Felipe IV, el Hermoso (1268-1314), también conocido como El Rey de
Hierro; gobernó Francia, según los historiadores, durante 29 años. El
historiador, novelista y ensayista francés Maurice Druon, nos narra bellamente
y nos hace conocer los entretelones de esta etapa turbulenta de la historia
europea, en la saga de “Los Reyes Malditos”.
Druon, inicia el primer tomo de la serie, así: “Al comenzar el siglo XIV,
Felipe IV, rey de legendaria belleza, reinaba en Francia como amo absoluto.
Había dominado el orgullo guerrero de los altos barones, sofocado la
sublevación flamenca, a los ingleses en Aquitania e incluso al papado, al que
había forzado a instalarse en Aviñón. Los Parlamentos obedecían sus órdenes
y los concilios respondían a la paga que recibían. (…). Seis de sus vasallos
eran reyes y la red de sus alianzas se extendía hasta Rusia. Ninguna riqueza
escapaba de sus manos. Paso a paso, había gravado los bienes de la Iglesia,
expoliado a los judíos y atacado a los banqueros lombardos.
“Para hacer frente a las necesidades del Tesoro alteraba el valor de la moneda.
Cada día el oro pesaba menos y valía más. Los impuestos eran agobiantes
y la policía se multiplicaba. Las crisis económicas engendraban la ruina y
el hambre que, a su vez, eran la causa de sangrientos motines. Las revueltas
terminaban en el patíbulo. Ante la autoridad real, todo debía inclinarse,
doblegarse o quebrarse.“Pero la idea de nación estaba arraigada en la mente de este príncipe cruel,
para quien la razón de Estado se imponía a cualquier otra. Bajo su reinado los
franceses eran desdichados.“Sólo un poder había osado oponerse: la Orden de los Caballeros del Temple,
la formidable organización militar, religiosa y financiera cuya gloria y riqueza
provenía de sus orígenes en las cruzadas.“La independencia de los templarios inquietó a Felipe el Hermoso y sus
inmensos bienes le hacían ser muy codicioso. Instigó contra ellos el proceso
más burdo que recuerda la historia. Cerca de quince mil hombres estuvieron
sujetos a juicio durante siete años, período en el que se perpetraron toda clase
de infamias”.
Lo narrado no es en el Ecuador, es pura coincidencia; de todas maneras
es un buen momento para recordar la frase de Marx que dice: “La historia
suele repetirse, primero como tragedia y luego como farsa, y que lo segundo
anuncia la clausura de un ciclo histórico”. Veamos si esto se cumple en
nuestro país.