Freud y varios otros científicos rechazaban y rechazan toda estigmatización de la homosexualidad basada en la noción de degeneración, tara, o una anomalía, como los médicos de su época.
En su Carta a una madre, Freud no dudó en afirmar que la homosexualidad “no es un vicio, ni un signo de degeneración, y no puede clasificarse como una enfermedad” Por lo tanto perseguir la homosexualidad es una “gran injusticia y una crueldad”, y que el análisis a lo sumo serviría para devolver la armonía a una persona si se sentía infeliz o neurótica, independientemente de si era homosexual o no.
A través de una carta, el presidente Rafael Correa se disculpó el lunes anterior con la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) por haberse referido a ellos de forma despectiva en su enlace sabatino del pasado 28 de julio.
En ese espacio, cuestionó la publicación de un comentario homofóbico hacia él, por parte del ciudadano Zenón Moreno. Este señalaba que la intención del mandatario de acompañar a la delegación de deportistas ecuatorianos a los Juegos Olímpicos de Londres 2012 era “de traer una medalla de oro en homosexualismo”.
Rafael dijo: “Tengan la seguridad que mi ánimo nunca fue faltar al respeto o menospreciar a nadie, menos a personas para quienes guardo toda consideración, pues valoro su lucha en contra de la discriminación y su ejemplo de valentía”, indicó Correa, agregando que, en el futuro, tratará “de ser más cuidadoso para evitar expresiones que no reflejan nuestras convicciones”.
Continuó: La comunidad GLBTI conoce que el Gobierno de la revolución ciudadana “es el que con mayor énfasis ha impulsado políticas públicas y normas jurídicas para garantizar los derechos y enfrentar la exclusión en todas sus formas, particularmente con la comunidad que ustedes representan”, indicó.
En realidad lo que ha hecho este gobierno es distinguirlos más y favorecerlos, haciéndolos desiguales, o más notorios, al dar incentivos a los que forman parte de “esta minoría”, a tal punto que ganan puntos en los concursos por serlo.
Recordemos que el Día Internacional del Orgullo LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales), también conocido como Día del Orgullo Gay, es la fecha en la que se llevan a cabo una serie de eventos anuales en los que los homosexuales celebran de forma pública para instar por la tolerancia y la igualdad y, por supuesto, para la desaparición de mitos y prejuicios y la lucha pacífica contra la violencia hacia los hombres y mujeres homosexuales.
Empero, ¿por qué el Presidente no se pronuncia de igual manera para otros grupos segregados o despreciados por él? ¿Por qué no se disculpa?
¿Por qué no se respeta a los periodistas? ¿A los agroindustriales, comerciantes, extranjeros provenientes de países que él tilda con duros adjetivos? ¿Las damas asambleístas de oposición y damas en general? ¿Los indígenas? ¿Profesores? ¿Médicos ecuatorianos? ¿Sus propios Ministros a quienes regaña públicamente?…
Debo dejar expresa constancia de que lo que si admiro en Rafael Correa, es que nunca tiene la culpa. ¡Nunca es responsable de lo que sucede en su Gobierno! Esta cualidad sí es un arte.
Tanto habla el mandante, que evidencia su psiquis más íntima en casos como el señalado en el presente artículo («entre bomberos no se pisan la manguera»)…
A qué nivel de hipocresía puede llegar un político que pronuncia sin inmutarse y con el mayor desparpajo, que no es su ánimo ofender a tal grupo en específico, cuando hasta su lenguaje corporal evidencia que personalmente se considera superior al resto de los ecuatorianos y quizá por eso denuesta semanalmente a cualquiera que se le opone para luego negarlo como si nada.
En la reciente sabatina, por ejemplo, habló de «ésa cloaca llamada Colegio de Abogados del Guayas»…supuse (equivocadamente) que tal entidad protestaría (al menos) contra semejante atropello y abuso de autoridad pero creo que el miedo cada día va calando más profundamente en una sociedad minimizada por la necesidad material y un errado concepto de liderazgo y democracia.
Que Correa nunca sienta culpa, en parte es explicable por su tendencia izquierdista, la cual, siempre se las ha arreglado para echarle la culpa de todos los males de la humanidad a un etéreo neoliberalismo. Una izquierda de teflón que le vendió a las élites del país el cuento que adoptando un remasterizado socialismo íbamos a alcanzar el paraíso a la vuelta de la esquina.
Pide disculpas a los GLBT pero le importa un pepino ofender y perseguir a las damas. Más claro…¡ni el agua!