Es inaudito el cinismo con el que nos tratan de hacer creer las mentiras como verdades. Pero es más inconcebible la falta de reacción en los habitantes del país.
Aquellos que no están de acuerdo con el gobierno y odian a quienes nos gobiernan, nada hacen para demostrar su desacuerdo y mucho menos impedir que esta imposición de falsedades se lleve a cabo.
Pero esta permisividad y apatía propia de los sumisos, también se da en aquellos que medran como gárgolas carroñeras de la patria.
No veo por ninguna parte en forma espontánea y masiva a la gente que delira por el mandatario o su gestión.
Cada vez que su majestad aparece en público y necesita que su aparición sea avalada con el respaldo físico de sus simpatizantes, la misma gente pagada y obligada a estar en todas las presentaciones es la que lo vitorea. Los llevan en buses, les pagan, les dan comida, les toman lista, los obligan a asistir y son los mismos que están en todos los lugares donde se presenta el mandatario. Estos voluntarios obligados, son los que tienen que aguantar los cansinos y demagógicos discursos del ofendedor.
Es decir, que a nadie le importa nada.
Tanto los que odian a su majestad como los que son obligados a no odiarlo, no hacen nada en contra o a favor de lo que está sucediendo.
En múltiples cuñas publicitarias, el gobierno saca a negros, blancos, viejos, indios y mestizos que desde diferentes puntos de vista aplauden a la revolucionaria acción del gobierno. Pero la verdad de todo este apoyo ciudadano es que son actores contratados y pagados para salir en esos comerciales. Los mismos deben aprenderse el guion de lo que van a decir para decirlo.
Todo es una mentira publicitada que se basa en una permanente campaña publicitaria que debe estar haciendo rico a quien las produce, pero que de ninguna manera representan el testimonio espontaneo de la gente de nuestro pueblo.
La desfachatez con la que somos tratados como retrasados mentales no tiene nombre.
Como ejemplo les pongo un caso: En el juicio contra diario el universo, los jueces que fallaron contra el gobierno ya no continúan como jueces, mientras que los jueces que dieron su fallo contra el universo siguen ratificados como jueces.
Debo de ser medio tonto, pero no alcanzo a entender cómo; si hay un video grabado por una jueza donde el juez acusado dice que recibió la sentencia redactada por el abogado de su majestad y que a esta solo le disminuyó la cantidad de ochenta millones a cuarenta, el video no sea tomado como prueba en el proceso contra el juez.
Pero lo terrible de esto es que para descalificarla como prueba, ni siquiera se nombró a peritos para que sean estos los que definan la autenticidad o no, del video presentado. Sin embargo de no hacerlo, sin peritaje previo se lo invalidó como prueba y por no haber pruebas, no se enjuició a quién con sus mismas palabras dice como juez de la causa, que el no redactó la sentencia de esa causa.
Esto no solo es una tomadura de pelo, sino un insulto a nuestra inteligencia.
Esto solo es posible por el cobarde silencio que por permitirlo, nos convierte en cómplice a toda una sociedad de timoratos y miedosos. El ciudadano común está más interesado en sus propios intereses, que en los intereses de la patria y peor en los valores personales.
Principios como la verdad, justicia, libertad y el respeto al derecho ajeno, solo son cosas del pasado que a nadie le interesa recordar ni defender.
Ahora, tanto los que se oponen al gobierno como los que medran de él, son momias inmóviles que con su desidia permiten que el cinismo y la mentira sean verdades y estas sean las nuevas formas del honor.
Esto es posible gracias a que a todos les importa un comino lo que nos está sucediendo.
La nueva amoralidad del ciudadano consiste en que no nos importa quién nos gobierne ni la manera como nos gobiernen, con tal de ganar plata de la manera que sea y mientras no nos toquen lo que tenemos.
Antes pensaba que esta indolencia vergonzosa solo era practicada por los que tenían rabo de paja.
No es así, estaba equivocado…la indolencia es de todos.
Opositores o depredadores son dueños del cobarde silencio de la permisividad generada por el miedo.
Nadie quiere una pelea con su majestad o una persecución del aparato gubernamental a través de la cárcel o los juicios con jueces corruptos.
Los únicos responsables de todo somos todos.
Mientras no tengamos los cojones para abandonar nuestra medrosa postura, seguiremos de mal en peor.
Cada día veo con profunda tristeza que tengo la razón en lo que he repetido muchas veces: El alimento del tirano es el silencio del cobarde.