Estas gráficas son uno de los tanto ejemplos de lo que realmente se constituye en una triste realidad por lo que a diario sucede a lo largo y ancho de nuestro país. Por tanto, no creo que quienes conducimos vehículos, debamos asustarnos por la rigidez de las nuevas leyes impuestas en lo relacionado al control de la velocidad que imprimimos a los mismos. Por el contrario, creo que debemos observar con cierta satisfacción que por fin estamos empezando a educar nuestra manera de conducir nuestros vehículos dentro y fuera de la ciudad.
¡SI NO INTENTAS TRANSGREDIR NINGUNA LEY, NADA TIENES PORQUE TEMER!
Tampoco es por demás admirable conducir con verdadera responsabilidad y constante precaución cuando se trata de hacerlo en otros países, pues eso es tan solo un indicativo de que poco o nada nos importa respetar nuestras propias leyes.
Y no solamente aquello, sino que todas estas impositivas y claras normas legales, estarían dándonos la oportunidad de evitar sangrientos accidentes que a la sazón lo único que dejan son secuelas de inmenso dolor por la pérdida de seres queridos. Al menos, esos son los graves y tristes resultados de las estadísticas que arroja nuestro país.
Compete también a las instituciones pertinentes brindar una mejor alternativa, en tanto y en cuanto el conductor esté constantemente bien informado de dichas normas, a través de una excelente labor señaletica como consecuencia de una oportuna educación vial ciudadana.
Ojala, y por el bien de nuestras familias, aprendamos a educarnos en dicho sentido y aprendamos a respetar la vida ajena, pues cada conductor al mando de su vehículo se convierte en una especie de arma mortal mientras conduce; con o sin personas al interior se los mismos.
Ojala que a las instituciones encargadas por dicho control, y de velar por la seguridad de cada uno de las personas que diariamente están al frente de un volante, no les tiemble la mano; ni a ellos ni a los jueces respectivos, a fin de aplicar dichas leyes a quien le corresponda, y con verdadero sentido de justicia.
Ojala pues que los señores taxistas y transportistas de niños y personas a través de sus expresos escolares, aprendan que dentro de sus maquinas transportan a personas cuyas vidas dependen de ellos.
Ojala que los señores que conducen sus monstruosas maquinas de transporte urbano y provincial, pongan sus barbas en remojo y sepan que las leyes de tránsito, además, son exactamente igual de respetables en relación a otras leyes.
Ojala que en este caso, en cada uno de mostros impere la lógica y la razón de entender que las leyes, como el tema que nos ocupa, se las crea para ser respetadas, y que su aplicación en caso de faltarlas; sea o no de carácter fuerte, solo servirá para un solo propósito: SALVAR VIDAS.