Tras los incendios ocurridos el 5 de octubre de 1896 y el 16 de julio de 1902 El Telégrafo, resurgió y se lo vio nuevamente en las calles. Ese año apareció El suplemento de El Telégrafo, de moda y literatura. A raíz de la recuperación de las libertades la generación de intelectuales surgida por 1875, formada académicamente en el extranjero, entre ellos Abelardo Moncayo Andrade, constituyó una elite que estuvo presente en las actividades que conducían al progreso, que afianzaban la nacionalidad y la democracia, rechazando las posiciones que reducían las perspectivas de progreso social.
Por esa época, El Telégrafo editorializó larga y profusamente denunciando al contrato “Charnace”, para la construcción del ferrocarril Ambato-Curaray, por ser contrario a los intereses del país. Por su defensa de los intereses nacionales se puso en el primer plano de la política,. En 1906 el general Eloy Alfaro derrocó a Lizardo García, la prensa guayaquileña se unió a El Telégrafo para condenar el acto dictatorial, los esbirros del gobierno destruyeron varias imprentas de algunos periódicos, asaltaron El Telégrafo y destruyeron sus talleres.
Resurgió en 1907 y el 25 de junio de 1908 el periódico celebró la llegada del ferrocarril a Quito. A finales de 1909, se produjo una de las tantas crisis de límites con el Perú. Alfaro, rejuvenecido ante la perspectiva de acción, se puso al frente de una fuerza que contuvo al secular invasor. Al respecto El Telégrafo, en la edición de la tarde, bajo el título de Día a Día, publicaba todo lo concerniente al conflicto y al proceso diplomático en el cual toda América se banderizó con la actitud peruana.
El Telégrafo, en su editorial del sábado 22 de octubre de 1910, titulado Un Salto Atrás, pese a ser un defensor del Gobierno de Alfaro, se solidariza con el opositor el periódico El Guante, por la destrucción de sus talleres y el apresamiento de los señores Miguel E. Neira, Eleodoro Avilés Minuche y Miguel García M., sus redactores y administrador. Al finalizar aquel año empezaba la actividad electoral, y El Telégrafo en su editorial del 7 de diciembre, decía: “Con una persistencia que admira, el gobierno, y especialmente el señor Alfaro en persona, está empeñado en asegurar que habrá completa libertad en las próximas elecciones presidenciales.”
El 14 de diciembre, los directorios de las juntas liberales de Pichincha y Guayas, presentaron al candidato oficial Emilio Estrada Carmona. Sin embargo, el general Alfaro, enterado de la grave dolencia cardíaca que éste sufría, le pidió que renuncie a su candidatura, cosa que Estrada rechazó de plano y fue elegido Presidente. Pero a los pocos meses se cumplieron los temores de Alfaro, y el señor Estrada falleció en el ejercicio del poder. A partir de éste episodio, por ambiciones de muchos políticos se produjeron una serie de graves acontecimientos y luchas internas.
El 28 de enero de 1912, Quito se convirtió en el escenario de la “Hoguera Bárbara”, en que una turba fanática asesinó al general Eloy Alfaro. Crimen que el doctor Pío Jaramillo Alvarado en su acusación fiscal del 6 de marzo de 1919, hace constar con precisión y pruebas, que: “En los mítines, en los discursos callejeros, en las manifestaciones gráficas del asesinato en efigie, en los actos, en las palabras, en todo, en fin, flotaba la intención y actitud política de esos momentos, que se tradujo claramente por los diarios…” y termina así: “Acuso ante la historia la responsabilidad del gobierno del señor Carlos Freile Zaldumbide…”
En la edición de El Telégrafo del 29 de febrero de 1912, fue lanzada la candidatura presidencial del general Leonidas Plaza Gutiérrez y el general Julio Andrade fue presentado como candidato opositor. A partir del 28 de marzo los resultados de los comicios que daban una clara ventaja a Plaza llenaban las páginas de El Telégrafo. Plaza ganó las elecciones y asumió la presidencia el 1 de septiembre de 1912. A partir de entonces el país se sumió en rebeliones contra su gobierno y el 24 de septiembre de 1913, a órdenes del coronel Carlos Concha, estalló una revolución en Esmeraldas, de la cual solo se logró la paz en 1916 cuando Plaza ya no era presidente.
