21 noviembre, 2024

Poema del Renunciamiento

Vamos a continuar un tiempo con José Ángel Buesa. A mi modo de ver, entre los poetas románticos del siglo pasado, Buesa destaca por la facilidad de su verso, sus metáforas y el romanticismo puro que nunca es vulgar.

Reconozco que es uno de mis favoritos. En mi próxima entrega contaré más de él.

Hoy quiero presentar la primera poesía que le abrió el corazón de la gente y a la que él mismo le dedicó luego un poema. Vale la pena disfrutar del Poema del renunciamiento, y luego podremos leer el Poema del poema.

Poema del renunciamiento
José Ángel Buesa

Pasarás por mi vida, sin saber que pasaste,
pasarás en silencio por mi amor, y al pasar
fingiré una sonrisa, como un dulce contraste
del dolor de quererte … y jamás lo sabrás

Soñaré con el nácar virginal de tu frente,
soñaré con tus ojos, de esmeraldas de mar,
soñaré con tus labios, desesperadamente,
soñaré con tus besos… y jamás lo sabrás

Quizás pases con otro que te diga al oído
esas frases que nadie, como yo te dirá
y ahogando para siempre, mi amor inadvertido,
te amaré más que nunca … y jamás lo sabrás

Yo te amaré en silencio, como a algo inaccesible,
como un sueño que nunca lograré realizar
y el lejano perfume de mi amor imposible
rozará tus cabellos… y jamás lo sabrás.

Y si un día, una lágrima, denuncia mi tormento,
el tormento infinito que te debo ocultar,
te diré sonriente: No es nada, ha sido el viento…
Me enjugaré la lágrima… y jamás lo sabrás

Poema del poema
José Ángel Buesa

“Quizás pases con otro que te diga al oído
esas frases que nadie, como yo te dirá
y ahogando para siempre, mi amor inadvertido,
te amaré más que nunca … y jamás lo sabrás…”

La desolada estrofa, como si fuera un ala,
voló sobre el silencio. Y tú estabas allí.
Ahí en el más obscuro rincón de aquella sala,
estabas tú, escuchando mis versos para ti.

Y tú la inaccesible mujer de ese poema
que ofrece su perfume, pero oculta su flor,
quizás supiste entonces la amargura suprema
de quien ama la vida, porque muere de amor.

Y tú que nada sabes, que tal vez ni recuerdes
aquellos versos tristes y amargos como el mar,
cerraste en un suspiro tus grandes ojos verdes,
los grandes ojos verdes que nunca he de olvidar.

Después, se irguió tu cuerpo como una primavera,
mujer, hoy y mañana, distante como ayer
y vi que te alejabas, sin sospechar siquiera
que yo soy aquel hombre y tú aquella mujer.

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