Empresarios y Rafael

La semana pasada se reunieron, en el mas elegante hotel de Quito, 150 empresarios con el Presidente Rafael Correa. Total una asistencia de 210 personas contando con ministros, funcionarios y claques. Seguridad aparte. Es la primera reunión formal de encuentro entre el sector productivo y su Primer Mandatario en cinco largos años.

Una vez que esta reunión se daba en una ambiente ya electoral, algo quizás, se podría lograr a más de la foto. Las expectativas de los empresarios se centran en cuatro puntos; ablandar el tema impositivo, lograr unos centímetros más de apertura comercial, un milímetro más de flexibilidad laboral, y conseguir algun nivel de participación nacional en la nueva infraestructura de generación hidroeléctrica.

Rafael no vistió su camisa floreada de combate y fue con terno oscuro y corbata pelucona. Lució serio, erguido y con mirada de rector ante los temerosos estudiantes que, nerviosos, parecían dispuestos a dar un examen de gran dificultad.

El mandatario en su discurso dijo que los indicadores de crecimiento demuestran que el dinamismo económico continúa e indicó que en el 2011 la economía ecuatoriana fue la tercera con mayor crecimiento en la región. “Nos ha ido bien en el crecimiento económico. Somos uno de los pocos países que ha superado la crisis mundial”. Punto. El precio del petróleo no fue mencionado.

Luego, en medio de un silencio absoluto, el presidente de la Cámara de Industrias de Pichincha, Pablo Dávila, tomó muy nerviosamente la palabra para exponer los puntos de vista de los empresarios. Enjuto y nada locuaz inició su exposición con mucho tino expresando que el sector se hallaba abierto al dialogo con el Gobierno, y que era imprescindible que se deje de lado el análisis estrictamente político para proceder a hacer un análisis netamente comercial y técnico. Estamos trabajando, dijo, para mostrar un actitud proactiva y constructiva para efectos de establecer una política de inversión pública privada que siente las bases del desarrollo que el pais necesita. Un preámbulo lleno de prudencia que de ninguna manera podría alterar el rostro del Mandatario quien seguía mirando con aire de PhD. De pronto ¡el error,! Cuando el nombre de Assange atravesó la sala fue como un rayo que estremeció el ambiente. Se estaba afirmando que la concesión de su asilo “podría” perjudicar las relaciones con los EEUU, referente a las preferencias arancelarias andinas (ATPDEA). Rafael interrumpió la exposición e impuso sus frases de cajón; “La soberanía ecuatoriana no está en juego”, “nos levantaremos de la mesa de negociaciones”, “no permitiremos ningún tipo de chantaje”, rechazó el “neocolonialismo” y se sumergió así en nueva sabatina. No se hablaba de economía ya que estos mercaderes del templo habían traspasado la raya de la paciencia presidencial. Bastó el sonido de una palabra; ¡Assange!, que posiblemente ya mismo la patenta como patrimonio nacional.

Todo esto era previsible y los empresarios hicieron su buen pálido intento de ablandar el alma presidencial. En el fondo no había nada que decir. Lo importante era reunirse con el Presidente para buscar alguna remota posibilidad de acercamiento aprovechando la temporada electoral. Con la simple reunión el Candidato Presidente daba unos pasitos en cuanto a ablandar su imagen ante los soñolientos o iletrados empresarios que no terminan de descifrar a este caudaloso personaje y creen que algún día cambiará.

Los empresarios, no los cercanos a Alianza País o los que han surgido de su vientre, ya deben terminar de entender hacia dónde vamos en materia de producción y economía. La economía crecerá por el lado del Estado porque la riqueza en manos privadas es un contrapoder amenazante. Que si nos quitan los beneficios arancelarios simplemente abona en la misma dirección de aplastar o encoger a las empresas privadas. Que si baja la exportación bananera, o se joroban los floricultores abona en beneficio de la nivelación de la riqueza. La balanza comercial hay que restringirla por el lado de las importaciones del sector privado, y no restringiendo el abundante gasto público que las alienta. La preocupación de abrir nuevos mercados en países exóticos y no tradicionales como Irán, o Absurdistan, no tiene otro propósito sino darle más protagonismo u oportunidades al sector público que es el que utiliza su calidad de Estado para desarrollar sus propios monopolios. Esa es la línea optada por el socialismo del siglo 21 para nivelar las diferencias sociales existentes en estos países donde esto es más importante que el simple PIB. ¿Qué si da resultado este experimento? Resultados políticos sí. Resultados de mejor calidad de vida promedio, habrá que ver si al cabo de algunas décadas llegamos al ideal establecido por Cuba, donde los PhD abundan, pero la carestía también.