¿A dónde estás dispuesto a caminar?
Martín Luther King, en su discurso del 28 de agosto de 1963, dijo: “Tengo el sueño
de que mis cuatro hijos vivan un día en una nación en donde no sean juzgados por
el color de la piel, sino por el contenido de su carácter…, de que niños y niñas negros
puedan tomarse de las manos con niños y niñas blancas, y caminar juntos como
hermanos y hermanas”. Lo que hoy queremos motivarte, querido joven, es a imaginar
tu futuro, que no es simplemente soñar, es tener un norte, un horizonte que te invite a
actuar, a hacer lo imposible por alcanzarlo, a luchar por él.
¿Por qué gastar tiempo en tratar de imaginar un futuro idealista que posiblemente
no lleguemos a vivir para verlo hecho realidad? Séneca, el filósofo romano decía: “Si
uno no sabe hacia qué puerto navega, ningún viento le es favorable”. Muchos siglos
después, John Kotter, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, describió la
principal labor del líder como la de “fijar la dirección”: desarrollar una visión del
futuro, con frecuencia de un futuro lejano”. La palabra visión connota algo visto, y los
visionarios escudriñan más allá del curso de su vida para visualizar un futuro en el cual
valga la pena invertir su tiempo, su talento, su energía.
Hagamos memoria y preguntémonos cómo llegaron a hacerse los grandes
descubrimientos o realizaciones humanos que nos han legado y que hoy nos benefician
a todos: ¿Cómo llegó el hombre a crear los aviones? ¿Acaso no fue un sueño, un deseo
o una necesidad el de volar alto, el de llegar más rápido? Era imposible llegar a la
luna, pero lo hicimos ¿cómo? ¿No fue una visión del cielo? ¿Cómo llegó Steve Jobs a
crear su primera computadora a pesar de los pocos recursos que tenía y posicionar
su empresa como la primera en el mundo a pesar de la fuerte competencia en ese
campo? Hace muchos años parecía imposible la comunicación desde Chone, provincia
de Manabí a Quito por carretera, era imposible atravesar la montaña. ¿Sabes de los
raidistas? ¿Conoces la aventura de Carlos Aray y su grupo de amigos, como desafiaron
lo imposible para muchos y llegaron a Quito?
Hoy más que nunca necesitamos visionarios de este tipo, no pesimistas, soñadores
inútiles o curanderos, sino personas corrientes que se comprometan a convertir un
futuro deseable en una realidad para las nuevas generaciones ¿Podríamos tener la
suficiente visión para luchar por algo mejor que dure más que nosotros? Todas las
tradiciones humanas y espirituales que merecen nuestro respeto aspiran y tienen
una visión de un mejor futuro para la humanidad. Martín Luther King se inspiró en
la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, la cual proclama la verdad
evidente de que todos somos creados iguales, y más profundamente prestó atención
a la afirmación del Génesis de que todos los seres humanos son creados a imagen y
semejanza de Dios.
Para los creyentes en Jesús y su proyecto ¿tenemos claro nuestra propuesta? ¿qué
nos dice nuestra tradición cristiana cuando recordamos el proyecto creador de
Dios: “el Señor Dios plantó un jardín… y en medio al hombre, a quien le dio una
compañera, porque no es bueno que esté solo, y los dos estaban desnudos, pero
no tenían vergüenza”. (Gen 2:4ss). O cuando leemos cómo la primera comunidad
cristiana tenía todo en común: “La multitud de creyentes tenía una sola alma y un
solo corazón. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo lo tenían en
común”. (Hechos 4: 32) Es que, ¿somos ingenuos los creyentes que no tenemos los
pies en la tierra? ¿Vivimos de poesía, idealismo y utopías imposibles de alcanzar? ¿Qué
quiso decir Jesús de Nazaret cuando predicaba y actuaba diciendo: “Se ha cumplido
el tiempo y está cerca el Reino de Dios?”. (Mc 1:14). ¿Tenemos claro cuán rápido
cambiaría este mundo si dos mil millones de cristianos lucharíamos por esa visión?