Propósito: intención clara y determinada de conseguir y hacer algo. Saber la
materia que se trata. Objeto a conseguir, meta. (DRAE). Las definiciones de los
diccionarios son claras. Las visiones de nuestras vidas no siempre son claras,
algunas veces borrosas, por algo se usa lentes.
Al vicepresidente de una gran Corporación aeronáutica se le hacía difícil
integrar su vida profesional, familiar y religiosa, como que la fe y la vida son
dos cosas distintas. Una cosa es la Iglesia, edificio, donde suelo ir y otra la vida
cotidiana, la calle. ¿Cómo integrarlos? Saltaba la pregunta ¿para qué estoy
aquí? ¿Cuál es el propósito de mi vida?
Muchos no encontramos con facilidad respuestas a la pregunta ¿por qué estoy
aquí? Por eso andamos a la deriva, y la vida se convierte en una sucesión de
episodios aislados y desconectados. No es suficiente con decir que estamos
aquí para conseguir solo un trabajo, una casa, hacer dinero cuando termine de
estudiar. Cuando nos jubilemos nos preguntamos: ¿qué haremos el resto de
la vida? Algunos dirán con realismo: “que la vida fue un cuento narrado por un
idiota, lleno de ruido y furia, que no significa nada…”.
¿Cómo formar un propósito en la vida? No se trata de simples buenas
intenciones. Se trata de forjarnos una visión de futuro que inspire y anime
nuestro caminar y por qué no, que contagie a otros. Ese fue el propósito de
quienes se tomaron en serio a Dios, a Jesús y su proyecto de vida. Quienes
cayeron en la cuenta que es posible buscar y hallar la voluntad de Dios,
encontrarlo en todas las cosas (san Ignacio). Eso significa que en los negocios,
en el amor, en la mesa compartida se lo puede hallar, porque Él se deja hallar,
quiere manifestarse en lo ordinario. Otros formulan esta experiencia religiosa
como “ser conscientes de la presencia de Dios”.
Una u otra fórmula solo nos habla de la santidad. El Dios santo, santo, santo
de Isaías (6:3) se deja tocar, palpar en lo pequeño y cotidiano. Un sacerdote
científico francés, el paleontólogo jesuita Pierre Teilhard de Chardin, decía: “en
cada momento nos aguarda Dios en la actividad, en el trabajo que hay que
hacer… en cierto sentido, está en la punta de mi bolígrafo, mi pincel, mi
corazón, mi pensamiento”. Esto es la experiencia religiosa más profunda
que puedes tener y te ayuda a tener clara tu visión de futuro y un propósito
en tu vida que te anime a luchar, creer, esperar y amar. Fue el secreto de
los santos, de muchos hombres y mujeres que se tomaron en serio a Dios,
públicos y privados. Como de muchas parejas de hombres y mujeres que
pusieron en práctica su palabra, creyeron en su pareja, fueron fieles y felices
por ello, para ella, sus hijos, su sociedad. No solo un mero propósito, es un
estilo de vida, visión, convicción en acción.