21 noviembre, 2024

Rafael y Abdalá

Una cigüeña volando sobre un lago atrapa con su pico un sabroso pez, y un hambriento gato viéndolo pasar comienza a insultarla cada vez con aullidos mas groseros hasta que finalmente la cigüeña grazna a fin de responder. El pez, aflojado sin querer cae, y el felino agarra el alimento regalado para saciar así su apetito voraz.

Esta fábula medioeval la acabo de recordar cuando Rafael Correa engolosinado en su esplendoroso vuelo de poder, afloja alimento para que Abdalá se le trague un buen pedazo de su yo. Insultarse con los Bucaram es un error que no debió cometer.

Abdalá es lo que es, políticamente, gracias a su destacada capacidad de improvisar con caudalosa imaginación que la potencializa con una procacidad y lenguaje que capturan la atención popular. No necesita argumentos porque se los inventa y maneja el insulto como una llave maestra para atraer la atención y disminuir al contrincante. Contra el insulto no caben argumentos ni explicaciones. A un expresidente lo definió como el de la “esperma aguada”, y luego de haber sido su aliado lo estigmatizó para siempre con esta muletilla que no fue recopilada en el diccionario político en el que Rodrigo Borja tanto elaboró.

Rafael Correa tiene un estilo de profesor absolutista que no permite hablar al alumno obligadolo a caer prisionero de sus raciocinios que son sofismas mutilados a la carta. Siempre parte de una media verdad y luego la distorsiona a voluntad. Habla seguro de sí mismo porque no hay oportunidad de responderle por esa aureola pretoriana que lo resguarda y en la creatividad de sus cadenas nacionales que injurian dos o tres días después. Pero pese a su enorme capacidad intelectual, en igualdad de condiciones, perdería un debate frente a frente a Abdalá que buscaría los adjetivos más burdos o populacheros para tapar el vacío de su ignorancia en muchas temáticas que no se interesa siquiera en aprender. Con lo que tiene en su lengua le basta y le sobra porque su contendiente debe alejarse debido a que su saliva salpica por doquier.

Por lo demás, creo que si hubo entendimiento entre los dos personajes y que Bucaram asumió que el actual Presidente cumpliría con su palabra o sus vagas promesas de indultarlo que se dieron desde la Asamblea de Montecristi y durante estos años de larga espera. Lo que sucede en la práctica es que el actual gobierno se sustenta en encuestas coyunturales que valen más que la palabra valen. Así se dio el indulto o amnistía, que sé yo, a Alberto Dahik y a Gustavo Noboa, pero no dudó en cuanto al caso Bucaram. El sentido común popular no lo hubiese aprobado ayer, y seguramente tampoco hoy.

Hay una verdad gigante en medio de todo esto y que se la escuché a León Febres Cordero cuando aquello del pacto de la “regalada gana”, repugnante para quienes habíamos colaborado por refundar a Guayaquil expulsando al PRE del cabildo guayaquileño. Este pacto, dijo el entonces Alcalde, se hace conveniente o necesario y es seguro porque políticamente Bucaram si cumple y hace honor a su palabra, tal como lo aprendió de su tío Assad Bucaram. Yo repudié públicamente aquel entendimiento, porque no está en mi naturaleza pactar con personas que ofenden por oportunismo o simplemente para atraer sintonía radial. Claro, nunca fui político ni aspiré a serlo. Las obscenidades que el “loco” dijo de León y de su familia, a la hora del manejo político se desvanecieron ante coyunturales conveniencias. Lo expresé en mi entrega titulada “Trago Amargo” publicada en El Telégrafo (14 agosto de 1994) siendo yo en ese entonces concejal de ese gran Alcalde que fue Febres Cordero.

Correa está en el paraninfo gracias a su voluntad de poder, voluntad de potencia o voluntad de pujanza, concepto mal aprendido quizás de las lecturas de la filosofía de Friedrich Nietzsche, pero que explica las razones por las que puedo vaticinar que nunca abandonará Carondelet por su propia voluntad. Eso explica la actitud psicopática y nada prudente que tuvo cuando la revuelta policial. Este mecanismo conceptual o mental de nuestro actual presidente, explica su necesidad de apoderarse de todas las instancias del poder y que derivará posiblemente en que el CNE anule la inscripción de todos los partidos políticos que osen competir. Con Correa no caben entendimientos, y eso ya lo saben sus propios seguidores de Ruptura que lo encaramaron en el poder, sus ministros y allegados. Por esa razón el Presidente cayó en la trampa al responder los maullidos de Abdalá, arrojándole gratuitamente una buena tajada de alimento desde la altura del poder. Este incidente inesperado lo pone al PRE inmerecidamente como el principal opositor, luego de cinco años de cercana colaboración.

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