El 9 de octubre de 1913 nació El Telégrafo Literario, que pese a su efímera existencia se constituyó en un foro para la corriente modernista imperante en esa época. Suplemento surgió de un grupo de jóvenes: Eduardo Castillo, José Antonio Falconí Villagómez y Miguel Angel Granado y Guarnizo. En éste se aglutinó la intelectualidad del puerto, en cuyas páginas se manifestaban sus talentos. En 1913, llegó una colaboración espontánea de un muchacho de apenas 15 años, cuyo nombre fue Medardo Angel Silva. Más tarde publicó Los jueves literarios de El Telégrafo, dirigido por el propio Silva, quien desde 1915 hasta su muerte ocurrida en 1919, publicó parte de sus creaciones.
En agosto de 1914, las manifestaciones negativas de la economía eran muy graves, y en el ánimo de los empresarios, pesaba una gran preocupación por las consecuencias que podrían derivarse de la guerra europea. Acontecer mundial que al instante El Telégrafo cubría gracias a los despachos de la agencia Havas. El 1 de agosto de 1915 inauguraba su prensa rotoplana Duplex, en la cual podía imprimir un periódico de hasta ocho páginas a una velocidad de 4.500 ejemplares por hora. En 1920 tenía un formato grande y constaba de ocho páginas a siete columnas, y habiendo suspendido las otras dos publicaciones diarias, se concretaba solo a la matutina.
En la primera página de su edición del día lunes 12 de enero de 1920, El Telégrafo anuncia el triunfo del doctor José Luis Tamayo en las elecciones presidenciales, de cuya participación, los partidarios del otro candidato doctor Gonzalo S. Córdova, se habían retirado voluntariamente por considerar que se darían anomalías en su proceso, de allí que el diario en la columna correspondiente comenta: “…no obstante el retiro voluntario de los partidarios de la candidatura de Córdova, para no terciar en los comicios de ayer, a las 9 de la noche un grupo de matones atacó el centro tamayista Progreso, situado entre las calles Balao y Chanduy, donde en compañía de su presidente Plutarco Torres, hallábanse muchos miembros celebrando el triunfo obtenido. Al grito de ¡Viva Córdova! los asaltantes hicieron disparos de revólver que contestaron los del club, pero el choque fue tan recio y violento, que los tamayistas sacaron la peor parte, resultando herido su presidente con una perforación de bala en el estómago…”
En la primera página de El Telégrafo en su edición del 16 de febrero de 1920, anunciaba la celebración de su trigésimo sexto aniversario de fundación, publicando las fotografías de los señores José Abel Castillo, director, y de su hijo mayor, el señor José Santiago Castillo y Castillo, que se desempeñaba como administrador gerente; como también la fotografía del edificio en que funcionaba el diario, ubicado en la calle Aguirre.
En el editorial del domingo 4 de abril de ese año, el diario se refiere a la entrevista de Rumichaca, que estaba por celebrarse entre los presidentes de Ecuador y Colombia doctores Alfredo Baquerizo Moreno y Marco Fidel Suárez, diciendo lo siguiente: “…la entrevista que celebrarán los dos magistrados, cambiando frases de mutua simpatía y afecto, será de resultados fecundos para una más estrecha unión, basada en la fusión de orientaciones entre nuestros países, que desde los albores de su independencia han marchado unidos y solidarios en iguales aspiraciones, luchando por unos mismos ideales.”
