La culpa ¿de quién es?
Llegado este momento, preguntémonos sobre las últimas causas de los ríos de lágrimas rodando
silenciosamente sobre las mejillas de tantas hijas de Eva; sobre todo al venir la noche.
Frente tanta esposa abandonada o solteras embarazadas, se ha hablado y escrito mucho sobre
el machismo y el egoísmo del varón como su causa y explicación. Sin que yo pretenda negar lo
más mínimo la parte que le corresponde al varón, ha llegado el momento de afirmar que la mujer
también es culpable, y no sólo víctima del varón; ya que ella, sin duda alguna, es dueña de sí
misma y de su propio destino: cada mujer escribe su propia historia. Y detrás de ciertas historias
matrimoniales hay prehistorias juveniles, que da pena, y que tú, si eres sensata, podrás evitar
perfectamente.
No es digno para la mujer, ni verdadero seguir afirmando que ella es un ser naturalmente inmaduro,
incapaz de escribir por sí misma otra historia. Mientras la mujer siga sintiendo que ella es sólo
víctima del varón, se condena a vivir degradada y desgraciada. Porque, lógico, mientras el varón no
decida adoptar otra actitud, a ésta no le queda sino seguir siendo un juguete del varón.
Pero, definitivamente, ya que la mujer es dueña de sí misma y quien pone su firma y sello en sus
decisiones, ella puede y debe escribir otra historia. ¡Esto es bello, hermoso, maravilloso!
La pregunta es si ella realmente quiere… San Agustín nos dejó esta sentencia de oro: “Dios que te
creó sin ti, no te salvará sin ti”. Si ella no quiere, ni el mismo Dios puede… Si ella no coopera,
haciendo caso al fabuloso. Audio-Video de Dios, permanecerá indefinidamente degradada y
humillada. Y para que sepas de qué hablo, entro en el tema doloroso de la mención de otros
destinos…
Pongamos algunos ejemplos
Uno. La que no da ninguna importancia a la falta de práctica religiosa del varón. O si ella, después
de haberle insinuado, pedido y exigido varias veces, al chico, con claridad, prudencia y cariño, no
logra nada….y a pesar de todo, sigue enamorada… Soportará las dolorosas consecuencias que el
Padre del Cielo siempre quiso evitarle.
Dos. La católica – soy un cura católico y escribo para católicas, sin entrar en otras religiones – que
no le importa que el varón practique otra religión, a fin de poder vivir un matrimonio en el mismo
patín espiritual y religioso, católicamente en Cristo, con Sacramentos… Soportará las dolorosas
consecuencias que el Padre del Cielo siempre quiso evitarle.
Tres. La ingenua y superficial que se relaciona con el enamorado sólo por internet, sin llegar a
tratarlo personalmente por tiempo adecuado : sin “verlo” vivir y actuar y reaccionar en las fiestas,
el trabajo, las otras mujeres, el uso del tiempo y del dinero, las relaciones familiares…, y termina
casándose con un desconocido… Soportará las dolorosas consecuencias que el Padre del Cielo
siempre quiso evitarle.
Cuatro. La que, por no perderse un hombre, da poca importancia a las aventuras de su mujeriego
novio, pensando que ella lo va a cambiar; o que las malas son, en todo caso, las otras mujeres, que
no dejan tranquilo a su maravilloso chico… Soportará las dolorosas consecuencias que el Padre del
Cielo siempre quiso evitarle.
Cinco. La que no da importancia a las costumbres desordenadas y disolutas de su futuro esposo:
alcohol, droga, juego, problemas de carácter; desorden económico, tensiones con sus propios
padres, constantes mentiras… Soportará las dolorosas consecuencias que el Padre del Cielo
siempre quiso evitarle.
Seis. La que es estudiosa, trabajadora y ahorradora, mientras el enamorado es un vago y un
derrochador; la que es hogareña, mientras su enamorado no para de ir a fiestas; la que aguanta todo,
pensando que “eso” es virtud, y jamás pone los puntos en las íes a su chico, por miedo a quedarse
sola; la que no comprende que el enamoramiento es el tiempo del conocimiento, del sondeo y
de la selección, y no exige nada por miedo a la soltería, sin entender que es mejor vivir sola que
mal acompañada… Soportará las dolorosas consecuencias que el Padre del Cielo siempre quiso
evitarle.
Siete. La chica que tiene intimidades en lo sexual con su novio antes del matrimonio, sin
comprender que precisamente la que entrega su cuerpo a su pareja, siempre puede dudar sobre las
verdaderas intenciones de su chico: “Si esto hace con mi cuerpo, ¿qué garantía tengo yo de que
no “ande” también en otros cuerpos femeninos, o con el suyo propio… y la red?”
Cuando los chicos me cuentan lo que hacen con sus chicas, yo suelo preguntarles: “¿Te gustaría que
el enamorado de tu hija – cuando seas mayor – hiciera con tu hija lo que tú estás haciendo con tu
enamorada?” Todos, sin excepción, siempre, me han dicho un “No, Padre”, rotundo, categórico,
terminante.
En cambio, si la chica no pone su cuerpo a disposición del enamorado, y él permanece a su lado
castamente, la chica puede tener seguridad de que la ama; si además de ello, ella ve otras cosas en
él; por ejemplo, ve unos ojos…