Más que un momento, una alegría desbordante, eterna. Si entendemos la
eternidad como el lugar del mayor gozo, de la máxima felicidad, de la dicha
completa, de la máxima expresión del AMOR.
No es fácil expresar en palabras lo que siento, pues no hay palabras para
hablar de estas cosas, de estas vivencias que están más allá de las palabras.
Paula nació un doce de octubre de 1997, a las diez y media de la noche. Creo
no equivocarme, llegamos con las justas a tener siete meses de gestación,
tal vez unas semanas menos. Y la culpa fue mía. Caí en errores graves y
puse en peligro las dos vidas, la mía y la mi hija. Pero Dios es compasivo y
misericordioso. Tras largos quince días de terapia intensiva, entre máquinas
y enfermeras y aferrándose a la vida como la luchadora que demostró ser,
Paula salió triunfante.
El momento de la cesárea, fue tremendo, acostumbrada a oír el llanto de
los niños, lo que me indicaba que estaban vivos y con “pulmones fuertes”,
cuando Paula nació, no escuché nada. Mi esposo, Victorino, se acercó, me
apretó la mano y me dijo, “me voy con la niña, ten fuerza, tienes que ser
valiente, las cosas no están bien”. Pero casi de inmediato, escuché la voz del
neonatólogo, Leonardo, “tranquila, las chicas son fuertes, Paula va a estar
bien”. Y eso hizo. Luchó, y vivió.
La encomendé a mis dos amores, a la Virgen del Pilar, cuya festividad se
celebra justamente el doce de octubre, día de la raza; y a la Madre Teresa de
Calcuta, quien acababa de partir a la casa del Señor, un mes antes.
De ahí, que Paula tiene seis nombres, cual princesa del principado de mi
corazón: Paula María del Pilar Carlota Teresa de la Caridad.
El “Carlota” es por mi abuela, mujer a la que amé y admiré mucho, y de
quien aprendí a ser por sí mismo, a tener carácter y valor, sobre todo en los
momentos más difíciles de la vida.
Paula, fue el nombre elegido por Victorino y por mí. Luego de mucho
deliberar acordamos que era el indicado. Por “San Pablo” por “Paula” la de
Isabel Allende y por otra Paula, quien físicamente nos parecía una mujer muy
guapa.
Razones para los nombres que han repercutido parece en esta, mi bebé
canguro, que acaba de cumplir quince años. Bebé canguro, porque la tuve
que llevar pegada a mi pecho ya que debía subir de peso a diario. Me
encargué de darle de comer hasta que vomitara, asegurándome que de
cualquier manera su peso iría en aumento. A los pocos meses de nacida,
Paula era como un sol que irradiaba vitalidad y belleza. Con una personalidad
bien puesta, siempre ha sido ella misma; no es influenciable, elige a sus
amigas, a su ropa y tiene sus metas claras. De su papá heredo la forma de sus
pies y el gusto por el arroz con menestra, carne y patacones; de mi heredó la
devoción por la Liga de Quito, y creo que tiene mi sonrisa.
Paula hace voluntariado con las viejitas de un albergue de ancianos, las
quiere tanto y recibe ese mismo cariño de parte de ellas. Es hincha del
fútbol y pidió como regalo y celebración de sus quince, ir a ver el partido
Ecuador – Chile. Los seis miembros de la familia estuvimos en la general
norte del Olímpico Atahualpa, vibrando con una emoción extra-ordinaria
en ese fantástico partido, en el cual aprendimos que el fracaso se puede
remontar; y aunque nosotros mismos propiciemos las situaciones adversas,
con perseverancia y ganas podemos levantarnos y vencer. Cada gol de la TRI
fue celebrado en un solo abrazo, en un cálido e inolvidable abrazo que acogía
en su regocijo a todo el Ecuador.
Y el fin de semana siguió, caminando por las viejas calles del Quito colonial,
no sin antes hacer una visita sorpresa a uno de nuestros más queridos
amigos, un sacerdote jesuita al que fuimos a sacar del silencio del retiro que
estaba dictando en el valle de los Chillos, quien le dio a Paulita la bendición
especial por sus quince años.
