En el año 2006 por primera vez participé activamente en política nacional y con mucho entusiasmo empecé la recolección de firmas, lo que me brindó la oportunidad de obtener experiencia sobre este tipo de barreras de entrada a la participación política.
En el transcurso de esta actividad me dí cuenta de las falencias del sistema y con el pleno entendimiento de lo que significa entregar las firmas recogidas en los formularios, estampando una firma de responsabilidad al final de los mismos, bajo juramento y con el conocimiento de las penas por perjurio, decidí que era preferible no ser candidato antes que exponerme a juicios penales y civiles que podrían causarme enormes costos, tanto económicos como de mi libertad, puesto que la recolección de firmas no es una actividad que la realiza una sola persona sino muchas, pero que al final de cuentas la responsabilidad recae no solamente en el recolector de firmas sino también, y sobre todo, en el representante legal y el (o los) beneficiario(s). Leer artículos 339 y 342 del Código Penal.
En conocimiento del sistema en que vivimos, en que a la ley se la ha manejado muy flexiblemente, también he apreciado que a la ley se la ha manejado de manera discrecional y por lo tanto cualquier persona expuesta a esta actividad podría ser víctima de una persecución futura y/o de chantaje.
Por estos motivos cuando conocí que se ofrecían firmas, decidí hacerlo público en el 2006 en diferentes medios de comunicación indicando que en nuestro país existía un mercado negro de firmas. También cuestioné la participación del actual presidente, entonces candidato, ya que su movimiento político había entregado alrededor de 800.000 firmas y el TSE les había aceptado aproximadamente la mitad de ellas, e indiqué que en esas aproximadamente 400.000 firmas rechazadas debían existir firmas falsificadas y que era la función del TSE no permitir tal candidatura ya que el fraude era evidente.
Esta denuncia fue tomada por periodistas investigadores y semanas después presentaron al público televidente la noticia de firmas falsificadas e inclusive mencionaron a unos movimientos políticos, pero todo quedó en noticias, puesto que ni el TSE ni la Fiscalía hicieron algo para castigar estos delitos penales.
Ahora vemos con mucha pena, cómo nuestro país está sumido en el mayor desorden institucional, en el que la incertidumbre impera, y los actores de este desorden se echan la culpan unos a otros, casi sin reparar que los delitos son graves: penal, por falsificación, y civil por daño moral causado a los perjudicados.
Para las elecciones del año 2013 el movimiento del Presidente de la República presentó un número muy elevado de firmas en un claro afán de dejar a otros movimientos políticos sin participación, debido a que en esta ocasión no se aceptarían firmas de una persona en varios movimientos o partidos políticos. Presentaron alrededor de un millón y medio de firmas, de las cuales el CNE les rechazó alrededor de medio millón de firmas, constituyéndose en el movimiento político con mayor número de firmas rechazadas, entre las cuales suponemos que existen firmas falsas y falsificadas.
En mi caso, me han afiliado, sin mi consentimiento, a un movimiento político del que no conozco personalmente a ninguna persona, nunca los he visto recogiendo firmas, ni les he concedido la mía. Durante el transcurso de este año había indicado que yo participaría con mi Movimiento Pontepilas-30S solamente si llegase a recoger 300.000/400.000 firmas con voluntarios, algo que siempre consideré sumamente difícil y siempre reiteré que no utilizaría el método que se había generalizado y que ahora es motivo de repudio nacional.
Conocedor de que el sistema que se aplica en nuestro país es altamente discriminatorio, que privilegia al ciudadano que posee el capital para recoger firmas, aunque sea de forma fraudulenta y sin importar la procedencia del capital, que de forma general tiene origen dudoso, nunca he presentado firmas para ser candidato puesto que con el sistema actual se pretende dejar a personas decentes y honestas fuera de participación.
Los actuales metodos de recoleccion de firmas vician de nulidad los procesos democraticos genuinos. En tal virtud, si legalmente no son obtenidas tales firmas, no deberian participar los movimientos o partidos que incurran en estas practicas dolosas que atentan contra la fe publica.
Los actuales metodos de recoleccion de firmas vician de nulidad los procesos democraticos genuinos. En tal virtud, si legalmente no son obtenidas tales firmas, no deberian participar los movimientos o partidos que incurran en estas practicas dolosas que atentan contra la fe publica.
De acuerdo. LA recolección de firmas no es -como se quiere hacer creer- una expresión de pluralismo democrático; por el contrario, es una barrera de entrada que lo impide.