Es bueno el afán de evitar los vicios y abusos que se han dado por parte de algunos, al aprovecharse de la ignorancia, para fomentar en el pueblo vicios y costumbres malas, como beber, fumar y adquirir otras depravaciones. Pero es malo creer que todo lo que se llama revolución es bueno, y defender a guerrilleros que escudados por el título de revolucionarios, se dedican a lo único que conocen bien: narcotráfico, delincuencia, secuestros, asaltos, sicariatos, asesinatos, etc.
Es malo pretender igualar a toda la población. Hay diferencias incontrolables entre los seres humanos, que no podrán nunca ser controladas. Si se repartiera el dinero de todo el mundo entre todos los habitantes de la tierra, con pocas excepciones para arriba y para abajo, en dos años la situación volvería a ser exactamente igual. Lo que debemos buscar es igualar a todos para arriba, estimular el desarrollo, despertar el deseo del progreso honesto y con trabajo, combatir los padrinazgos y los monopolios, fomentar la calidad y el logro de mejoras, por el esfuerzo personal. Crear la impresión en el pueblo de que ellos tienen derecho a tenerlo todo sin esforzarse para lograrlo, es destruir el desarrollo, crear resentimiento social, amargura y lucha de clases, destruyendo el espíritu de solidaridad que debe existir entre todos los seres humanos.
Todos tenemos derechos, pero también tenemos obligaciones, y la Iglesia católica ha insistido siempre en eso. ¡Quien se niegue a trabajar, que no coma! (2 Tes 3:10), enfatiza San Pablo en su segunda carta a los Tesalonicenses. León XIII en su Encíclica Reum Novarum, comienza diciendo: “Despertado el prurito revolucionario que desde hace ya tiempo agita a los pueblos, era de esperar que el afán de cambiarlo todo, llegara un día a derramarse desde el campo de la política al terreno, colindante, de la economía.” En esta Encíclica, la primera Encíclica Social de la Iglesia, El Santo Padre describe brillantemente el gran error del Socialismo.
Los animales sobreviven por sus instintos vital y sexual, como seres vivos y como especie. Al hombre, Dios le dio intelecto, le dio razonamiento, le dio el poder de elección y sobre todo, de decidir. Todos podemos errar en nuestras decisiones, pero no por eso debemos dejar de razonar y permitir que nos den pensando y decidiendo que es lo mejor para nuestra vida. No me puedo quedar contento como un animalito al que le ponen el alimento en la boca y que otros, con la excusa de que es para la mayoría, reparta, lleve y permita llevar a sus amigos, aliados, camaradas parientes y otros vivos que saquean el país y reparten lo que no les pertenece a su antojo.
El hombre es hombre por creación divina, con todos sus vicios y defectos, con sus virtudes y sus anhelos, y fue creado LIBRE. Libre para pensar, libre para decidir, libre para expresarse, libre para reunirse y reclamar lo que por justicia le corresponde. No minimicemos al hombre por el socialismo. El hombre es parte de la sociedad, El dominio de la sociedad parte al hombre.