¿Para siempre? “Ahí está el detalle”, tal cual decía Cantinflas. Aunque, por la patología del
poder, todas las dictaduras aspiran a sobrevivir decenios, centurias y las más desvergonzadas
hasta milenios. Sin embargo, a mayor cantidad de años de pretensión, menores resultan las
probabilidades de lograrlo y las caídas son, en general, cuando no escandalosas de opereta y
burla. Toda dictadura, del color y de la ideología que sea, busca, antes que nada, la concentración
del mando y la centralización de decisiones. Claro que esta concentración y centralización es
dable con el apoyo definido de las fuerzas armadas. Por promoción beligerante o guardando
silencio y dejar hacer… Ambas posiciones devienen de una intervención encubierta. Margina,
en verdad, su cumplimiento constitucional de proteger, contra la violencia social, a la ciudadanía.
Es que, toda connivencia entre la centralización y concentración del poder aúna, en su gestión,
la arbitrariedad política. Y la arbitrariedad política es sinónimo social del autoritarismo por la
violencia. El cuadro dictatorial queda completo al eliminar la libertad de expresión, encarcelar
la justicia y penalizar el reclamo y la resistencia por el bloqueo a los derechos humanos.
Derechos sociales e individuales.
“Además de Dictador Perpetuo –explica el déspota en el Yo el Supremo de Roa Bastos—debo
ser al mismo tiempo Ministro de Guerra, Comandante en Jefe, Supremo Juez, Auditor Militar
Supremo, Director de la Fábrica de Armamento. Suprimidos los grados de oficiales superiores
hasta el de capitán, yo solo constituyo la Plana Mayor completa en todas las armas. Director
de Obras Públicas, debo vigilar personalmente hasta el último artesano, la última costurerilla,
el último albañil, el último peón caminero; todo esto sin contar el trabajo, los disgustos, las
contrariedades que me dan ustedes, jefes, funcionarios civiles/militares, de todo el país en las
guarniciones, en las fortalezas más lejanas. Ya los quisiera ver. Les ofrezco el cargo. Vengan a
tomarlo si todavía les parece vago lo que hago. Háganlo ustedes mejor que yo si es que pueden”.
Remedo y realismo de la personificación de la estupidez humana, acosada por los vericuetos
mentales de la sicopatía. Pero, es una situación socio política que ha brotado, en los países
tercermundistas, continuamente, como yerba mala. Lo increíble, al margen de toda racionalidad,
es que estos engendros vestidos de saco y corbata o de uniforme con charreteras, manejan
el crimen de estado y la delincuencia burocrática protegidos por alguna constitución. ¿Qué
dictador deja de apelar a esta muletilla? Es que, para sí, comprende que su existir político es
ilegítimo y entonces con una constitución de bolsillo respira aires de legalidad. ¿Qué dictador no
vocifera contra la insuficiencia de las leyes, e insiste en la exigencia de una constitución a su
medida ideológica, como el traje cocido por su sastre oficial?.
Nada es imposible para el autoritarismo y prepotencia del dictador. De hecho, en la sobre
dimensión de su estima, no sólo cree, sino que proclama su indispensable presencia como
revelada por entes superiores. Pues, para que su obra continúe nadie mejor que él para guiarla
por los siglos de los siglos… ¿Entonces? ¿Quién podría hacer algo mejor que él si, admitiendo
casi sobrenaturalmente su residencia terrestre, sólo él puede superarse a sí mismo? El dictador,
con exclusividad, es quien sabe hacer perfectamente las cosas. Desde las más sencillas hasta
las más complicadas. Conoce de ciencia. En deportes nadie lo iguala. ¿Cómo comprender la
salud, la alimentación, la pedagogía, la tecnología, el arte sino a través de sus sabias palabras?
