Sabor a derrota

Han transcurrido algunos días desde que la Selección empatara con su similar uruguaya, en el Centenario de Montevideo y los ecuatorianos aun sentimos ese SABOR A DERROTA que nos deparó el empate.

Vale la pena resaltar que la Selección realizó uno de sus mejores partidos de los que va de las eliminatorias. El jugar de visitante nada menos que contra los uruguayos que tienen en su palmarés a jugadores de prestigio internacional, nos hacia presumir que el partido era cuesta arriba y que el lograr un empate sería casi como una victoria; mas las cosas no se dieron y fue Uruguay el que sufrió para lograr una paridad en el marcador con la ayuda de el árbitro paraguayo, Amarilla, muy bien calificado por Antonio Valencia, como un payaso no digno de pitar un partido de eliminatoria.

El punto que se conquistó es clave para las aspiraciones de Ecuador, pero el perjuicio causado a nuestra Selección y por ende a los ecuatorianos por parte de Amarilla, es incuestionable. No fue solo la gran cantidad de tarjetas que sacó en contra de nuestros jugadores, sino que no sancionó un penalti por una falta en contra del Chucho Benítez, cerrando su mala intención con la expulsión de Valencia por un supuesto reclamo excesivo.

Si bien es cierto que un partido de fútbol por las eliminatorias al Mundial del 2014, no es otra cosa que una contienda deportiva que convoca a aficionados de dos países, también no podemos dejar de recordar que aptitudes como las Amarilla, pueden desatar incluso conflictos como el que se llamó Guerra del Futbol o de las 100 Horas entre Honduras y El Salvador allá por los años ‘70.

El retorno de nuestra Selección no concitó la connotación que debió tener, mas vale prevaleció el SABOR A DERROTA. El ánimo disminuido por los desaciertos de Amarilla debe ser levantado por todos los ecuatorianos; el Gobierno de la Revolución en vez de cadenas sobre desayunos presidenciales y ataques contra la prensa corrupta, debería de hacer una motivacional hacia nuestra Selección.