Escuchamos a muchas personas solicitar que se establezca un consenso nacional para poder ganar las próximas elecciones, procurando así que prevalezca en Ecuador el sistema democrático y revalidar el respeto a la Constitución y la nación.
Los que piden consenso son buenos ecuatorianos, lo malo es que hay muchos que lo reclaman; pero siempre insistiendo en que su arquetipo o ideología es la mejor.
Se oyen maravillosos, fogosos y emotivos llamados para estar con chicha o limonada; sin embargo, ¿Gozan de la fuerza suficiente para preterir su conveniencia por la de los demás?
Los ecuatorianos hoy nos encontramos ante la triste realidad de que los que nombramos para que administren nuestra Patria, la están trasladando a su propiedad y se sienten con derecho a mandar, atacar, callar, y esconder todo de sus auténticos mandantes.
La magia negra y la brujería son absurdas. Empero la estamos viendo. El diablo está comprando almas con dinero o canonjías; varías de ellas chamuscadas antes de morir, porque así es “el diablo”.
Este leviatán es tan capaz que nos une para desunirnos.
Por nuestro Ecuador, aceptemos cualquier ciudadano que acceda al poder, sea o no nuestro compadre o del agrado; siempre y cuando pueda dar bienestar socioeconómico a la población y agenciar adelanto general del país.
El anterior deseo tiene que imponer que un ejecutor actúe bajo beneficio de inventario y un objetivo análisis; por ende apoyemos al que logre un “consenso” sin esperar ser “consentido”.
Es necesario para lograr el beneplácito que se comprometa a respetar las leyes de acuerdo a sus diferentes categorías y, sobre todo la madre de todas ellas, la: Constitución.
Penosamente lo opuesto está sucediendo viveza “políticamente (demagógicamente) correcta”. He ahí algunas personas que quieren desvalijar en vez de servir e incumplen el respeto a la Carta Magna, justicia, y procedimientos respaldando actuaciones anómalas, en muchas esferas.
Invoco el significado cardinal de Democracia. Su irreversible primicia, es: ¡“Igualdad, Fraternidad y Libertad”!
Es notorio que el ecuatoriano está ostensiblemente perjudicado. La población se siente desamparada por el fruto del odio sembrado, por falta de empleo, inseguridad, hostilidad, y ahora sentirse vejados.
Las fuerzas de sustentación democráticas para la decisión del sufragante deben arbitrarse verificando antecedentes, posturas y otros denominadores de altruismo muy profundos.
Tener el respaldo de los trabajadores… empresarios… clérigos… trasciende menos, por cuanto dentro de estas generalidades existen conformaciones cuyos intereses son superados por otros de mayor raigambre emotiva o espiritual. Tal como: la estructura de la sociedad natural, la de unidad de territorio, origen, predilecciones… inclinan a un grupo ligado por esos aspectos en su comportamiento; creando en ellos la conciencia de un muchas veces mal conceptuado destino común o modelos de actuación. Por ende es incorrecto concedérseles una prerrogativa que deforme la real proporcionalidad social.
El gobierno aúpa lo contrario, sabiendo que uniéndolos causan desunión. Es una nueva escenificación del mismo repudiable acto del pasado de ofrecer: ¡“Civilización” y “Progreso”! Mientras, establecen círculos de apoyo rotativos para los intereses de su propia hegemonía.
Han pasado pocos días desde que se expreso la ponencia que consta a continuación, más es necesario insistir en que la única forma de borrar la megalómana tergiversación conque enfrentamos las próximas elecciones, radica en: “A grandes males, grandes remedios”.
Las condiciones para una elección libre de expresión voluntaria actualmente no existen.
El mandamás tiene TODOS los recursos nuestros a su disposición. Y no le importa si alguien obtiene más votos. Él, ¡Soberano!, seguirá. Responsabilizará a los corruptos “medios de información”, que son ellos los que tienen monopolizados y subvencionados, y dirá que los demás estuvieron “en franco contubernio con los banqueros” y los Norteamericanos; que en realidad ni lo determinan.
Salvo que se obedezca la Constitución en lo referente a que un Presidente sólo puede ser relecto una sola vez, lo que Correa ya ha sido y se vaya a su casa tal cual corresponde tendremos que actuar y pedir que se acate la voluntad del ecuatoriano.
Queda una última salida para el pueblo: La renuncia inmediata de quienes conforman el Ejecutivo y Legislativo y nombrar un Presidente interino neutral. Un hombre con la verticalidad moral e integridad de caballero como lo fue don Clemente Yerovi Indaburu. Quien fue Presidente Interino desde el 30 de marzo al 16 de noviembre de 1966.”