Luego de pasar rezando a la Virgen por la capilla de la Dolorosa de la
Compañía, escuchamos misa en San Francisco. La noche llegó y nos encontró
cantando Happy Birthday en la Boca del Lobo, ese restaurante que me
encanta situado en la Plaza Foch. Ya en la madrugada el chuchaque espiritual
que era fuerte, me levantó con el sonido de mil campanas requebrando
adentro del espíritu de mi corazón, al ritmo del sonido del amor del universo.
No podremos olvidar el canto del cumpleaños en el avión ni el mismo canto
al son del bombo que habían llevado unos hinchas de Pasaje, a la salida del
Olímpico Atahualpa.
Y así, un fin de semana único, compartiendo la dicha de una sencilla
celebración familiar, dando gracias a Dios por la felicidad de tener a Paula
con nosotros.
El gozo pleno. Existencia, conciencia, dicha,… desbordante amor.
¿1875? Bueno, esa fecha estaba grabada en la secadora de pelo del hotel. El
título de este escrito era: Quito, los 15 y la TRI. Pero Paula es diferente, así
que “1875” solo es algo para salir de la rutina de los títulos comunes.
Deseándole por siempre, una vida auténtica, feliz y fuera de todo contexto.
¡Que viva la santa! ¡Que viva la vida! ¡Que viva el amor! Y claro, ¡Que viva la
TRI!
Estimada Karina, en verdad que no hay cosa más bella, y con absoluta semejanza de nuestro creador, que el nacimiento de un ser humano. Le comento que estaba intentando escribir un nuevo artículo para nuestra trinchera, pero toda mi capacidad intelectual y mis emociones literarias, fueron reemplazados por bellos recuerdos al leer su emotivo y hermoso artículo.
¡Claro que sí!….Claro que Dios nos expresa su amor de diferentes maneras, y una de ellas es colmarnos de bellos regalos, tal cual es el caso de su niña, ahora una adolescente, y de Andy, mi primer nieto, quien un 21 de marzo del mismo año; y en prácticamente similares circunstancias, nos colmó de felicidad a toda una familia.
Andy nació a las 26 semanas, pesando mucho menos de lo que seguramente pesa la conciencia de tanta gente perversa, también nació por la noche (9h30 aproximadamente), y también luchó como un perfecto valiente por su vida, ¡Y VENCIÓ!!!… Así es, venció con la ayuda de nuestro Padre Celestial, todas y cada una de las adversidades propias de niños que nacen bajo tan delicadas circunstancias.
Todos esos hermosos eventos motivaron en mí, la suficiente inspiración para que le dedique un libro de casi más de 190 páginas, titulado: ?Andy?Un corazón Valiente.
Mi hija también fue una ?mama canguro?, y así como usted, también es una madre de inmensos privilegios. Por mi parte, Yo soy un abuelo que aprendí muchas cosas más con la venida de ese hermoso nieto, quien actualmente vive en México con sus padres y sus dos hermanitos. Créame, son una familia extraordinariamente feliz.Y yo, un abuelo embriagado de amor por Andy y el resto de mis nietos, y repleto de agradecimiento a Dios, por ser tan misericordioso conmigo.
Ahora veo que, tanto Andy cuanto Paula María del Pilar Carlota Teresa de la Caridad, son tremendamente bellos, felices y llenos de un amor gigantesco por Dios. Seguramente usted también habrá experimentado aquello que nosotros felizmente experimentamos:
?Cada niño nacido prematuro es una real bendición de Dios. Son para mí, y entiendo que para usted también, el más bello pincelazo y la más hermosa expresión de amor de ese gran Pintor de almas y corazones buenos, llamado JESUS?.
Millón de bendiciones para Paulita. Y para usted y su familia, además, el más grande sentimiento de respeto, consideración y estima.
RAUL RAMIREZ ORELLANA