Lo que diga es la verdad. La mentira es patrimonio de los otros. O sea, de los opositores
a su acción administrativa, en calidad de gobernante. Está, igualmente, convencido de su
idiotismo personalista, en tanto que al margen de él nada positivo es posible. De allí que llama
el buen vivir a la conversión de todos los ciudadanos en borregos y los condena a la peor
mediocridad…
Es interesante que cada una de estas situaciones convive, quiera que no con la realidad. De ayer
y de hoy. Para Rosas sus enemigos eran “raza de monstruos”. Y pedía, por el bien de Argentina,
que “no quede uno entre nosotros y que su persecución sea tan tenaz y vigorosa que sirva de
terror y de espanto a los demás que puedan venir en adelante![ “. “Pienso permanecer no
menos de 40 años en el poder”, fue la idea primordial de Somoza en Nicaragua. ¿Y sus
desplantes en sus reuniones sociales?: “Plata para los amigos, palo para el indiferente,
plomo para el enemigo”, “Que yo sepa sólo tengo una hacienda y se llama Nicaragua”,
“¿Yo el presidente de Nicaragua? -¡Nicaragua es mía!”. “La Democracia, que tanto
pregonan los ilusos – repetía Diego Portales, ministro dictador de gran influencia en los albores
de la república de Chile- es un absurdo en los países como los americanos, llenos de vicios y
donde los ciudadanos carecen de toda virtud, como es necesario para establecer una verdadera
República”. Creía conveniente violar la constitución cada vez que fuere necesario, dada “su
perfecta inutilidad”. Y este ha sido el repiquetear diario de todos los tiranuelos. ¿El pretexto?
Salvar la sociedad… Pero salvar la sociedad demanda mantener el statuo quo. Que, por
supuesto, no es otra cosa que detener el desarrollo, en el ambiente de un conservadorismo
extremo. Enmascarado, por cierto, de cosmetología de cambio, usurpando el discurso político
del partidismo de izquierda. Todo para perpetuarse en el poder. El miedo, la violencia, el
chantaje son claves en la degradación humana que alimenta la inconsciencia dictatorial.
Hoy Latinoamérica está viviendo, desde algunos países, un caos de gobernabilidad. Mejunje de
confusión y laberinto. Unos cuantos vivarachos y chatarreros de la política, alardean de tener la
respuesta a la miseria social existente, con el trasnochado “socialismo del siglo XXl”… ¿Qué otra
cosa puede decirse, por ejemplo, tal cual sucede con Hugo Chávez de Venezuela, quien es el
sumun de esta baratija de corrupción política, que desesperado en su inconsistencia ideológica,
reclama a Venezuela para sí, desde una convivencia paranoica, obsesiva y delirante? ¿Cómo,
entonces, en analogía y semejanza con Somoza, grita “¡el que no es chavista no es venezolano!”?
¿El Estado soy yo? Es la uniformidad del pensar, del sentir, del vivir… Es la neurosis por la
incapacidad de gobernar! Es el no reconocimiento de los derechos ajenos! Es la indefensión de
los otros al quitarles las garantías sociales! Este decir, ¡cuidado!, no es un simple decir… Es el
precedente, (predestinación del hacer lo que me venga en gana) de cualquier circunstancia, para
el crimen de Estado! Al final de cuentas, queda claro, es el camino del socialismo del siglo XXl.
¡Alerta ciudadanos! No más dictaduras!
Excelente!! Nada que agregar. Estamos en dictadura y hay que despertar.
Cuidado con creerse de que las dictaduras no sobreviven, vean el caso de Cuba, North Corea, Russia y mas recientemente el de Iran y Venezuela. Una vez que estos iluminados logran convencer al pueblo de que solo ellos tienen las soluciones a sus problemas y de que todo se soluciona simplemente creando nuevas leyes, entonces el mal esta casi hecho. Las nuevas dictaduras son virales y tranforman la realidad y la verdad con arte de magia. Estan infiltrados en todos las organizaciones internacionales y mundiales, en todas las organizaciones religiosas muy en especial en la iglesia catolica y mantienen convenciones como la de Sao Paulo donde deciden como van a efectuar sus ataques a la democracia. En Ecuador, por ejemplo, nadie mantiene un seguimiento a los cientos de cubanos introducidos en el pais. Es muy conocido que en otros paises, estos cubanos participan en las elecciones, votan con papeles falsos, recaudan informacion e influencian al campesinado que en general son los territorios donde se infiltran. Lo peor de todo es de que nadie reacciona. Despierten y participen.