22 noviembre, 2024

El gato bandido

Para terminar con esta serie de cuentos infantiles, en el que debería estar incuida la preciosa Historia que ya publiqué de Rubén Darío “Los motivos del lobo”, veamos ahora la arrepentida historia de Michín, “el gato bandido”:

El gato bandido
Rafael Pombo

Michín dijo a su mamá:
“Voy a volverme Pateta,
y el que a impedirlo se meta
en el acto morirá.
Ya le he robado a papá
daga y pistolas; ya estoy
armado y listo; y me voy
a robar y matar gente,
y nunca más (¡ten presente!)
verás a Michín desde hoy”.

Yéndose al monte, encontró
a un gallo por el camino,
y dijo: “A ver qué tal tino
para matar tengo yo”.
Puesto en facha disparó,
retumba el monte al estallo,
Michín maltrátase un callo
y se chamusca el bigote;
pero tronchado el cogote,
cayó de redondo el gallo.

Luego a robar se encarama,
tentado de la gazuza,
al nido de una lechuza
que en furia al verlo se inflama,
mas se le rompe la rama,
vuelan chambergo y puñal,
y al son de silba infernal
que taladra los oídos
cae dando vueltas y aullidos
el prófugo criminal.

Repuesto de su caída
ve otro gato, y da el asalto
“¡Tocayito, haga usted alto!
¡Déme la bolsa o la vida!”
El otro no se intimida
y antes grita: “¡Alto el ladrón!”
Tira el pillo, hace explosión
el arma por la culata,
y casi se desbarata
Michín de la contusión.

Topando armado otro día
a un perro, gran bandolero,
se le acercó el marrullero
con cariño y cortesía:
“Camarada, le decía,
celebremos nuestra alianza”;
y así fue: diéronse chanza,
baile y brandy, hasta que al fin
cayó rendido Michín
y se rascaba la panza.

“Compañero”, dijo el perro,
“debemos juntar caudales
y asegurar los reales
haciéndoles un entierro”.
Hubo al contar cierto yerro
y grita y gresca se armó,
hasta que el perro empuñó
a dos manos el garrote:
Zumba, cae, y el amigote
medio muerto se tendió.

Con la fresca matinal
Michín recobró el sentido
y se halló manco, impedido,
tuerto, hambriento y sin un real.
Y en tanto que su rival
va ladrando a carcajadas,
con orejas agachadas
y con el rabo entre piernas,
Michín llora en voces tiernas
todas sus barrabasadas.

Recoge su sombrerito,
y bajo un sol que lo abrasa,
paso a paso vuelve a casa
con aire humilde y contrito.
“Confieso mi gran delito
y purgarlo es menester”,
dice a la madre; “has de ver
que nunca más seré malo,
¡oh mamita! dame palo!
pero dame qué comer!”

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Profecía

Rafael de León y Arias de Saavedra, conocido como el Maestro León, Conde de Gomara, Marqués del Moscoso y Marqués del Valle de la Reina, nació el 6 de febrero de 1908 en Sevilla, España. Escritor y poeta español de la generación del 27, autor de letras para copla, formando parte del trío de autores Quintero, León y Quiroga.

Nace en el seno de una familia de la nobleza de Sevilla. Durante su juventud frecuenta cafés, cantantes y teatros de variedades de la capital andaluza y en ese ambiente liberal y permisivo que concedía el nuevo régimen publicano conoce y colabora con el letrista Antonio García Padilla, alias Kola, padre de la actriz y cantante Carmen Sevilla y de aquella relación surgieron ya algunas letras conocidas. Como letrista, Kola no llegaba a la depurada calidad de Rafael de León, pero aceptó de buen grado ser colaborador, en parte para facilitarle la entrada al mundo de la creación artística, reacia a los aristócratas. Similar situación tuvo con Antonio Quintero, Xandro Valerio, José Antonio Ochaíta y Salvador Valverde, coautores de muchas letras de canciones y algunas poesías con Rafael de León. Durante el Servicio Militar conoce a Concha Piquer cuando actuaba en el Teatro Lope de Vega, quien puso voz a muchas de sus mejores canciones.

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