La imagen que uno tiene de sí mismo es clave para caminar en la vida con dignidad y con sentido. Pero, ¿cómo se forma nuestra imagen? Son muchos los elementos que tenemos para ello: oír lo que dicen de nosotros, ver los modelos en la sociedad y los referentes más cercanos, buscar el ideal en el estudio atento de nuestra historia y cultura, este último, suele ser el más descuidado o el más manipulado por intereses ideológicos: ¿Alfaro? ¿García Moreno? ¿Simón Bolívar? ¿Manuela Saenz? Entre muchos otros, nos guste o no son referentes para unos o para otros. Querido Joven, ¿cómo te formas la imagen del ser humano que deseas ser? Esta visión te ayudará a levantarte con optimismo y esperanza, como también si es errónea te desviará del centro de la vida, del ideal posible y mejor, por algo existe el narcicismo y el hedonismo, como imágenes deformadas del ser humano, sin descuidarse que existe las lights, relativistas, aventureras, superhéroes, entre tantas otras que podemos describir.
Los textos bíblicos de este tiempo de adviento, para quienes tenemos fe, nos darán pautas para vivir la vida sabiendo esperar y fomentando la esperanza. En los inicios del cristianismo Adviento, significa advenimiento, se refería a la aparición del Señor al final de los tiempos. Cuando la Iglesia fijó la fiesta de Navidad y Epifanía se relacionó con la venida de Jesús en la encarnación. Estas dos venidas, la histórica por medio de María, en la Navidad, y la escatológica al final de los tiempos, en la Parusía, se consideran una sola espera desdoblada en dos etapas, por lo tanto lo que define al ser religioso, su imagen de varón o de mujer, que mide su temple y la calidad de su fe, es la espera y la esperanza.
Al ser la venida de Cristo anunciada por los profetas, señalada por el precursor y realizada por la Virgen, tres son las figuras centrales de este tiempo: Isaías, Juan Bautista y María, imágenes muy humanas no de meros santos o personas religiosas, sino del hombre y mujer que saben buscar lo absoluto, que saben de esperas y esperanzas, que forjaron sus ideales desde su juventud como búsqueda personal y colectiva de un Dios, que no puede fallar y de un reino que inspira otra sociedad donde la gente se sienta hermana y solidaria. Supieron valorarse a sí mismo y transmitirnos una imagen de ser humano que sabe de luchas, de anhelos y de esperanza y no de apariencias superfluas y vanales que pasan con la moda y el tiempo. La esperanza es un estilo de vida diferente, sabe de dolor, de fracasos o incoherencias, no por ello se desalienta o aplasta, antes surge como una niña: La fe es una iglesia/ una catedral que se eleva hacia el cielo/ La caridad es un hospital/ un asilo que recoge todas las miserias del mundo/ pero sin esperanza esto sería un cementerio. La fe se eleva como un árbol frondoso/ bajo su sombra la caridad, mi hija/ abriga todas las angustias del mundo/ Pero mi pequeña esperanza es esta nueva savia, que anuncia el camino de la primavera. (Ch Peguy).
Por todo ello, jóvenes la mejor manera de forjar una imagen correcta en este tiempo de adviento será dejándote ayudar de quienes nos han precedido en la lucha, en el amor, pero de manera especial en quienes te saben transmitir esperanza de un mundo mejor y contagiar metas e ideales con sentido.
Escucha el mensaje tan actual del evangelio de este primer domingo de adviento: “Ponte alerta para que los vicios, el libertinaje, la embriaguez, y las preocupaciones de la vida no entorpezcan tu mente y el fin no te sorprenda desprevenido”. (Lc 21: 34).