El presidente cree que el escándalo de las firmas falsas finaliza en recoger firmas sobre el monto de 158.000, sin reparar que en el proceso de recolección de firmas se han cometido los siguientes delitos: Falsificación, perjurio, beneficio de firmas falsificadas, delito contra la fe pública (engaño y fraude), daño moral a las personas que han sido afiliadas sin su conocimiento y contra su voluntad.
El presidente llegó al poder habiendo presentado alrededor de 800.000 firmas, de las cuales cerca de 400.000 fueron rechazadas por el Tribunal Supremo Electoral en el año 2006 e intenta justificar lo injustificable diciendo que es adecuado tener un margen de error del 1%, 3%, 5%, luego de ser reincidente en el delito de presentación de firmas falsas, esta vez cerca de 750.000 firmas falsas de un total de un millón y medio de firmas entregadas. Y ni siquiera le da vergüenza.
¿Es o no es corrupción beneficiarse de cerca de 400.000 firmas falsas en el año 2006 para ser candidato presidencial y luego ganar las elecciones en medio de sospechas de financiamiento ilícito de grupos terroristas? ¿Es o no es corrupción beneficiarse de alrededor de 750.000 firmas falsas en el año 2012 para perpetuarse en el poder?
Cuando denuncié la existencia de un mercado negro de firmas en el 2006, yo decía que el actual presidente no podía ser candidato a presidente sino candidato a irse a la cárcel. Este es el caso ahora para todos los falsificadores y beneficiarios de falsificaciones de acuerdo a los artículos 339 y 342 del Código Penal.
Es lamentable notar que todos los involucrados en este penoso episodio se han acusado unos a otros en su afán de justificarse: El Consejo Nacional Electoral señala a los movimientos y partidos políticos como culpables, éstos señalan los errores del Consejo Nacional Electoral, que continúa cometiendo errores quebrantando la ley tomándose atribuciones que no le competen de acuerdo a la Constitución, el Presidente de la República reprende a los miembros del Consejo Nacional Electoral y trata de librarse de culpa cuando los delitos han sido cometidos por todos los que han entregado firmas falsas, sean pocas o muchas, de la oposición y del oficialismo.
El resultado es que la poca credibilidad que los partidos, movimientos políticos y políticos tenían, ha quedado reducida al mínimo. Casi nadie confía en el proceso electoral del 2013 y muchos creen que en las elecciones pasadas existió engaño y que carecen de validez.
Por muchos años he mantenido que la recolección de firmas es una farsa, que es una barrera de entrada a la participación ciudadana y que no cualquier persona puede participar libremente como la Constitución indica, sino que se privilegia al capital sobre el ser humano, sin siquiera importar la procedencia de ese capital.
Se suponía que con la Constitución de Montecristi empezaríamos una nueva etapa en la que los partidos y movimientos dejaban de existir y todos empezarían desde cero. Sin embargo, el oficialismo y la oposición se pusieron de acuerdo para quebrantar la ley y se repartieron dineros del Estado de un fondo partidista que no podía existir, ya que los partidos y movimientos políticos legalmente no existían y al no tener personería jurídica no podían tener chequeras. De esta manera la partidocracia, antigua y actual, no empezó desde cero sino que empezó con una ventaja sobre los movimientos políticos nuevos que debían financiarse con recursos propios.
Aún así, esa ventaja no ha sido suficiente para que los partidos y movimientos políticos logren conseguir el número de firmas necesarias para obtener la personería jurídica que les permita participar en las próximas elecciones porque básicamente las organizaciones políticas no pueden nacer grandes como se las está obligando a ser, sino que como todo producto tiene su ciclo de vida que es nacer, crecer, multiplicarse y morir, lo que implica que las organizaciones políticas deben nacer pequeñas y crecer por la fuerza de sus convicciones y no por la habilidad de conseguir un elevado número de firmas, como ahora lo constata la nación entera.
Lo positivo de este escándalo es que ha quedado a la vista de los ciudadanos que el sistema de recolección de firmas aparte de ser un vil engaño, es un sistema altamente discriminatorio que ha sido tolerado por una clase política que ha convivido con ella y se ha beneficiado de ella. También ha quedado al descubierto que no sólo el sistema electoral es un sistema corrupto y colapsado, sino que todo el sistema en el que vivimos es corrupto y colapsado. La recolección de firmas no puede continuar porque está viciado de nulidad. Ninguna agrupación política puede ser calificada luego de que la falsedad del sistema ha quedado descubierta. Si todos los ciudadanos tenemos los mismos derechos, todos tenemos el derecho de participar políticamente si queremos hacerlo. Siempre se ha alegado que es necesario regular la participación política y por ende la traba de la recolección de firmas. Sin embargo, la proliferación de agrupaciones políticas no es por un acto de civismo sino por el incentivo económico que esta participación conlleva. El Estado no debe dar dinero a ningún partido ni movimiento político ni candidato y si se toma esta decisión, veremos que no es necesario poner ninguna traba para que el número de participantes se reduzca.