22 noviembre, 2024

El sentido del honor

Por alguna razón u otra, ya sea porque al haber concluido mis memorias en el libro por lanzar denominado ¡VALIÓ LA PENA?, ya sea porque siento en el ayer más peso que en el mañana, mi mente se enfrasca en rebuscar anécdotas sacadas del baúl de la memoria.

Mi post de la semana pasada trató sobre mis deseos frustrados de retar a duelo a Abdalá Bucaramen razón de sus ofensas abundantes y groseras radiadas allá por el año 1991. Para ambientarme con el desafío, en aquel entonces, publiqué previamente dos entregas que ahora las entremezclo en una, porque creo que tienen un efecto válido en estas generaciones que por vivir en vértigo, ya no cultivan ciertas lecciones o anécdotas que a mí me causan nostalgia por la sabiduría que encierran.

El duelo o desafío es una institución que si bien en la practica casi ha desaparecido, (en beneficio del sicariato), gozaba e infundía en la opinión pública mucho respeto porque daba señales de valor. Racionalmente y desde el punto de vista de las normas eclesiásticas y penales esta totalmente rechazado y aun penada su simple provocación o reto amén de las consecuencias punitivas referidas a las lesiones causadas. El duelo se diferencia de la riña por la igualdad de las armas convenidas, y fundamentalmente porque los duelistas se substraen voluntaria y formalmente a la acción de la autoridad y de la ley mediante un código, pacto o normas de honor severamente cumplidas por los participantes, sus padrinos, médicos asistentes y el juez del campo.También se diferencia de la legítima defensa en cuanto esta supone una acción inminente que no puede evitarse sino es oponiendo la fuerza a la violencia. Los duelistas en cambio deben batirse inexorablemente cuarenta y ocho horas luego de que se han acordado los padrinos, a una hora y lugar exactos, circunstancias estas sobre las que se guardan absoluta reserva. Nada de YouTube o Twitter, radios ni prensa. Peor Enlace Nacional.

Históricamente, el duelo se fundamentó en un alto sentido del honor en una época cuando la insuficiencia legal dejaba en la impunidad las lesiones morales causadas por ofensas o insultos procaces.Conforme se robustecieron los poderes públicos y habiéndose desbordado la costumbre sobre todo entre caballeros o nobles de la época, la Iglesia primero y luego el Estado comenzaron a perseguir y sancionar tanto el combate a duelo como al simple desafío.

El duelo, empleado como medio para reparar el honor es de origen francés y derivado del espíritu caballeresco de la época, hoy tan venido a menos. El Cardenal Richelieu ante los 400 casos de duelistas muertos en los últimos veinte años de su gobierno, dictó el célebre edicto de 24 de Marzo de 1626 que terminó tal abuso con la ejecución de dos duelistas sobrevivientes. Pese a ello, se siguió practicando debido al alto valor dado al honor que ahora ha sido substituido por el dinero.

El marqués de Cabriñana en su celebre libro “Lances entre caballeros” (1900), recopila en 210 artículos las costumbres caballerescas con el objeto de que quienes se vean abocados a enfrentarse en duelo no procedan a tontas y a locas. “El duelo – nos dice – se impone por la deficiencia de las leyes penales y también porla falta de cultura, de educación y de prudencia en muchos casos…”. ¿Y qué son las ofensas? Se entiende por ofensa lo que se escribe, hace o se omite con la intención de dañar a uno en su persona o en su honor. La consideración profesional, literaria o política pueden ser discutidas libremente y criticadas siempre que no se invada la vida privada, ni caiga en la difamación.

Los ataques a los padres, hijos, esposos o hermanos se consideran como ataques al honor propio. Felizmente las sabatinas aun no caen en eso. Sólo denigran; nada más.

Según el código de honor de Cabriñana el ofendido tiene la elección de armas si la ofensa es simple; la de armas y duelo si es grave, y la de armas, duelo y condiciones si la ofensa es gravísima. Los padrinos hacen de confidentes conciliadores, abogados o jueces de campo y magistrados encargados de aplicar las reglas del código.Habrá dos jueces por cada parte.

