada que dicen KHON, el cuadro del rostro
de su esposo, el arquitecto Karl Khon, pintado por Guayasamín, el antiguo
piano, la mecedora, el jardín. Una linda casa antigua, llena de calidez.
Al entrar en la sala Vera nos mira, luego se dirige a una obra de arte hecha
por una de sus hijas que es artista plástica, el laberinto de su mente, dice,
y habla de su hija. Vera sabe lo que sucede en el interior de cada uno, es
una mujer de una intuición profunda, de un conocimiento no teórico, es un
conocimiento emocional. Mujer dotada por un sexto sentido que desarrolló y
utilizó de manera extraordinaria durante muchos años de su larga y fecunda
vida.
Vera intuye lo que me pasa, tiene paciencia, me trata como a una hija y
yo veo en ella a la madre que busco para vaciar mi pena. Ella me hablará
después sobre “la madre tierra”, lo que le debemos y le tenemos que
devolver, lo que no nos pertenece y por eso no debemos conservar en
nuestro corazón.
El día en Tumbaco fue una sorpresa. Practicamos por primera vez la
meditación con la técnica Zen, y luego iniciamos la terapia. Otra vez apareció
mi silencio. Al final, luego de compartir historias desgarradoras, las personas
se apaciguaban, calmaban su espíritu. Se acercaban a mí, una a una. Me
abrazaban, lloraban en mi hombro, me decían que debía sanar yo también.
Después llegó el desayuno, en medio de esa naturaleza saludable, frutas,
leche, queso, pancito caliente…de regreso a Quito, sentadas mis amigas y yo
en la parte trasera del automóvil de Vera, le pido la audiencia privada. Luego
de pensarlo un buen rato y tenerme en suspenso, me dijo que sí, que me
esperaba a las nueve de la noche en su estudio. Acudí a la cita, y entre tantos
desaciertos de mi vida, ese fue uno de los pocos aciertos.
Cuando estaba terminando la sesión Vera me miró fijamente y me dijo:
Cuando yo tenía tu edad, cuarenta y cinco años, empecé a vivir de nuevo. Es
lo que debes hacer a partir de ahora. ¿Has pensado que vas a hacer con los
cuarenta y cinco años más que te quedan por vivir?
Compartir, compartir lo que he vivido.
Me sonrió cuando le pedí disculpas por insistir en la cita privada, debido a la
hora en que me pudo atender, yo sabía que Vera estaba cansada. Entonces
ella me dijo: Mi maestro, el doctor K. G. Dürckheim, me atendía a cualquier
hora. En ocasiones iba a tocar su puerta a las doce de la noche, porque
necesitaba ser escuchada. Yo debo hacer lo mismo. Por eso te atendí esta
noche. Gracias a Dios no fue la última vez que miré sus profundos ojos
celestes. Al año siguiente la volvería a ver en el Sadhana Yoga Conference,
en la ciudad de Guayaquil. Comparto algunas de sus enseñanzas, las que he
guardo como un tesoro en mis apuntes de aquellas conferencias. Las ideas de
Vera no voy a organizarlas. No están editadas. Tomen lo que más les sirva, lo
que les ayude. Seguro habrá algo para cada uno.
Conferencia de Vera Schiller de Khon.
Centro de Convenciones.
Guayaquil, agosto/2011
Libro: “El Zen en el arte de la arquería japonesa”. (Recomendado por VS de
Khon)Yoga: inhalación y exhalación. Lo mismo que exhala el mundo es lo que voy a
inhalar de él.Gran diferencia entre amor y dependencia.
¿Qué tengo yo en la mano ahora?
Un grano de maíz. ¿Qué quieres maíz, qué deseas de mí en este momento?
Las cosas pequeñas te necesitan, son las cosas nuestras las que nos
necesitan.“Cada momento vivido conscientemente es un brillante y es la semilla para el
futuro” V de Khon.La ola del mar que cae y se funde. No ha pasado nada. Nosotros aparecemos
y luego desaparecemos, como la ola del mar. Es la ley de la no permanencia.¿A dónde estabas antes de que tu padre y tu madre se encontraran?
El camino del Zen.
Si yo estoy desnudo, yo me quito todas las apariencias. Soy tal cual como la
naturaleza me ha hecho.Debo honrar padre y madre. No debo robar. No debo pasarme la luz roja.
Debo pagar los impuestos.Esas son las reglas sociales y las leyes del gobierno.
En el Zen, en el camino a la verdad, yo pago la multa conmigo mismo.
Si yo culpo a otro porque me ha hecho daño, yo me hago daño.
Hay que cambiar el pensamiento dual con el pensamiento esencial.
Cuento: Yo te voy a enseñar lo que tú no has encontrado en tu
peregrinaje, yo te voy a enseñar la esencia del ser.Abro un fruto y hay una pepa.
¿Qué es? No veo nada.
Hay la vida. De esta nada, de esta pepa, de esta energía impalpable se
puede generar todo un bosque…Esa nada es nuestro potencial, nuestra energía innata. La energía de las
plantas de campo. Es la energía de las olas del mar. Es la energía de las
fases de la luna.Es una energía que va y viene. Es una comunicación de un lado y otro
lado.Para mí (Vera de Khon) ha sido la salvación de unas situaciones mentales.
