22 noviembre, 2024

La desventaja de venir de abajo

Hay que aclarar algo. Venir de abajo no tiene nada que ver con alcurnia o con lo contrario. Hay mucha gente humilde y buena, para quienes su honor está por encima de todas las posesiones terrenales, y hay varios que viniendo de hogares bien formados, han aprendido a echarse el alma atrás y se han dejado llevar por la “viveza criolla” y actúan de acuerdo con ella.

No es cuestión de integridad como llegué a pensar; ya el cinismo cambió la cara de la moneda. Ahora que la honestidad ha pasado a ser vista como una traba, no como un principio que debe ser respetado, el cinismo ha pasado a ocupar el puesto de la integridad.

El caso Assangue es una prueba. No creo que nadie pueda considerar buena la actuación de Assangue, quien no pasa de ser un pillo hacker, violador del secreto privado, pero su delito no justifica la mala actuación de los gobiernos que buscan sancionarlo. No hay manera de no ensuciarse queriendo juzgar quien tiene la razón. Como sabiamente dice Sor Juana Inés de la Cruz: “¿o cual es mas de culpar, aunque cualquiera mal haga: la que peca por la paga o el que paga por pecar?”

Ya no es, como se decía en la época de mis abuelos, cuestión de cuna; es cuestión de la importancia que le demos a nuestro nombre, de cuan comprometidos estamos con nosotros mismos. Un político en una reunión, nos decía: “a mí no me importa que hablen bien o mal de mí. Lo que quiero es que hablen. Al final, lo único que la gente recuerda es el nombre… no los actos” Desgraciadamente, tiene la razón.

En épocas pretéritas el buen nombre era un freno. Aunque sea por vergüenza uno se cuidaba de no cometer tal o cual acto reñido con la moral. Si alguien transgredía la ley y no era conocido de la sociedad, la excusa para su acto, entre la gente conocida, era, ¿Qué más puedes esperar de él? ¡Mira de dónde viene! Ahora el mundo ha cambiado y desgraciadamente no para bien, sino para mal. Ahora ya no causa asombro que fulano o mengano, de buena familia, esté involucrado en tal o cual acto.

El materialismo ha invadido la sociedad. Ha pasado a ser parte de la vida de todos el: “por la plata, baila el perro; por el oro, perro y perra.” El ser humano está haciendo realidad el verso de Francisco Gómez de Quevedo y Villegas: “Poderoso Caballero, es Don dinero.” El ser humano ya no vale por lo que es, sino por lo que tiene. Como dice acertadamente en su verso “Profecía”, Rafael de León “… después la vida se impone, tanto tienes, tanto vales…” y, como dice el poema “Verdades amargas, de autor desconocido, atribuido a Juan de Dios Peza (que ya publiqué): “La estupidez, el vicio y hasta el crimen, / pueden tener su puesto señalado, / las llagas del defecto no se miran, / si las cubre un diamante bien cortado. / La sociedad, que adora al poderoso, / persigue con gran saña al criminal, / más si el puñal del asesino es de oro, / enmudece… ¡y el Juez besa el puñal!.” Dan ganas de repetir a cada rato el título de esa película que pasaron hace ya varios años: “Paren el mundo, que me bajo.”

La desventaja no está dada por el nivel de dónde vienes. La desventaja, para la forma como te catalogan las personas respetables, está dada por la forma cómo te respetas a ti mismo y como respetas las normas y los derechos de los demás.

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