“Será este un episodio que estrechará las relaciones de nuestros pueblos, que recogerá la historia y lo conservará en sus páginas como una de las más felices iniciativas de los estadistas y pensadores empeñados en cimentar en el continente sudamericano, las leyes del derecho, la reciprocidad y la cooperación mutua…” Por este acontecimiento internacional, en Guayaquil se celebraron multitudinarias manifestaciones de regocijo, que vivaban a Colombia.
En 1911 se había fundado el Club Guayas de Tiro y Aviación, el precursor de la aviación en el Ecuador, que en septiembre de 1914, adquirió en Italia un avión al que se llamó “Patria I” y que fue volado sobre territorio ecuatoriano por Cosme Renella. José Abel Castillo director y propietario del diario El Telégrafo, adquirió un avión biplano de combate Macci-Henrip HO que llegó a Guayaquil el 29 de julio de 1920, piloteado por Elia Liut, quien fue el primero en cruzar los Andes, voló a Cuenca inicialmente, luego a Riobamba y finalmente a Quito.
En las diferentes ediciones de El Telégrafo correspondientes a esas fechas, se relatan profusamente estos acontecimientos. El 4 de noviembre de 1920 los Andes ecuatorianos fueron cruzados por primera vez por un avión, “El Telégrafo I”, que cubrió la ruta Guayaquil-Cuenca, luego recorrió todo el país, para posteriormente llegar a La Toma en el Perú y a Cali en Colombia. Luego de éste exitoso vuelo, José Santiago Castillo donó el avión, y con el cual se fundó la primera escuela de aviación en Guayaquil.
El periódico creció con la ciudad, luchó por las libertades ciudadanas, cultivó las artes y se ganó el respeto de los guayaquileños. Sufrió problemas económicos, cambió de propietarios, para el 17 de marzo de 2008, por primera vez en su historia pasar a ser la voz oficial de un Gobierno.
Gracias por ese homenaje y esa excelente reseña histórica de nuestro decano de la información.
Yo dejé de leerlo el mismísimo día en que la soldadesca atropelló sus premisas, para entregárselo a la dictadura, y posteriormente masacrar a su último director y dueño.
Cuando la larga noche de la violencia y la ignorancia haya cesado, nuestro diario guayaquileño renacerá de las cenizas.
Otra epica historia mas sobre Guayaquil («una nacion dentro de otra nacion») y sus heroes y altruistas Guayaquilenos! Pensar que un Guayaquileno esta ensuciando nuestra historia, por mas que este haciendo unos de los mejores Gobiernos de los ultimos 15 anos, francamente nos exprime el corazon y NOS MANTIENE ALERTAS ante los pisotones y guerrilleros/revolucionarios, LOS DIABLUMAS QUE CARGAN «LA ESPADA DE BOLIVAR» PARA OFENDER Y DANARLE LA HISTORIA A ESTA NOBLE Y LIBERRIMA PERLA DEL PACIFICO Y A SUS INDOMABLES GENERACIONES!
Gracias Toño por recordar esos tiempos en que se hacía el periodismo limpio y puro, incluso señalando sin temor ni favor, como decía Josancas al gobierno de turno, cuando cometía atropellos y dándole a sus lectores una información objetiva y veras…que lejos estamos ahora de este periodismo…y cuan penoso es ver lo que ahora se hace llamar El Telégrafo…
Digno homenaje para diario El Telégrafo, escrito por un historiador guayaquileño sobrio, de gran conocimiento de la historia de su ciudad,de esta Guayaquil querida por todos los ecuatorianos que vivimos en ella, sin apasionamientos vanos que no alimentan lo bueno, sólo resaltando los hechos que se han desarrollado en esta linda tierra con justicia llamada Perla del Pacífico y en el resto del país. Desarrollemos en ella acciones que conduzcan a todos a la convivencia en Paz, seamos una voz de unidad y aliento para los demás ciudadanos siguiendo el ejemplo del histórico decano de la Vida Nacional El Telégrafo