Esa energía me ha hecho consciente; yo me doy cuenta de todo lo que
está, y he crecido.La posición en la meditación es básica. Columna vertebral recta. Las
rodillas debajo del punto hara. Es el equilibrio entre lo mental y la
intuición y el subconsciente.Lo importante es la posición alineada.
Cuando la persona no está alineada se convierte en un títere.
Cuando está alineada, ella puede soportar el mundo.
¿Por qué esto?
Porque cuando estamos en nuestro eje, estamos en el mismo eje de la
tierra.Mano izquierda sobre la derecha.
(En la india mano derecha sobre la izquierda, porque son más
espirituales) además por el clima, por la raza que es más intuitiva.En el occidente la escuela que tenemos es mental. Todo es información.
Tenemos un tabú con la parte interior de nuestro cuerpo.“Nos obligan a aprender de memoria los límites del Ecuador, pero no los
linderos de nuestras capacidades” (Vera Schiller de Khon)Mano izquierda sobre la derecha y los pulgares se unen. El cuerpo
está relajado, los pies separados. La mente no trabaja. No hay deseo.
Formamos un triángulo con las manos.En la meditación no queremos nada, ni deseo, ni juicio.
Limpiamos nuestra mente de todo lo que hemos aprendido. De todos
nuestros miedos y deseos.Los maestros dicen: “No podemos parar las nubes en el cielo; debemos
dejar pasar las nubes”.En la meditación trascendemos el tiempo.
“El compañero que fundó conmigo el CDI (Centro de Desarrollo Integral)
era Superior de los Jesuitas. Introdujo la meditación Zen en la vida
cotidiana. Le costó mucho; porque pensaban (los otros) que se trataba de
dividir las creencias”. Se refiere al padre Marco Vinicio Rueda, S.J.No es división de creencias. El desprendimiento. Yo tengo que dejar todo
atrás.Cuando yo quiero caminar yo no puedo quedarme pegado con este pie. Yo
tengo que dar un próximo paso.Es un desprendimiento psicológico.
¿De qué debe desprenderse?
De lo que ya no sirve. Es la no permanencia.
Pero hay la memoria. ¿Voy a ir constantemente para atrás?
Entonces no voy a avanzar. Para avanzar yo debo curar el pasado.
“El entierro sagrado” El pasado pasó, pero yo tengo que devolverlo al
cosmos.El pasado pasó, pero lo que pasa es que nosotros nos aferramos al pasado
como si el pasado pudiera repetirse.
Son nuestras raíces.
En el “entierro sagrado” nosotros simbólicamente enterramos lo que ya
no tiene vida.Nadie, absolutamente nadie, puede ser reemplazo que ya no existe.
Existe en mi memoria como una imagen leve. Pero quizá también debo
enterrar esta memoria.La memoria celular. La memoria es una memoria que se nos incorporó, no
es una cosa de la cabeza. Es una memoria corporal, memoria celular.Por eso hay que enterrarla simbólicamente.
También se puede quemar lo que nos ha hecho sufrir. Quemarlos,
transformarlos con el fuego. (La alquimia – Jung)Nosotros tenemos que transformarnos para que el mundo pueda ir en la
dirección que nosotros deseamos.Es duro. El cambio no transforma ¿? Queremos transformar – nos
Usar mejor esta energía cósmica que está en el núcleo que no se ve.
“La vida quiere vivir” (Vera S de Khon)
Lo que a mí me toca es transformar con cada respiración el presente. En
el momento en el cual yo medito. No deseo más, no busco más, no temo
más.Si la mente quiere pensar- cambio… ¿? En la exhalación.
Luego de meditar sentados, nos paramos, con las rodillas separadas y el
peso en el abdomen. El resto del cuerpo relajado.Luego llevar el cuerpo hacia un lado y hacia el otro lado y después volver
al centro.Se puede cantar 9 veces la sílaba OM.
Meditar: un día, a una hora fija. Todos los días a la misma hora. No
interrumpir la meditación. Este momento, es “mi momento”. Y la familia
debe aprender a respetar ese momento.No se debe hacer un cambio brusco en los dos niveles de conciencia.
Conciencia auditiva y cerebro en la meditación; que es el nivel de la
integridad de todo el cosmos.Para aprender a andar en bicicleta, cada uno debe hacerlo con su propia
experiencia.“Escuchar la propia voz” (Vera S de Khon)
Solo deseo agradecer por compartir su experiencia, aprendizaje, liberación, y sanacion.
Reciban mis sentimientos de gratitud y felicito además la forma sencilla de explicar e ilustrar este conocimiento.
Atentamente,
Luis,
Excelente, refrescante y sabio
Amiga que lindo articulo me encanto sobre el haber podido compartir tan linda experiencia
Lorena
Enriquecedor, sabias palabras, relike!!
Hola.Estoy buscando el libro Terapia iniciatica,hacia el nucleo sagrado,pero no lo venden en ningun sitio.
Alguien me podria proporcionar uno?
Gracias