Los adversarios deberán usar moderación y finura y a partir de la aceptación del reto deberán negarse a intercambiar nuevas ofensas. Deberán constar por escrito las condiciones pactadas entre los testigos. La exactitud es obligatoria, concediéndose un cuarto de hora de gracia y otro cuarto posible de prórroga. Durante el duelo existirá absoluto silencio. Se sorteará el lugar que corresponda a cada duelista evitando desventajas. Ejercerá de director de combate el juez que será a su vez designado por acuerdo de los testigos. Terminado el combate,se levantará un acta, de la que se entrega una a cada combatiente o a sus herederos. La infracción de las reglas produce la suspensión del combate que será definitiva cuando uno de los combatientes haya causado una herida o pruebe deslealtad.

La deslealtad constará en el acta. Existen condiciones especiales en el Código que reglamentan el duelo según sea a pistola, a sable o espada. El desafío a duelo era una institución primaria en aquellos tiempos donde el honor se cuidaba como valor patrimonial. Ahora parecería que el patrimonio es una cosa, y el honor nada que ver.

En Guayaquil más o menos reciente se puede citar dos desafíos. Una cuando el Dr. Macías Hurtado se batió a duelo con Simón Cañarte allá por el año 1956 saliendo el primero ileso y el segundo sangrando uno de sus glúteos; y la otra, celebérrima cuando Raúl Clemente Huerta en 1961 desafía a duelo a Milton Sánchez Barona siendo este último Ministro de Gobierno. El 3 de agosto de 1961 apareció publicado en primera página de El Telégrafo el siguiente remitido titulado “BASTA UN MINUTO” “Basta un minuto para convertir a cualquiera en Ministro de Estado, pero hace falta toda una vida para ser un Ciudadano de bien. A usted le ha sobrado ese minuto de su existencia para infamarse a sí mismo y para quedar marcado con el estigma de la vileza. Es usted un cobarde, protegido en la impunidad de su cargo. Le exijo que en el término de veinticuatro horas se despoje de su calidad de Ministro para que, como simple ciudadano, se atreva a sostenerme como hombre lo que ha suscrito como Secretario de Estado” Firma; Raúl Clemente Huerta. Los padrinos del desafiante, según se desprende indirectamente de la nota de prensa del día siguiente eran los doctores Teodoro Alvarado Olea y Carlos Luis Plaza Dañín, quienes aquel viernes 4 de agosto hace treinta años viajaron juntos a la ciudad a Quito por la razón sobrentendida. Las cosas se sucedieron rápidamente. En el aeropuerto Mariscal Sucre, una tropa de bomberos asalariados del gobierno se constituyó en turba con intenciones de linchar a la corta comitiva costeña intentando por esta vía evitar el desafío. Hubo una colosal confusión y gresca de la que nos podría recordar, si así lo quisiera, Alejandro Carrión quien en “Lo vi con mis propios ojos” testimonió periodísticamente el hecho. Coincidió que una delegación soviética arribaba simultáneamente al aeropuerto y cogida por sorpresa que fue, interpretó a la manifestación asalariada como un acto de rechazo a esa inusual visita diplomática realizada en la época más álgida de la guerra fría. La troupe costeña salió algo magullada de tamaña trifulca pero logró escapar de la turba. Al día siguiente aparecieron los titulares anunciando la renuncia de Milton Sánchez Barona quien además dio satisfacciones de su ofensa. Al regresar a Guayaquil el Dr. Huerta fue clamorosamente recibido. Hubo manifestaciones de adhesión y desagravio. Guayaquil ardió en amor propio y comenzó así la caída de Velasco Ibarra que se produciría cuatro meses mas tarde.

¿Qué las épocas del ayer eran mejores? Sí. Para mí es lo que siento en este atardecer melancólico. Cuando escribí estas dos entregas preparatorias para desafiar a duelo a Abdalá hace 21 años, tanto el Dr. Macías Hurtado como Raúl Clemente Huerta eran columnistas de Diario El Telégrafo, en el cual yo escribía. Ese era El Telégrafo de antes, el que amé y respeté.

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No hay comentarios

  1. Ah la nostalgia, que dulce y que amarga puede ser por ello no hay que rechazarla y hay que aceptarla como una companera de ocasion para que nos escuche en el silencio nuestros lamentos y nuestros dulces recuerdos! Gracias por rememorarnos la historia que cada dia dejamos mas y mas atras pero que sin embargo se peremniza en las mentes de las las gentes como testimonio de vida!

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